Cine de autor
Con el paso del tiempo el cine de Carlos Saura, como una amplia espiral, girando sobre s¨ª mismo, ha ido tomando mayor vuelo y profundidad desde los tiempos ya lejanos de Los golfos. El cine, como todos sabemos y se ha afirmado repetidamente, es un arte rico en met¨¢foras ligado a multitud de culturas y significados y cuya superficie inmediata es preciso superar para llegar hasta su verdadera entra?a, que en las obras de empe?o trasciende a campos m¨¢s all¨¢ de lo estrictamente narrativo.Si debi¨¦ramos resumir el argumento de Elisa, vida m¨ªa, limit¨¢ndonos a un esquema tradicional, tal argumento se reducir¨ªa a la vida de un escritor con su hija durante una breve temporada. El escritor, el hombre, ha recogido voluntariamente su soledad en un af¨¢n por romper los condicionamientos del mundo y la sociedad que le rodea. La hija va a visitarle en compa?¨ªa de su hermana y al fin queda con ¨¦l, ambos a solas con sus recuerdos, con su vida en com¨²n y sus enso?aciones; la hija, con su inmediato rompimiento matrimonial, el padre, frente a sus p¨¢ginas, que pronto llegar¨¢n a ser nudo com¨²n en las relaciones de ambos.
Elisa, vida m¨ªa
Gui¨®n y direcci¨®n, Carlos Saura. Producci¨®n, El¨ªas Querejeta. Fotograf¨ªa, Teo Escamilla. Int¨¦rpretes: Geraldine Chaplin, Fernando Rey, Norman Briski, Isabel Mestres, Joaqu¨ªn Hinojosa. Drama 1977. Espa?a. Local de estreno, cine Amaya.
Estas palabras, estas l¨ªneas que, poco a poco, van tomando cuerpo entre los dos, ilustrando, dramatizando ideas, pensamientos y pasiones, forman el cuerpo principal del filme, cuyo comp¨¢s rompen, de cuando en cuando, el presagio de la muerte o episodios secundarios, como la llegada del marido, las clases en el colegio de Segovia o la historia de un crimen pasional que acabar¨¢ sugestionando a la muchacha hasta hacerla apropiarse de ¨¦l, erigi¨¦ndose a la vez en v¨ªctima y protagonista.
Alternando el pasado con el presente, lo real con lo presentido o imaginado, el filme va creciendo, haci¨¦ndose cada vez m¨¢s denso y complejo, hasta llegar a plantearse, tal como sucede en el cine y en la novela de hoy, como un desaf¨ªo al espectador, que ha de ordenarlo y asimilarlo a su manera, seg¨²n sus modos y vivencias, m¨¢s all¨¢ de sus inmediatas impresiones.
Una especie de barroca geometr¨ªa, jugando con el ayer y el hoy en el reducido interior de la casa vac¨ªa y el espacio sin l¨ªmites de lo on¨ªrico, va trasformando a los dos personajes, haci¨¦ndoles confundir, amarse, asumirse, hasta acabar desembocando en esa soledad dram¨¢tica que el autor de los versos que dan t¨ªtulo al filme, describe cuando exclama:
?Mas luego a la memoria se me ofrece / aquella noche tenebrosa, oscura, / que tanto aflige esta ¨¢nima mezquina / con la memoria de mi desventura ... ?
Pues esta Elisa actual, amiga y compa?era, no ser¨¢ capaz de llenar ese vac¨ªo interior que, una vez rotos los puentes con la vida en tomo, devora a sus protagonistas. La historia, que comienza con una visita afectuosa y casi rutinaria, se convierte a la postre en un grito apasionado, en sonora soledad, mudo retrato de uno de los momentos claves del dolor humano. Filme no f¨¢cil, abierto como todo el actual de empe?o a diversas lecturas, a m¨²ltiples interpretaciones, jugando con el don ambiguo de la imagen y la palabra, viene a ahondar, m¨¢s si cabe, en los puntos de vista del autor ya apuntados en obras anteriores. Podr¨ªa decirse que as¨ª como en otros el protagonista confund¨ªa a la mujer real con otra s¨®lo fruto de sus sue?os, esta Elisa transformada, cara a cara con el padre, va cumpliendo, a medida que el relato avanza, y con ¨¦l la relaci¨®n entre los dos, la ceremonia de una especie de uni¨®n nupcial, a la vez que intelectual, en la que, a la larga, s¨®lo el m¨¢s fuerte prevalece.
El personaje del escritor, tipo dif¨ªcil de describir, sentir e interpretar, por lo complejo y a la vez ambiguo de su manifestarse, corre a cargo de Fernando Rey, que realiza una labor impecable, uno de sus mejores y m¨¢s inteligentes trabajos. Junto a ¨¦l, Geraldine Chaplin compone una pareja que en ocasiones, como la de la agria discusi¨®n entre los dos, alcanza superior categor¨ªa. Las relaciones entre ambos, salvo quiz¨¢ las secuencias del colegio, aparecen matizadas de ternura, pasi¨®n y arte sincero, en un largo e intenso duelo que cubre, de principio a fin, toda la obra. La fotograf¨ªa otorga a los parajes de los alrededores de Segovia un imagen seca y cotidiana que arropa el filme en sus momentos mejores. As¨ª, lejos de un tiempo en un entorno h¨¢bil y concreto la vez, cotidiana a ratos y oscura en ocasiones, Elisa, vida m¨ªa, m¨¢s all¨¢ de sus resultados ante el p¨²blico medio y el palmar¨¦s de Cannes, se nos ofrece hoy como una de las obras m¨¢s s¨®lidas afines al modo de hacer actual, muy por encima del nivel acostumbrado en nuestro pa¨ªs, muestra ins¨®lita de nuestro cine de autor espa?ol en el concierto de la corrientes europeas.
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