Helsinki dos concepciones frente a frente
El comienzo de la Conferencia de Belgrado sobre Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa ha sido confuso. Empez¨® en un clima de buena voluntad, pero por debajo se respiraba un conflicto entre los derechos de los individuos y los derechos de los pa¨ªses, y tambi¨¦n sobre el verdadero significado del Acta Final de Helsinki.La posici¨®n de Estados Unidos y de la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales se puede definir de una manera muy sencilla: la aut¨¦ntica seguridad internacional y de los Estados s¨®lo puede surgir de la supresi¨®n de las barreras que impiden el desarrollo de la libertad individual y los contactos entre las gentes del Este y del Oeste.
La posici¨®n sovi¨¦tica y de sus aliados del Este es que la seguridad del Estado tiene prioridad sobre la libertad del individuo, y que cualquier esfuerzo en contra de ese concepto vulnera la soberan¨ªa naicional y amenaza al sistema sovi¨¦tico y al Pacto de Varsovia.
Ambos bandos encuentran un lenguajecom¨²n en la Carta de Helsinki para respaldar sus distintos puntos de vista. Los diez principios del documento son casi tan extensos como los diez mandamientos.
En el art¨ªculo s¨¦ptimo del acta se dice que los pa¨ªses signatarios respetar¨¢n los derechos humanos y las libertades fundamentales, incluida la libertad de pensamiento, conciencia, religi¨®n o creencias, sin discriminaci¨®n de raza, sexo, idioma o religi¨®n. Evidentemente, la Carta de Heisinki no puede producir por s¨ª sola ni seguridad ni cooperaci¨®n, e incluso es posible que agrave las tensiones entre los dos bloques. Pero si ahora en Beigrado se preserva el derecho a una revisi¨®n anual del Acta, al menos as¨ª se mantendr¨¢ vivo el debate sobre los derechos humanos.
En el art¨ªculo sexto se se?ala que los pa¨ªses participantes se abstendr¨¢n de cualquier intervenci¨®n directa o indirecta, individual o colectiva, en los asuntos internos o externos de otro pa¨ªs firmante, sean cuales fueren sus relaciones con ¨¦l.
Las potencias occidentales consideran el art¨ªculo s¨¦ptimo como un reconocimiento de su derecho a investigar las violaciones de los derechos humanos en todas las naciones que intervinieron en Helsinki. Los Estados comunistas se apoyan en el art¨ªculo seis para rechazar esa pretensi¨®n.
Por esta v¨ªa, el r¨¦gimen sovi¨¦tico convierte a Helsinki en un cartel que indica en una carretera, el camino hacia un determinado lugar; pero hacia un lugar al que nunca se llega.
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