Las consecuencias del juego democr¨¢tico
?Reconocer un partido presentado desde hace cuarenta a?os como un monstruo sediento de sangre, responsable de centenas de miles de muertos, no era un asunto f¨¢cil. Desde hac¨ªa algunos meses, el primer ministro, Adolfo Su¨¢rez, dudaba, aunque estaba persuadido de que era necesario llegar a una decisi¨®n para dar credibilidad a su voluntad democr¨¢tica. Hab¨ªa intentado endosar esta responsabilidad al Tribunal Supremo, alegando que el problema era jur¨ªdico; pero aqu¨¦l hab¨ªa rehusado pronunciarse, satisfecho de poner en dificultades al nuevo Gobierno.Frente a la Oposici¨®n. que comenzaba a impacientarse, amenazando con boicotear las elecciones, Adolfo Su¨¢rez decidi¨® dar el paso.
De hecho, hasta ahora, todo ha sucedido de la mejor manera posible. El Consejo Superior del Ej¨¦rcito ha expresado su repulsa ante la legalizaci¨®n del Partido Comunista, pero la ha aceptado por el esp¨ªritu de disciplina. (...) 18 abril
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