La lucha por un por un teatro suramericano
Buenaventura es uno de os hombres de teatro que m¨¢s ha hecho por ¨¦ste: todo en Colombia y casi todo en Suram¨¦rica. Es un tutor de enorme onda, que no ha ca¨ªdo en la trampa trivial de la denuncia contra todo el teatro del mundo menos el suyo -trampa -angular, porque justo puede parecer que el teatro latinoamericano se rebele contra el colonialismo cultural, pero demagogia, templada por la trivialidad y amenazada por el reaccionismo final, es la habitual forma de los comportamientos manizalescos; Buenaventura ha profundizado incansablemente en la b¨²squeda de una forma conveniente a la realidad americana y ha indagado, con seriedad, en la creaci¨®n y tratamiento de los temas y textos m¨¢s expresivos. Si no me equivoco, esta es la segunda visita que hace a Europa, al frente de su grupo -estuvo en Naney y en el teatro de las Nacionales- y la primera vez que se acerca profesionalmente a Espa?a. Est¨¢, pues, lejos de esa extra?a mezcla de repulsa y fascinaci¨®n que la vida teatral europea ofrece a los grupos y gentes del teatro suramericano..Viene al frente de su grupo, el Teatro Experimental de Cali, y presenta sus cuatro espect¨¢culos m¨¢s representativos: una especial versi¨®n de Vida y muerte del fantoche lusitano, A la diestra de Dios padre, Soldados, y La denuncia. Cuatro espect¨¢culos de fuerte contenido sociopol¨ªtico, no s¨®lo por su tem¨¢tica, sino por una propuesta esc¨¦nica de medida simplicidad, justo didactismo, f¨¢cil comunicaci¨®n y seria ambic¨ª¨®n. Ah¨ª se clarifica muy bien la bipolar actividad de Buenaventura: textos creados o recreados despu¨¦s de un riguroso trabajo de investigaci¨®n literaria y un quehacer de hombre de teatro activo, a la vez maestro y compa?ero de todos. Por eso es tan visible la realidad concreta de su obra: un teatro independiente, con veintid¨®s a?os de actividad, que ha servido de modelo a muchas instituciones latinoamericanas parecidas. Los veintid¨®s a?os se fijan con facilidad, porque 1955 es la fecha en que Cayetano Luca de Tena renunci¨® a trabajar en Bogot¨¢ y sugiri¨® el nombre de Buenaventura como sustituto. Se crea entonces la escuela de Cali y Buenaventura acierta fulminantemente con su primera versi¨®n . ya va por la cuarta- de A la diestra de Dios padre, una historia de Tom¨¢s Barrasquilla, en la que la mezcla de elementos b¨ªblicos y folkl¨®ricos sirvi¨® a Buenaventura -que ha sido arquitecto, marino, juglar, pintor, cocinero y periodista, entre otros oficios- para probar su ideal combinaci¨®n de iron¨ªa, expresi¨®n directa, acci¨®n y sentido del humor.
Teatro experimental de Cali
con cuatro obras.Direcci¨®n general: Enr¨ªque Buenaventura Directores: Helios Fern¨¢ndez,Danilo Tenorio y Enrique Buenaventura. Escenograf¨ªay vestuario:Talleres del TEC. Principales int¨¦rpretes: Aida Fern¨¢ndez, Nelly Delgado,Hilda Ruiz, Helios Fern¨¢ndez, Ib¨¢n Montoya y Guillermo Piedrahita. En el colegio Mayor San Juan Evangelista, presentados por la Sala Cadarso.
El paso siguiente -los pasos: La trampa y Los papeles del. infierno- supone la liquidaci¨®n oficial de la escuela y la valerosa estabilizaci¨®n del grupo como un teatro profe5ionalizado.
Ese teatro es el que ahora tenemos delante. Gracias al TEC, a su tenaz investigaci¨®n de la realidad colombiana y a su proceso de establecimiento de relaciones vivas entre los espect¨¢culos y su p¨²blico han surgido numerosos grupos de expresi¨®n popular, finalmente aglutinados en la Corporaci¨®n Colombiana de Teatro. Esta proliferaci¨®n -y la llegada a la vida teatral a trav¨¦s del terreno de la representaci¨®n- ha permitido configurar trabajos de creaci¨®n colectiva que han suplido inicialmente la falta de autores y se han convertido, despu¨¦s, casi en un m¨¦todo preferido de trabajo. Por eso hay tanto vac¨ªo ornamental en ? Los soldados?, donde los actores comunican tan directamente con los espectadores. Por eso, los ?Soldados? de Carlos Jos¨¦ Reyes son ahora -despu¨¦s de siete u ocho versiones- de Buenaventura y del TEC. Por eso, el texto de Weiss est¨¢ cargado de amenazas y denuncias del Caribe. Por eso, el TEC encontr¨® una salida ¨²nica para el gran dilema cultural latinoamericano: busc¨® unas formas de trabajo propias.
Hay algo m¨¢s, muy curioso, en el buen trabajo del TEC. Probablemente la modestia de sus medios escenogr¨¢ficos, de su luminotecnia simple, es consecuencia del medio, de econom¨ªa corta, en que lucha y trabaja. Pero ese franciscanismo produce, en el espectador europeo, una curiosa y no ingrata sensaci¨®n de distancia entre el pensamiento teatral y su habitual servidumbre t¨¦cnica. La parquedad mec¨¢nica del TEC purifica el teatro de muchas cargas tan lujosas como gratuitas.
Digo todo esto porque el TEC es un excelente grupo y est¨¢, adem¨¢s, perfectamente inscrito en todo el proceso pol¨ªtico y cultural latinoamericano. Su base t¨¦cnica y documental es muy buena. Y su aceptaci¨®n de la realidad hist¨®rica le separa del reiterado discurso ilusionista Suramericano y de la eterna y monocorde asunci¨®n de ?lo que deber¨ªa ser?. El TEC es un teatro abierto, pero no inmaduro. Un teatro de colaboraciones, pero no de confusiones. Un teatro del dolor, pero no de la torpeza. Es muy curioso que Madrid haya conocido La denuncia, de Buenaventura, aunque se explica por la intencional cercan¨ªa de su tema al de Soldados (y al de un cap¨ªtulo de Cien a?os de soledad). Pero aqu¨ª hemos tenido al TEC. Un grupo fundamental para entender muchas cosas de Am¨¦rica.
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