El mundo de los subnormales
El mundo de los subnormales es -y no es, no se le deja ser- un mundo suyo, de ellos, ?Por qu¨¦ no se le deja ser? En primer lugar -y ¨¦ste es el tema central del ad mirable libro de Fierro- porque falta en la sociedad y, por su puesto, en su aparato estatal, un verdadero inter¨¦s por ellos. Se les despacha pensando, y diciendo, que son inferiores por naturaleza. Fierro no niega, naturalmente, la existencia del problema org¨¢nico de la subnormalidad. Pero piensa que, aparte lo que diremos en se guida, en much¨ªsimos casos es posible una prevenci¨®n de ¨¦sta, mediante la erradicaci¨®n de la pobreza, pues estad¨ªsticamente se demuestra una correlaci¨®n entre retraso mental y pobreza. La desnutrici¨®n origina, entre otras enfermedades, subnormalidad. En otro orden, la falta de est¨ªmulos intelectuales, el embrutecimiento anexo a una vida miserable, la escasa densidad cultural de tantos hogares, de tantos barrios, de tantos pueblos, y la falta total de informaci¨®n, hacen que sobre muchos seres humanos recaiga la imagen-estigma de subnormales.Pues en efecto, y salvo casos org¨¢nicamente muy graves, la subnormalidad, piensa Fierro, es una definici¨®n social. La sociedad que, por un¨¢ parte, empieza haciendo -por omisi¨®n, como hemos visto, y falta de lucha frontal contra la pobreza- sus propios subnormales, completa el cupo y establece su status defini¨¦ndoles, eligi¨¦ndoles como tales. La sociedad determina qui¨¦nes, de entre sus miembros, van a ser subnor males -cada sociedad, cada tipo de sociedad tiene los suyos- y, al considerarlos como tales, los crea, los hace subnormales. (La subnormalidad, repito, salvo casos muy agudos, es una imagen social, un rol.) El car¨¢cter discriminatorio de la medici¨®n del cociente intelectual es un hecho probado. Se trata, por una parte, de un instrumento elitista, que otorga una patente ventaja a las clases media y superior, y que carece de valor predictivo del desarrollo intelectual ulterior. Se trata, por otra, de una selecci¨®n de los m¨¢s aptos para sobresalir dentro de un sistema econ¨®mico-cultural cuyos valores supremos son la productividad y la rentabilidad, la competitividad y el lucro. Quienes no se ajustan a ese modelo o paradigma cultural, son estigmatizados: estigmatizados de subnormales, locos, delincuentes comunes (junto a los cuales, pese a que la mayor parte de ellos lo son contra la propiedad, los presos pol¨ªticos, por muy revolucionarios que sean, son siempre reconocidos como una ¨¦lite), gentes de lo que se llama, desde el punto de vista burgu¨¦s, mal vivir, inconformistas de toda ¨ªndole con respecto al orden establecido y, aputando las cosas, intelectuales.
El derecho a ser hombres
Alfredo Fierro. Sedmay Ediciones. Madrid 1977.
Alfredo Fierro lleva a cabo en su libro el desenmascaramiento de una sociedad que proclama en abstracto los derechos humanos, que los defiende exaltadamente, en pura abstracci¨®n tambi¨¦n, para ni?os que a¨²n no existen (problema del aborto), y los conculca con respecto a estos otros ni?os ya nacidos, reales, existentes, al desentenderse de ellos, al despreciarlos y, como los locos y los presos, aunque en condiciones m¨¢s benignas, encerrarlos.
Es todo el sistema de educaci¨®n, ?meritocr¨¢tico? para los normales, ? especial? para los subnormales, el que es as¨ª puesto en cuesti¨®n. Y con ¨¦l, m¨¢s radicalmente a¨²n, el materialismo y economicismo de la sociedad tablecida. El problema de los subdotados y su vida mejor es inseparable, concluye Fierro, de los problemas generales de una sociedad mejor. S¨®lo una sociedad que,en vez de por los principios de competitividad, lucro y consumo, est¨¦ regida por los principios de felicidad, libertad, realizaci¨®n personal, y cooperaci¨®n y solidaridad, podr¨ªa resolver este problema que se revela as¨ª como mera parte del problema pol¨ªtico-cultural por excelencia, el del modelo mismo al que se ajusta nuestra sociedad. S¨®lo la radical transformaci¨®n de la sociedad la revoluci¨®n cultural, en el sentido que yo doy a esta expresi¨®n, puede ser la respuesta adecuada. La presencia del subnormal, su existencia misma, es grave motivo de reflexi¨®n y, como vemos, de denuncia que, trascendiendo su caso, englob¨¢ndolo, se convierte en total.
Es motivo de reflexi¨®n en otros sentidos tambi¨¦n. Dec¨ªa al principio que al subnormal no suele dej¨¢rsele ser lo que es, lo que podr¨ªa ser. Esto ocurre a veces, con buena intenci¨®n -familia muy cari?osa, a su modo, con ¨¦l, instituciones de ense?anza ?especial? para ¨¦l- por un cuidado equivocado. Tener un ?ni?o para siempre? proporciona, con su dependencia total, parad¨®jicas satisfacciones, y puede dar sentido a la vida, tantas veces frustrada, de muchas madres que le convierten as¨ª en el objeto mimado de todas sus atenciones.
Mas, ?no se sofocan as¨ª sus posibilidades de generar una cultura propia, inferior -como la de ciertos pueblos primitivosseg¨²n nuestros propios standards, pero que podr¨ªa dar lugar, con extremoso estilo de vida, a una puesta en cuesti¨®n de nuestra extremosidad en opuesto sentido? Es ¨¦ste el tema de nuestro amigo -de Alfredo Fierro y m¨ªo-, el doctor Rafael Gonz¨¢lez Mas. Si, la existencia del subnormal, su misterioso mundo, da que pensar. El espacio irreal -irreal, al menos, para-nosotros, los hombres corrientes-, y, en este sentido, literario, en que el subnormal vive, se parece al de los artistas, los escritores, los pensadores. Solo que es un espacio vac¨ªo. Es como una estancia vac¨ªa o vaciada, como el hueco de una existenicia po¨¦tica.
?Vac¨ªo? ?Puro hueco? No. Es, a su modo, un espacio ocupado. Ocupado -lado sombr¨ªo de la existencia del subnormal- por fijaciones an¨ªmicas de sucesos reales que quedan como im¨¢genes clavadas en su mente, y por obsesiones onfricas y miedos suscitados en sue?os, pues en ellos no suele haber soluci¨®n f¨¢cil de continuidad entre la pesadilla del sue?o y la vigilia.
Lado luminoso tambi¨¦n. El mundo del subnormal es, en sus mejores momentos, el de la broma y el juego, la ceremonia y el rito -el subnormal suele ser escrupuloso y a la vez l¨²dicamente lit¨²rgico-, la fiesta, el baile -no por patoso menos exaltante- y la m¨²sica.
Alfredo Fierro ha escrito un gran libro que yo le agradezco por muchas razones, muy personales algunas. Los subnormales suelen ser poco, ?pol¨ªticos?. Los normales, sobre todo si son pol¨ªticos de profesi¨®n, poco po¨¦ticos. Este libro es, a la vez pol¨ªtico y po¨¦tico.
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