Al d¨ªa siguiente
Presidente de la Federaci¨®n Dem¨®crata Cristiana?Estoy triste de hoy, pero contento para ma?ana.? (Juan Ram¨®n Jim¨¦nez: ?Est¨ªo?, XXII)
Varias veces, durante estos dos ¨²ltimos decenios -desde el art¨ªculo ?Entre el dolor y la esperanza?, que escrib¨ª all¨¢ por el a?o 1954-, ha vuelto a mis labios o a mi pluma esa hermosa confidencia de uno de nuestros poetas m¨¢s humanos. ?Por qu¨¦ no repetirla aqu¨ª y cabalmente en un momento en que mi esp¨ªritu revive la experiencia de la tensi¨®n interior entre la tristeza y el contento ante la situaci¨®n pol¨ªtica de nuestro pueblo?
1. ?Estoy triste de hoy...?
Confieso con sencillez que hubiera preferido no tener que escribir estas l¨ªneas. Si lo hago es no s¨®lo para corresponder a la generosa invitaci¨®n de este sustantivo diario, sino adem¨¢s -y sobre todo- por el deber que me impulsa a no ocultar sentimiento ni prop¨®sito alguno ante quienes se propongan acudir a las urnas el pr¨®ximo d¨ªa 15, de junio.
Reitero, pues, con lealtad, que hay dolor en mi ¨¢nimo -y no peque?o- por el giro que van tomando las cosas en estos ¨²ltimos d¨ªas.
Ante todo por el auge de la violencia cruenta en varios lugares de nuestra Espa?a y, de modo lacerante, en el Pa¨ªs Vasco y Navarra. La sangre de unos y otros hombres -?y la sangre no tiene m¨¢s que un solo color! - se vierte tr¨¢gicamente mientras se agudizan los enfrentamientos entre ciudadanos y agentes de? orden p¨²blico, se ensombrece el horizonte del esfuerzo de democratizaci¨®n y aparecen graves interrogantes en torno a las elecciones en esas zonas conflictivas y qui¨¦n sabe si fuera de ellas...
En un escal¨®n inferior, pero de singular importancia, est¨¢ la imagen erosionada del proceso electoral desde el discurso del presidente del Gobierno ante las c¨¢maras de RTVE, para anunciar su decisi¨®n de ?participar? de lleno en la contienda a la cabeza de una coalici¨®n de partidos, ahora rebautizada como Uni¨®n del Centro Dermocr¨¢tico, en Madrid y, por conexi¨®n, en toda Espa?a.
Precisamente, el respeto que siempre he sentido por el presidente ante su tenaz esfuerzo de avance hacia una situaci¨®n democr¨¢tica -ejecutoria que nadie podr¨¢ objetivamente negarle, por muchos defectos que se se?alan a la andadura- y, de otro lado, el agradecimiento que le debo por su actitud de di¨¢logo amistoso en varias ocasiones hacen que me apene tener que repetir ahora mi clara disconformidad con esa decisi¨®n suya de capitanear desde su supremo sitial de Gobierno una alianza concreta de partidos pol¨ªticos. en patente detrimento de todos los dem¨¢s que, situados a la derecha y a la izquierda de ese dispositivo, mantienen su voluntad de leg¨ªtima autonom¨ªa inherente al sistema de pluralismo pol¨ªtico, sin el cual no existe genuina democracia.
Reiteradamente hemos expresado no s¨®lo yo sino tambi¨¦n varios de los dirigentes del Equipo D-C del Estado Espa?ol. que estim¨¢bamos leg¨ªtimo el deseo de Adolfo Su¨¢rez de obtener para su persona el respaldo de un voto popular en las pr¨®ximas elecciones. posiblemente por el cauce de una candidatura uninominal e independiente para el Senado (no para el Congreso, por el sistema de listas cerradas y bloqueadas que para ¨¦ste -y no para aqu¨¦l- ha impuesto la ley Electoral). No nos import¨® dejar al margen el delicado ?problema jur¨ªdico? que suscitaron principalmente algunos protagonistas de la derecha reaccionaria sobre la legalidad o ilegalidad de esa presencia activa del presidente del Gobierno entre los contendientes en los comicios, cuando los ministros y otros altos cargos de la Administraci¨®n p¨²blica son ?inelegibles?. Sin tomar la cuesti¨®n como bizantina, pensamos que era superable, especialmente para aquellos denunciantes a quienes nunca les preocup¨® mucho la legalidad y menos el Derecho.
