El baloncesto profesional norteamericano, el deporte en cuarta dimensi¨®n
El baloncesto profesional s¨®lo existe en Estados Unidos. Dos intentos realizados en Argentina, 1952, y Europa, 1975, fracasaron. El baloncesto ?seudoamateur? y, por tanto, ?seudool¨ªmpico?, a¨²n tiene en el resto del mundo m¨¢s atractivo, aunque el norteamericano, es verdaderamente! la cuarta dimensi¨®n del deporte de la canasta. Su inter¨¦s deportivo queda reflejado en los cincuenta millones de espectadores -mitad en directo, mitad por televisi¨®n- que le siguen. El econ¨®mico, con cifras astron¨®micas barajadas, m¨¢s a¨²n.
En el mundo del deporte existen acontecimientos que por su magnitud ning¨²n aficionado deber¨ªa dejar de ver alguna vez. El baloncesto profesional norteamericano es uno de ellos. En bastantes ocasiones se ha dicho ya que ?es otra cosa?, algo completamente distinto del baloncesto que estamos acostumbrados a contemplar en Europa, por ejemplo. Realmente resulta una l¨¢stima que ni por televisi¨®n no hayamos tenido en Espa?a la oportunidad de verlo nunca.Actualmente se juega la final del Campeonato de la NBA, la m¨¢s importante organizaci¨®n profesional que queda tras la desaparici¨®n, la temporada pasada, de la American Basketball Association, ABA. Esta organizaci¨®n naci¨® en 1967, justamente veinte a?os despu¨¦s que la NBA, y s¨®lo cuatro equipos de ella fueron admitidos en la superviviente: Nets, de Nueva York; Pacers, de Indiana; Spurs, de San Antonio, Texas y Nuggets, de Denver, Colorado. Precisamente son los ¨²nicos que tienen ahora enormes problemas econ¨®micos, pues; entre los cuatro deben 680 millones de pesetas. T¨¦ngase en cuenta que s¨®lo la inscripci¨®n en el torneo de la NBA, cuesta 214. Ni la venta de jugadores -caso Nets con Julius Erving-; ni alguna que otra colaboraci¨®n financiera conjunta; ni siquiera una emisi¨®n de obligaciones privada, que no encontr¨® eco p¨²blico, ha podido paliar su d¨¦ficit, un d¨¦ficit arrastrado por los mismos defectos que hicieron desaparecer ABA: sueldos y primas alt¨ªsimas para sus ingresos; excesivo triunfalismo, en resumen, como su aventura europea, sonoro fracaso.
El camino de la NBA, sin embargo, parece bien distinto. Cincuenta millones de espectadores esta temporada en directo y por televisi¨®n contin¨²an haciendo de este baloncesto profesional un negocio evidentemente rentable para los promotores que est¨¢n al frente de los equipos. Quiz¨¢ por eso, ya se crea para esta pr¨®xima temporada una nueva Liga profesional femenina, con diez equipos, numerosas jugadoras europeas reclutadas.
Por t¨¦rmino medio, unjugador de la NBA cobra m¨¢s de siete millones de pesetas al a?o, es decir, cerca de 100.000 pesetas por partido, aunque el fisco se lleve casi el 80% en impuestos. Naturalmente existen ?multimillonarios de millonarios?. Kareem Abdul-Jabaa, por ejemplo, el mulsumanizado Lew Alcindor, tiene un incre¨ªble salario anual de cuarenta millones, y su contrato por dos a?os es de setenta. Bastantes jugadores m¨¢s cobran entre los treinta, y 35. El alero Julius Erving, concretamente, nuevo jugador del Filadelfia esta temporada, fue el fichaje r¨¦cord en la historia del baloncesto profesional USA hace unos meses al contrat¨¢rsele por doscientos millones para cinco a?os. Junto a Alcindor es, sin duda, la gran estrella negra de la actualidad.
El baloncesto ha sido el primero de los grandes deportes colectivos en Estados Unidos -despu¨¦s ser¨ªan el beisbol, el rugby americano y el hockey sobre hielo- que ha abierto sus canchas a los atletas negros. Dos jugadores de cada tres son de color. Vienen as¨ª a confirmar su superioridad para este deporte mezcla de elasticidad, rapidez, habilidad y potencia, que dan para los norteamericanos la imagen del atleta profesional por excelencia, superior incluso al impresionante del rugby.
Negros o blancos, lo asombroso es el nivel f¨ªsico de los participantes en el baloncesto profesional USA. Un 50 % de los jugadores de la NBA superan los dos metros de talla -el m¨¢s alto, Tom Burleson, del Seattle, mide 2,23 y, naturalmente, s¨®lo acceden a los veintid¨®s equipos escogidos -cada uno de ellos con un m¨¢ximo de doce jugadores- los mejores, reclutados de las ligas universitarias -y amateurs- anteriores. Los menos agraciados disputan otras ligas profesionales de menor categor¨ªa, pero cualquiera de ellas comparable e incluso superior, al mejor baloncesto del resto del mundo.
En Estados Unidos, no se puede olvidar, naci¨® el deporte de la canasta cuando en marzo de 1891, en Springfield, Massachusetts, el doctor James Naismith, profesor de educaci¨®n f¨ªsica, fue encargado por el rector de su universidad de encontrar una diversi¨®n o un juego de sala cualquiera, que llenara las largas jornadas invernales, m¨¢s variadamente que los simples ejercicios de gimnasia. Entonces se inici¨® el baloncesto. Al cabo de 86 a?os en Estados Unidos hay cinco millones de practicantes y m¨¢s de 60.000 equipos entre amateurs y profesionales. Estos ¨²ltimos, en su m¨¢s alto nivel de la NBA, exponen sin duda uno de los mayores espect¨¢culos deportivos del mundo. Es algo made in USA y only for USA. S¨®lo puede comprenderse en su entorno, y por eso el intento europeo de hace dos a?os, a cargo de la ABA, fue un completo fracaso. Por estos lares todav¨ªa perdura, faltar¨ªa m¨¢s, el eterno amateurismo marr¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.