La superaci¨®n de la guerra civil
Hace unos d¨ªas ha sido reintegrado a la c¨¢tedra que ocupaba antes de nuestra guerra civil el eminente qu¨ªmico Francisco Giral, exiliado que nunca ocult¨® su condici¨®n de republicano militante. Wenceslado Roces ha profesado un breve curso en una de nuestras facultades universitarias. Han sido devueltos sus derechos a los cursillistas de 1933 que m¨¢s tarde fueron ?depurados?. Con todos sus bien merecidos honores, Aranguren, Tierno y Garc¨ªa Calvo han regresado a las c¨¢tedras de que se les expuls¨®. Mediante no f¨¢ciles tr¨¢mites administrativos, Tovar y Valverde, que tan gallardamente se solidarizaron con los tres antes nombrados, han sido llamados al ejercicio de la docencia, aqu¨¦l en Madrid y ¨¦ste en Barcelona. El doctorado honoris causa de Carande, vetado ayer, ha tenido gozosa celebraci¨®n. El llorado Trueta. contra quien determinada sociedad cient¨ªfica hab¨ªa lanzado su ?bola negra? -incre¨ªble. pero cierto-, pudo al fin recibir t¨ªtulo semejante en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. M¨¢s datos podr¨¢n a?adir, sin duda, los eruditos en el ramo. Pero acaso basten los aqu¨ª consignados para afirmar que bajo el mando de Aurelio Men¨¦ndez, el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia ha hecho todo cuanto le era posible para que una consigna m¨¢s veces formulada que cumplida. la ?superaci¨®n de la guerra civil?. vaya teniendo efectiva realidad en nuestra vida p¨²blica.Se me dir¨¢ tal vez que algo de esto se hizo cuando fue ministro Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez. y que as¨ª lo proclaman. entre otros, los nombres de Duperier. Casas y Boix. No ser¨¦ yo quien acoja con dengues tal observaci¨®n. Esto. sin embargo. no quita un ¨¢pice a la verdad y al m¨¦rito de cuanto acabo de apuntar. Con la peque?a autor¨ªdad de quien desde hace muchos a?os ha venido clamando oportuna e importunamente en favor de esa actitud y esas medidas, un universitarlo ya en v¨ªsperas de iniciar su mutis acad¨¦mico quiere que conste su sincero aplauso.
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