Pero con id¨¦ntica transparencia expusimos al presidente en di¨¢logo directo, y lo repetimos luego en p¨²blico, las razones de grave inconveniencia que apreci¨¢bamos ante ?la hip¨®tesis?, cada minuto m¨¢s perfilada, de que ¨¦l asumiese el mando de una coalici¨®n de partidos beligerantes, con profundo quebranto de su figura arbitral dentro del dif¨ªcil proceso de cambio pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs.
Incluso para arrebatar pretextos a quienes le aconsejaban caer en esa tentaci¨®n -?como las brujas en torno a Macbeth!- intentamos contribuir a una reconversi¨®n del antiguo Centro Democr¨¢tico hacia una nueva y flexible coalici¨®n de fuerzas pol¨ªticas moderadas -liberales, democratacristianos, socialdem¨®cratas-, inequ¨ªvocamente decididas a propugnar una Constituci¨®n democr¨¢tica, pluralista, de tipo occidental, no en actitud de ?centrismo? as¨¦ptico. sino en un esfuerzo din¨¢mico de transformaci¨®n pac¨ªfica de instituciones y estructuras en apertura y entendimiento con los sectores socialistas, por lo menos para el Senado. Es cierto que esa sincera propuesta entra?aba determinadas condiciones de autenticidad interior y, sobre todo, de independencia respecto a las ¨®rbitas gubernamentales, precisamente para garantizar su credibilidad ante el elector y su eficacia fiscalizadora hacia el futuro.
No es el momento de establecer un ?cap¨ªtulo de culpas? -posiblemente culpas compensadas, como en los accidentes de tr¨¢fico-, pero la realidad es que ese proyecto se frustr¨®, incluso en la versi¨®n pragm¨¢tica de acuerdos por circunscripciones, cuando se produjo la irrupci¨®n del presidente y de sus colaboradores directos, como protagonistas de la nueva Uni¨®n del Centro Democr¨¢tico. especie de movimiento s¨ªsmico que trastroc¨® demasiadas cosas.
No fue sorpresa. Y nadie puede arg¨¹ir enga?o. En reciente rueda de prensa. Leopoldo Calvo-Sotelo ha dicho, con laudable sinceridad, que el presidente ten¨ªa tomada esa decisi¨®n desde mucho tiempo atr¨¢s.
Lamentable, pero es as¨ª -y no hay que darle m¨¢s vueltas-. Los efectos en la opini¨®n p¨²blica, a trav¨¦s de las declaraciones de los lideres pol¨ªticos y de numerosos comentarios de la prensa democr¨¢tica. no dejan lugar a dudas. El impacto ha sido gravemente desfavorable. Puede ser que los partidarios de la f¨®rmula se encojan de hombros y se digan para sus adentros que lo importante es ganar y no s¨®lo participar limpiamente, como en el aut¨¦ntico deporte. ?All¨¢ ellos! Pero pienso -como en ocasi¨®n dram¨¢tica lo hizo don M¨ªguel de Unamuno en el Aula Magna de mi vieja Universidad de Salamanca- que lo esencial no es vencer, sino convencer. Y hoy me punza dentro -y me apena- que Adolfo Su¨¢rez -por tantos t¨ªtulos digno de estima- haya preferido en esta coyuntura no convencer, sino simplemente vencer. Es ciertamente triste, y, m¨¢s triste a¨²n el espect¨¢culo de quienes se subieron al carro del presunto vencedor, con desalojo de onginarios y benem¨¦ritos ocupantes.
2. ?Pero contento para ma?ana.?
En pol¨ªtica -como tambi¨¦n en la vida ¨ªntima- la melancol¨ªa es mort¨ªfera. Sin alegr¨ªa -y la alegr¨ªa es esperanza- se pierden todas las batallas.
Los hombres del Equipo de la Democracia Cristiana hemos encajado serenamente el golpe (porque golpe, y grave, es el desequilibrio de condiciones objetivas que origina la creaci¨®n gubernamental de la Uni¨®n del Centro, en puro atentado al principio de igualdad de oportunidades).
Seguimos la marcha con buen ¨¢nimo, sin asombros farisaicos ni desgarramientos hist¨¦ricos, y con estilo de no agresividad para las personas -la del presidente y la de sus marineros-, aunque s¨ª con firme repulsa del procedimiento y de sus presumibles consecuencias.
