Apostillas

En contestaci¨®n a la carta aparecida el d¨ªa 16 del presente, y firmada por el se?or C¨¦sar Vecilla, de Madrid, referente a un supuesto ?racismo? catal¨¢n y vasco, me gustar¨ªa decir lo siguiente:Se?or Vecilla, unas apostillas de car¨¢cter existencial para su mejor comprensi¨®n de Catalu?a y Euskadi.

1. ?Ha presenciado usted en su infancia c¨®mo cualquier paleto embotado multaba a su madre por hablar su lengua en el mercado?

2. ?Ha tenido que tragar saliva impotente ante un mil veces repetido "Hable usted en cristiano", por el hecho de hablar en su propia lengua, en su propia tierra?

3. ?Ha tenido usted que rebasar los dieciocho a?os y las ense?anzas primaria y secundaria, para, clandestinamente y en seminarios de catacumba, poder conocer la propia literatura y la propia historia?

No me imagino al se?or Vecilla ?descubriendo? a Quevedo a los veinte a?os, en un c¨ªrculo de estudios clandestino...

4. ?Tiene usted, se?or Vecilla -a quien supongo un contribuyente, como yo-, tener que pagar la contribuci¨®n suplementaria lue supone la necesidad de mandar a los propios hijos a una escuela privada, sin subvenci¨®n estatal, para que puedan ser alfabetizados en su propia lengua, la de su familia y su pueblo, y no en otra muy ilustre y respetable, pero ajena?

5. ?Trabaja usted, Se?or Vecilla, en alguna de las muchas empresas vascas o catalanas que han debido de trasladar sus casas centrales a Madrid para beneficiarse de una menor presi¨®n fiscal?

6. ?Sabe el se?or Vecilla que, durante treinta a?os, los. vascos y catalanes hemos debido de consumir el protegido y caro trigo de Castilla porque no pod¨ªamos importar por nuestros puertos trigo americano o canadiense a mitad de precio?

7. Y, finalmente, una apostilla hist¨®rica. Usted sabe que Catalu?a trat¨® de separarse en cierta ocasi¨®n acogi¨¦ndose a la protecci¨®n del rey de Francia y que a?os m¨¢s tarde fue nuevamente conquistada y privada de sus derechos hist¨®ricos. Usted debe de saber, tambi¨¦n, que Vasconia luch¨® con las armas en la mano de 1833 a 1839 para defender, entre otras cosas, sus aduanas con Castilla -en la ?frontera? francesa y en los puertos, las provincias vascas er¨¢n librecambistas-. Se nos quitarion las aduanas por la fuerza, contra la mayoritaria ¨®pini¨®n de los vascos y en el s¨®lo beneficio de las burgues¨ªas comerciales de Bilbao y S¨¢n Sebasti¨¢n. Si se nos ha integrado en la econom¨ªa de mercado espa?ol actual, que nadie espere que practiquemos la franciscana virtud de la caridad. Por ello, que no nos vengan ahora con el cuento, por otra parte, falso, de la desertizaci¨®n y de las diferencias regionales.

Reclamaciones a don Felipe IV y al general Espartero.