"Llanto por Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas", de Ohana

Od¨®n Alonso y la Orquesta Filarm¨®nica estrenaron el Llanto por la muerte de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas en enero de 1964. Antes, mediada la d¨¦cada de los cincuenta, Ata¨²lfo Argenta lo hab¨ªa grabado en Francia para el Club del Disco. Vuelve ahora, de la mano del mismo Od¨®n y con Jos¨¦ Luis G¨®mez como recitador, Antonio Lagar como solista y San mart¨ªn al clave.- Obra definitoria del momento est¨¦tico de Ohana, cuando, por una parte, se interna por las galer¨ªas de lo jondo para extraer sus ¨²ltimas consecuencias musicales y, por otra, mira hacia el ¨²ltimo Falla como ejemplo de posible continuaci¨®n. Los versos de Lorca se alzan como protagonistas pues la partitura de Ohana as¨ª lo dispone, tanto cuando nos llegan recitados, como cuando son salmodiados a lo jondo por el solista. Orquesta y coro femenino aportan decoraci¨®n, ambiente y contraste dram¨¢tico. P¨¢gina de profundo sentimiento y sencillez de escritura la de Ohana, que transita hoy por campos muy evolucionados aun cuando no contradictorios del llanto, tuvo en Jos¨¦ Luis G¨®mez no un recitador sino un traductor dram¨¢tico. El gran actor, de tan inolvidables encarnaciones -Gaspar Hauser, en el teatro; Pascual Huarte, en el cine- asumi¨® el protagonismo desde un punto de vista dram¨¢tico, a trav¨¦s de un juego de contrastes espl¨¦ndidos. Su entonaci¨®n de los versos Y la muerte viene cantando, son¨® como la -entrada luminosade un tutti orquestal, en tanto la cl¨¢sica estrofa final -?Tardar¨¢ mucho tiempo en nacer, si es que nace ... ?- resolvi¨® el poema en una suerte de intrerrogaci¨®n l¨ªrica en la que se mezcla la tristeza de la ausencia y la nostalgia frente al paisaje,'- ?Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos.? Entre la brisa y el grito, entre la realidad y la met¨¢fora, entre la tradici¨®n y la modernidad, entre lo teatral y lo meramente po¨¦tico, el llanto discurri¨® en medio de una conjunci¨®n de emociones, regidas por Od¨®n Alonso desde sus recuerdos juveniles,cuando recitaba de memoria los versos de Lorca y Hern¨¢ndez, de Alberti y Eugenio de Nora. Esos d¨ªas que evoca Jos¨¦ Miguel Velloso en su excelente di¨¢logo romano con el autor de Marinero en tierra. La colaboraci¨®n del bar¨ªtono Antonio Lagar, tan dif¨ªcil por la misma naturaleza de su l¨ªnea mel¨®dica, microtonal y excavadora deljondo en sus ra¨ªces misteriosas. Antes, Od¨®n Alonso y el pianista Richter-Haaser interpretaron la versi¨®n pian¨ªstica del Concierto para viol¨ªn, de Beethoven, realizada por el autor a instancias de Muzio Clementi. Bien est¨¢ como curiosidad, pero la verdad es que al escucharlo as¨ª sentimos a cada paso la ausencia del viol¨ªn, para el que tan justamente fue pensada la parte solista. Hay, incluso, algunas modificaciones que restan belleza a la versi¨®n original, tal el enlace entre el segundo y tercer tiempo. En cambio, resulta sorprendente la cadencia beethoveniana para piano -y timbales en el primer movimiento.El concierto se inici¨® con el Voluntary para trompeta y orquesta de Purcell, magn¨ªficamente protagonizado por Jos¨¦ Chicano, y el ¨¦xito de todas las obras y versiones fue tan un¨¢nime como definitivo.