Nos llegan -y lo agradecemos en lo m¨¢s hondo- valiosos testimonios de simpat¨ªa y de apoyo a nuestra actitud de independencia y ?no entrega? a los poderes p¨²blicos. ?En qu¨¦ cuant¨ªa de votos se reflejar¨¢ ese sentimiento? No lo sabemos, pero nos estimula grandemente el aliento de muchos ciudadanos -hombres, mujeres, j¨®venes- a quienes les alegra- y su alegr¨ªa se hace -nuestra- que haya un partido pol¨ªtico (entre otros, claro es, de diversa ideolog¨ªa. pero ahora me ci?o al caso de nuestro grupo, situado en la zona intermedia entre la derecha civilizada y las organizaciones marxistas) dispuesto a no contabilizar en su favor ayudas artificiales ni votos que se otorgar¨¢n realmente a un hombre relevante -con glamour- como el presidente Su¨¢rez, pero bajo cuyas alas se cobija un amasijo heterog¨¦neo de grupos pol¨ªticos que, queri¨¦ndolo o no, hipotecan desde ahora y en gran medida su capacidad cr¨ªtica y su necesaria autonom¨ªa en las futuras tareas, dif¨ªciles y pol¨¦micas. de las Cortes Constituyentes.
Estimulados por esas adhesiones espont¨¢neas. no menos que por el an¨¢lisis objetivo de los factores en juego, nos encaramos serena y briosamente con el inmediato futuro desde una qu¨ªntuple base de acci¨®n:
a) Pedir insistentemente al Gobierno, por todos los cauces legales, que culmine el cumplimiento de los compromisos contra¨ªdos y de las ofertas realizadas a la Comisi¨®n de los nueve, respecto a la plena aplicaci¨®n de las medidas de liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos y al reconocimiento legal de los partidos a¨²n pendientes de ese tr¨¢mite, como medio de pacificaci¨®n de las zonas conflictivas y aseguramiento de una libre participaci¨®n de todos los sectores sociales en las elecciones convocadas.
Si -por desgracia- eso no se consumase antes del 15 de junio, pedimos a todos los partidos y organizaciones sindicales que no caigan en la trampa de la violencia ni en la de la abstenci¨®n electoral, sino que se comprometan p¨²blicamente, como nosotros lo hacemos, a que quienes lleguen a las Cortes como candidatos dem¨®cratas, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas, promuevan y voten, antes que otra cosa, esas dos grandes leyes de reconciliaci¨®n nacional: la de la amnist¨ªa para todos y la de legalizaci¨®n general de cuantas asociaciones pol¨ªticas y sindicales acepten la convivencia pac¨ªfica, en el marco de una democracia integral e integradora:
b) Instar al presidente del Gobierno, con tanta cortes¨ªa cuanto fortaleza, que haga honor a su palabra -y obligue a sus colaboradores a secundarle -de no emplear los instrumentos y resortes del Poder -sean gobernadores, alcaldes y otros funcionarios de la Administraci¨®n y del Movimiento, todav¨ªa en plena movilizaci¨®n, sean los medios estatales de comunicaci¨®n de masas, en especial la televisi¨®n y la radio- en apoyo prioritario de las candidaturas gubernamentales de la Uni¨®n del Centro Democr¨¢tico.
Para cooperar con el presidente en la no f¨¢cil tarea de asegurar que todos cuantos le rodean y secundan sean fieles a ese deber de imparcialidad electoral -ya gravemente lesionado por el hecho mismo de la participaci¨®n gubernamental en la contienda- importa que todos los partidos ajenos a la candidatura oficial fiscalicen tenazmente las infracciones a ese principio de neutralidad, las denuncien p¨²blicamente y recurran ?en amparo? a lasjuntas electorales, pero tambi¨¦n -en forma directa y telegr¨¢fica- al presidente, pidiendo correcci¨®n inmediata y sanciones adecuadas.
Simult¨¢neamente reforzar¨ªa la idea de que para cubrir las indispensables tareas de vigilancia, todos los partidos democr¨¢ticos concordasen, a nivel provincial la designaci¨®n de millares de interventores comunes, en personas de patente honorabilidad (pienso, por ejemplo, en maestros de escuelas nacionales y otros facultativos semejantes que lo acepten con conciencia de que pueden prestar un servicio impagable a la comunidad en esta prueba decisiva del 15 de junio).
e) Acelerar la elaboraci¨®n de unas bases constitucionales, en mesa redonda de todos los partidos sin discriminaci¨®n alguna, y sin m¨¢s ausencia que la de quienes se autoexcluyan por razones de su incumbencia.
