La pol¨ªtica econ¨®mica es inaplazable
EN FUENTES econ¨®micas cercanas al Gobierno Su¨¢rez circulaban en las ¨²ltimas horas versiones seg¨²n las cuales lo ?pol¨ªtico? volver¨ªa a tener precedencia sobre lo ?econ¨®mico?. De acuerdo con esas mismas fuentes, el nuevo Gobierno, que podr¨ªa presentarse ante el Congreso en los primeros d¨ªas de julio, concentrar¨ªa sus esfuerzos en la reforma constitucional, confiando en que la mano invisible y el largo par¨¦ntesis veraniego mantuviesen la marcha de la econom¨ªa hasta el Invierno, ¨¦poca, al parecer, m¨¢s propicia para la adopci¨®n de medidas de ?enfriamiento? de la coyuntura.La confirmaci¨®n de esas versiones constituir¨ªa un grave error de partida en esta nueva etapa pol¨ªtica que el pa¨ªs inicia ahora. Repetidas veces hemos denunciado desde estas p¨¢ginas la equivocaci¨®n que se comete al intentar separar las dos hojas de una misma tijera: pol¨ªtica y econom¨ªa. El resultado, medido en t¨¦rminos estrictamente econ¨®micos, no ha podido ser m¨¢s negativo. En 1976 los precios han crecido m¨¢s de cinco puntos, nuestras reservas internacionales descendieron, a pesar de una devaluaci¨®n, en 950 millones de d¨®lares, al tiempo que aumentaba el endeudamiento exterior en m¨¢s de 2.000 millones de d¨®lares: por otro lado, el modesto crecimiento de la actividad productiva no ha podido impedir que m¨¢s de 75.000 personas engrosaran las filas del paro. Y quien objete que estos son datos del pasado no tiene sino repasar tanto la evoluci¨®n de los precios como el empeoramiento de las expectativas empresariales durante los ¨²ltimos meses para comprender la actitud de pesimismo, sobre la que reposa nuestro diagn¨®stico de la situaci¨®n econ¨®mica.
En este terreno, el presidente Su¨¢rez parece condenado a defraudar siempre a quienes esperan de ¨¦l la atenci¨®n que exige la gravedad de la situaci¨®n. Cuando en el oto?o ¨²ltimo se adoptaron una serie de t¨ªmidas e incongruentes medidas, se afirm¨® que, una vez salvado el escollo del refer¨¦ndum, el presidente del Gobierno centrar¨ªa su atenci¨®n en los asuntos econ¨®micos; no fue as¨ª. Conforme se acercaba la primavera floreci¨® de nuevo la primac¨ªa de lo pol¨ªtico, y lo econ¨®mico qued¨® relegado hasta despu¨¦s de las elecciones. Se han celebrado ¨¦stas, los partidos pol¨ªticos m¨¢s importantes han hecho hincapi¨¦ en lo delicado de la situaci¨®n econ¨®mica pero, de nuevo, parece que el primer Gobierno constitucional de la Monarqu¨ªa tampoco dedicar¨¢ su atenci¨®n a los asuntos de la intendencia, acuciado, como.estar¨¢, por los temas pol¨ªticos. La lista de prioridades, o de pretextos, seg¨²n se mire, estar¨ªa ya elaborada: redacci¨®n de la nueva Constituci¨®n, reforma administrativa y elecciones municipales.
Pues bien, esta preterici¨®n de la econom¨ªa tendr¨¢ enormes costes pol¨ªticos para el Gobierno y para el pa¨ªs en general. Olvid¨¢ndonos por el momento del ataque es peculativo que contra la peseta se puede desencadenar en cualquier momento, la continuaci¨®n del ritmo de inflaci¨®n y de d¨¦ficit por cuenta corriente, Combinados con la falta de inversi¨®n y oportunidades de empleo, pueden sumir a la sociedad espa?ola en un clima ca¨®tico que haga muy dif¨ªcil, incluso imposible, cualquier forma de di¨¢logo entre los dos partidos mayoritarios, UCD y PSOE, para la soluci¨®n de los problemas pol¨ªticos que requiere el definitivo asentamiento de la democracia en Espa?a.
No es necesario creer ciegamente en que la historia es el mejor medio de interpretar el presente, para recordar con temor que uno de los factores decisivos en el fracaso de la II Rep¨²blica espa?ola fue la crisis que sacudi¨® a la econom¨ªa entre 1932 y 1936. Para que la experiencia no se repita es preciso exigir, tanto a Gobierno como a Oposici¨®n, la atenci¨®n que la situaci¨®n econ¨®mica requiere. En definitiva, no existe mejor ant¨ªdoto contra la vuelta de una dictadura que la prosperidad de los ciudadanos.
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