Introducci¨®n a las exposiciones
Unos cuantos son los lances que hay que afrontar, vicisitudes que vencer y suertes que decidir en el tr¨¢nsito (desde el ingreso al ¨¢bside, escaleras arriba y escaleras abajo) por las salas de exposiciones del nuevo Centro Cultural Villa de Madrid, sito en la entre planta y s¨®tanos de la reci¨¦n inaugurada y harto discutida plaza del Descubrimiento (vulgo, de Col¨®n), si absurda por fuera consumada, por dentro, entre la pompa y la indignidad.Se inicia la expedici¨®n con la prueba del estruendo. Una incesante y tonante catarata (?homenaje coyuntural a las del Ni¨¢gara?) le exigir¨¢ a usted, de entrada, el recurso a la m¨ªmica, si tiene la m¨¢s remota intenci¨®n de dialogar con sus convecinos de visita. Dif¨ªcil de otro lado, le resultar¨¢ comprender, por invencible que sea la afici¨®n filat¨¦lica, la santa paciencia con que los del gremio guar an colas interminables para lograr el sello o sellos conmemorativos, m¨¢s la valiosa estampilla del caso, y admirar los de otras fechas y conmemoraciones.
Mejor suerte tienen los visitantes de la muestra de arte actual hispanoamericano, flanqueada y restringida por la inserci¨®n de otras dos, respectivamente dedicadas a la escultura barroca de Paraguay y a las manifestaciones de la cultura taina de la isla de Santo Domingo. Aqu¨ª, al menos, no hay colas que guardar, aunque s¨ª tropel que compartir. No recuerdo lugar p¨²blico, de libre acceso, que haya suscitado tama?a concurrencia. ?Admirable vecindario de Madrid!
El vest¨ªbulo tiene algo de hall-cinco estrellas, algo tambi¨¦n de cafeter¨ªa, tipo cadena Morrison, y no poco de remozada estaci¨®n de ferrocarril. Al tiempo de su inauguraci¨®n, y en los d¨ªas inmediatamente sucesivos, se vieron sus muros decorados con unas rid¨ªculas alegor¨ªas, alusivas alas bellas artes, que la vergilenza propia, el consejo ajeno y el m¨¢s elemental sentido com¨²n han tenido la virtud, a lo que se ve, de arrancar y confiar al olvido.
Y comienza el descenso ad inferos. No deja de ser edificante y emotivo el espect¨¢culo de una muchedumbre abigarrada, eminentemente popular (familias, gente llana, grandes, medianos y m¨¢s chicos), descendiendo los pelda?os que conducen al ¨¢mbito expositivo, aunque venga ello a producirse por v¨ªa de sobresalto. Imposible se le har¨¢ al v¨ªsitante discernir, en un momento dado, si se halla en el marco de una exposici¨®n oficial, o bajo las gradas del Estadio Bernab¨¦u.
Ocurre, en efecto, que las gradas del auditorium, instalado en la planta superior, dejan al descubierto, en la inferior (donde se exhiben, justamente, las pinturas, esculturas y testimonios precolombinos), el reverso de su estructura escalonada, as¨ª, en hormig¨®n visto, en cueros, sin el m¨¢s leve recubrimiento, paliativo o adorno. De ¨ªndole an¨¢loga son los muros, las vigas y las pilas hormigonadas. S¨®rdido lugar, en cuya agobiante y desca¨ªnada extensi¨®n ni las obras de arte all¨ª congregadas pueden desmentir o atenuar un cierto aire y sucesi¨®n de vomitorios y evacautorios, en su m¨¢s literal acepci¨®n.
No le va a la zaga el montaje al marco. De columna a columna se han tendido paneles en inquietante l¨ªnea quebrada, a merced de un angosto pasillo (y siga usted la flecha) que convierte en laberinto indescifrable lo que debi¨® ser (y mucho m¨¢s, de cara a la masiva concurrencia popular) un recorrido espec¨ªficamente did¨¢ctico. Api?adas, hacinadas, comprimidas, las obras expuestas (sean inturas de hoy o testimonios del ayer) se niegan a la visi¨®n, mortecinamente iluminadas por obra y desgracia de unos focos instalados (?m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa!) en lo m¨¢s alto de este destartalado almac¨¦n.
Un almac¨¦n. Eso es, exactamente, lo que se nos quiere hacer pasar por espaciosa sala de exposiciones. Un almac¨¦n desmantelado, habituado al escombro y eventualmente dispuesto para presentar unas obras que, por insigne que sea su origen, no logran disimular un cierto ambiente de concurso, de aquellos, por ejemplo, de Educaci¨®n y Descanso. ?No inerec¨ªan una mejor acogida y un montaje m¨¢s digno los artistas que con tanta ilusi¨®n vinieron de all¨¢ de los mares, y las obras de esta exposici¨®n colectiva, la m¨¢s significativa que del arte hispanoamericano se haya celebrado nunca en Espa?a?
Tal es la ver¨ªdica y dram¨¢tica introducci¨®n a la triple muestra del arte de la Am¨¦rica espa?ola que por estos d¨ªas, y en sitio tal, se exhibe en Madrid. Se rumorea (desconozco, si lo hay, el comunicado oficial) que, el pr¨®ximo d¨ªa 1, quedar¨¢ reinaugurada en mejores condiciones de visibilidad, con alg¨²n criterio de ordenaci¨®n y el auxilio elemental de un cat¨¢logo. De ser ello cierto, la introducci¨®n que hoy afecta al continente se extender¨¢ al contenido, dejando, entretanto, a la consideraci¨®n del lector los juicios y pistas que obran en la entrevista con que se abren estas p¨¢ginas.
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