No pretendo proponer aqu¨ª un borrador de esas bases que, por otra parte, han sido ya analizadas y sugeridas p¨²blicamente por expertos en Derecho Constitucional e, incluso, por comisiones de unos u otros partidos. Me limito a se?alar que en los varios textos elaborados hay sustanciales coincidencias, lo que es motivo de esperanza. Estructura democr¨¢tica del Estado, sujeto al imperio del Derecho y promotor de libertad y de igualdad para todos los ciudadanos y para todas las comunidades en que se integren; ordenaci¨®n jur¨ªdico-territorial, de car¨¢cter federativo, que garanticen al un¨ªsono las leg¨ªtimas autonom¨ªas de los pueblos y regiones y su solidaridad equitativa: legitimaci¨®n de todas las instituciones del Estado y de sus titulares, a trav¨¦s de la fidelidad a la Constituci¨®n, refrendada ¨¦sta por la voluntad popular, y por el juego de elecciones mediante, sufragio universal, en los casos que las normas constitucionales lo determinen; independencia, cooperaci¨®n y fiscalizaci¨®n adecuada de los poderes p¨²blicos, con preeminencia del poder legislativo y del poder judicial sobre el ejecutivo, pero suficiente estabilidad de ¨¦ste para el mejor servicio de los intereses generales; protecci¨®n jurisdiccional de los deberes y libertades de todos los ciudadanos y de las comunidades federadas, sobre la base de los pactos internacionales, incorporados a la Constituci¨®n; separaci¨®n del Estado y de las iglesias v confesiones religiosas, en r¨¦gimen de autonom¨ªa rec¨ªproca y cooperaci¨®n amistosa, en beneficio de todos los sectores sociales y con pleno respeto a la libertad de conciencia de cada ciudadano; ordenaci¨®n de todos los bienes econ¨®micos al bienestar comunitario armonizando las ¨®rbitas leg¨ªtimas de iniciativa y de gesti¨®n privada con las de car¨¢cter p¨²blico, en racional socializaci¨®n de lo que implique prepotencia monopolista o real perjuicio comunitario.
Sobre estas o similares l¨ªneas creo posible llegar a un amplio consenso, que cubrir¨ªa, de golpe, tres sustanciales objetivos: atenuar las tensiones en el proceso electoral, asegurar el car¨¢cter constituyente de las futuras Cortes, y abreviar la duraci¨®n de las mismas, o, por lo menos, el tiempo que hubieran de dedicar a la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n, ganando as¨ª prestigio ante la opini¨®n p¨²blica y ahorrando margen de actividades para estimular la acci¨®n del nuevo Gobierno y aprobar las leyes y medidas que requieren inaplazablemente los problemas laborales, econ¨®micos y culturales de nuestra Patria.
d) En conexi¨®n con esto ¨²ltimo, insistimos en pedir que durante la campa?a electoral se haga un m¨¢ximo esfuerzo por todos los contendientes para no tratarse como enemigos, sino como adversarios, y ello no s¨®lo para eliminar, en la mayor medida posible las violencias verbales y f¨ªsicas, sino para facilitar el clima constructivo de las Cortes y la composici¨®n de un Gobierno de amplio espectro democr¨¢tico.
e) Urgimos tambi¨¦n cordialmente a todos los partidos pol¨ªticos y a las organizaciones sindicales a dialogar, en r¨¦gimen de mesa redonda, sobre los puntos b¨¢sicos de un posible acuerdo de reconversi¨®n econ¨®mica, con medidas racionales y justas, a corto y a medio plazo, para sacar a nuestra Patria de la grave crisis en que se encuentra, por la incidencia de la crisis internacional, que agrava los defectos estructurales de nuestros sistemas productivo y fiscal.
Sea cual sea el resultado de las elecciones, ese convenio o pacto social -elaborado por los aut¨¦nticos representantes de las diversas fuerzas sociales y de un Gobierno democr¨¢tico- ser¨¢ insoslayable si no queremos aceptar -y no lo queremos- un suicidio colectivo.
Porque lo importante ya no es el fervor electoral, la obsesi¨®n del 15 de junio, sino lo que todos, ganadores y perdedores, habremos de hacer juntos -nos guste o no- al d¨ªa siguiente. Espa?a es un pueblo joven que tiene voluntad de vivir, de vivir en plenitud. Quien sea capaz de entenderlo y de sacrificarse por ello podr¨¢ superar el dolor de hoy y vivir, con el poeta, la alegr¨ªa -la esperanza- de ma?ana.
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