El asalto de los fantasmas de la raz¨®n
El cine de Polanski siempre tuvo buena acogida en Cannes. En el pasado festival, sin embargo, su autor no figur¨® en el palmar¨¦s con este filme, en cierto modo escsito y realizado a su medida. Adaptaci¨®n de una novela de Roland Topor, a medias entre el relato polic¨ªaco y el realismo fant¨¢stico, aparecen en esta versi¨®n cinematogr¨¢fica los ingredientes, a veces de buena ley y en ocasiones no tan nobles, que hicieron famosos otros t¨ªtulos suyos, Repulsi¨®n sobre todo combinados con elementos tradicionales de la comedia del absurdo.El filme ha sido realizado doblemente a la medida de su autor, pues, adem¨¢s de incidir sobre sus temas habituales, aparece interpretado por ¨¦l en su personaje principal, t¨ªmido, asustadizo, capaz de destruirse a s¨ª mismo en un mundo de terror y sospechas justificadas o no, pero que toman forma en peque?os detalles interpretados por este inquilino como presagio de futuros males. Como en la ya famosa Repulsi¨®n, el piso donde el protagonista vive se ve asaltado por los peque?os fantasmas de la raz¨®n, un mundo que Polanski sabe crear con mano maestra, tantas veces imitado despu¨¦s, un peque?o universo animado no s¨®lo de gritos y rumores, sino de personajes cuyos rostros ambiguos y actitudes llevar¨¢n al protagonista hasta esa especie de suicidio imaginario que, como en tantos otros filmes de autor, se nos propone como ¨²nica salida a la vida en com¨²n, al enfrentamiento habitual de los humanos.
El quim¨¦rico inquilino
Direcci¨®n: Roman Polanski. Gui¨®n: Roman Polanski y Gerard Brach, seg¨²n la novela de Roland Topor. Fotograf¨ªa, Sven Kykvist. M¨²sica, Phillippe Sarde. Int¨¦rpretes: Roman Polanski, Isabelle Adjani, Shelley Winters, Melvin Douglas, Jo van Fleel, etc¨¦tera. Francia. Misterio, 1976. Local de estreno: Cine Felipe II
Isabel Adjani, Melvin Douglas, en sus sombr¨ªas apariciones, y una vez m¨¢s Shelley Winters, tan brillante como siempre, sirven de coro a este Polanski, no mal actor, creador de una f¨¢bula irreal y sugestiva, que si a veces se remansa en lagunas de narraci¨®n premiosa, sabe salir a flote en secuencias de malicia ambigua donde el sexo y la frustraci¨®n asoman para jugar sus bazas con rigor matem¨¢tico para, al final, definitivamente, confundirse.
Babelia
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