El tablero africano
Africa est¨¢ en ebullici¨®n. Desde el Sud¨¢n hasta Rodesia, desde Etiop¨ªa hasta Angola y desde Mozambique hasta el Congo. Las tensiones entre Estados crecen los movimientos de liberaci¨®n proliferan y se confunden, y todo el continente negro parece haber entrado en un inacabable proceso de desestabilizaci¨®n.El viejo drama de Rodesia no lleva camino de soluci¨®n pac¨ªfica: se resuelve de nuevo en lucha armada. Los varios reg¨ªmenes que tienen en com¨²n el poder vitalicio de un l¨ªder y la existencia de un partido ¨²nico proclaman de una manera cambiante diversas e indefinidas adhesiones ideol¨®gicas, y desde el emperador Bokassa y el mariscal Am¨ªn Dad¨¢ hasta los disciplinarios socialismos de Kaunda o de Neto viven al d¨ªa y en perpetua amenaza.
Estallan asesinatos, revueltas e invasiones. En pocos d¨ªas han asesinado al presidente del Congo, han fusilado a sus presuntos rivales, ha ocurrido una misteriosa invasi¨®n a Ben¨ªn y una no menos misteriosa a Zaire. Todo parece depender de la suerte de las armas y de la violencia, y nadie podr¨ªa predecir, con alg¨²n margen de seguridad, lo que pueda ocurrir ma?ana.
Desde los recientes d¨ªas de la proclamaci¨®n de la. independencia, los pa¨ªses africanos han sufrido de una vulnerabilidad y de una inestabilidad extremas. Los golpes de Estado se han sucedido con periodicidad mon¨®tona, los cambios de Gobierno condenados a hacerse cruentamente.
Da la impresi¨®n que, sobre la base inmemorial del Africa de las tribus activas, minor¨ªas europeizadas se disputan por todos los medios el control del poder. Poco tienen que ver con la realidad las proclamaciones te¨®ricas. Cada grupo en pugna busca apoyos y ayudas. No les resulta dif¨ªcil conseguirlos y, a veces, en escala impor . tante. Encuentran ayudas en la rivalidad y malquerencia de los vecinos inmediatos, en las viejas potencias coloniales y, sobre todo, en la pugna de poder mundial de las grandes potencias.
Africa es, hoy el m¨¢s abierto tablero: de confrontaci¨®n de la lucha mundial de poder y no hay movimiento disidente, por peque?o o aislado que parezca, que no termine por entrar como pe¨®n de juego en la confrontaci¨®n de las grandes potencias mundiales. Cualquier alteraci¨®n de la situaci¨®n significa, en alguna forma, mejorar o desmejorar la posici¨®n estrat¨¦gica de alguno de los grandes contrincantes.
Hay como una fatalidad incontenible que lleva a todo movimiento insurreccional a terminar convertido en pe¨®n de una gran potencia.
El caso de Angola sirvi¨® para ilustrar con toda claridad esta situaci¨®n. Detr¨¢s de, cada uno de los distintos frentes de liberaci¨®n fue apareciendo la presencia y la ayuda de los grandes actores del drama mundial. Los Estados Unidos, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y hasta la China Comunista. La presencia de alguno de ellos atrae inmediatamente la de los otros, y la necesidad de ayuda lleva a cualquier aspirante a disidente a buscar el apoyo de alguno de ellos.
Podr¨ªa decirse que, desde hace tiempo, ya no hay conflicto nacional ni posibilidad de limitarlo. Toda lucha, toda ruptura de equilibrio dentro de un pa¨ªs atrae, como el vac¨ªo, de una manera inevitable, la presencia de los grandes protagonistas mundiales. Tal vez, como algunos lo han se?alado ya, la tercera guerra mundial ha comenzado desde hace tiempo, pero se libra en fragmentados frentes aparentemente locales y nacionales.
Este hecho nuevo facilita las posibilidades de subversi¨®n. Todo aspirante a cambiar la situaci¨®n de un pa¨ªs puede hallar con relativa facilidad ayuda internacional, y una vez que uno de los grandes ha entrado, los otros no pueden tardar en venir tambi¨¦n.
Todo conflicto tiende fatalmente a internacionalizarse y a inscribirse en el vasto frente de la lucha fr¨ªa o caliente de los grandes. Detr¨¢s de cada insurrecto no tarda en aparecer la lucha de poder de las grandes potencias.
El Africa actual ilustra de un modo dram¨¢tico y revelador esta situaci¨®n. No ser¨ªa dif¨ªcil identificar detr¨¢s de cada movimiento, de cada tentativa, de cada gesto de insurrecci¨®n, la presencia, m¨¢s o menos inmediata del protagonista mundial a quien el cambio puede favorecer. Todos, qui¨¦ranlo o no, sep¨¢nlo o no, son peones del terrible juego y toda acci¨®n o abstenci¨®n en el campo local repercute y se inscribe en la vasta confrontaci¨®n mundial de poder.
Una condici¨®n semejante no hab¨ªa existido nunca antes en el mundo. Hab¨ªa habido intervenciones m¨¢s o menos visibles de grandes potenc¨ªas en luchas nacionales, pero esta universalizaci¨®n de todo cambio o tentativa de cambio, en cualquier parte del planeta, es un triste privilegio de nuestro tiempo.
El africano que ha cre¨ªdo tomar las armas contra un tirano local est¨¢ al mismo tiempo, casi seguramente sin darse cuenta, realizando una, operaci¨®n de avanzada al servicio de alguna de las grandes potencias mundiales. (ALA.)
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