Las elecciones y el problema laboral
Espa?a est¨¢ ya en los albores de la democracia. Pero Espa?a es un matorral contra el que apuntan diversos rifles. Uno es el de la intransigencia, que utilizar¨¢ munici¨®n de gran calibre, por lo que tambi¨¦n de gran calibre ha de ser la operaci¨®n pol¨ªtica que intente el pacto, el entendimiento, el olvido del rencor y la vivencia del acercamiento entre todos los que tienen opciones pol¨ªticas y sociales distintas. La democracia comienza por el respeto mutuo, desde luego, pero no se agota en tan respetable actitud; por el contrario, ha de profundizar como sistema pol¨ªtico en el entramado social para ir a punta de lanza hacia la nivelaci¨®n, el equilibrio y la justicia sociales. De lo contrario, las democracias acaban en sistemas autoritarios, si no dictatoriales.
Operaci¨®n de relojer¨ªa
Con las elecciones generales celebradas hace unos d¨ªas el pa¨ªs ha iniciado una andadura pre?ada de riesgos y de esperanzas. En estos dos pr¨®ximos a?os, la operaci¨®n del tr¨¢nsito de los moldes autoritarios a los democr¨¢ticos va a ser de relojer¨ªa. De gran precisi¨®n. Si la derecha se aferra a los privilegios y la izquierda al ?no va m¨¢s?, el riesgo puede traducirse en siniestro. Pero estoy convencido de que imperar¨¢ el sentido com¨²n y que, entre todos, podremos hacer de Espa?a un pa¨ªs en el que pueda vivirse en paz, aunque ello exija, desde luego, sacrificios y dejaciones por parte de los que m¨¢s, tienen y ponderaci¨®n por parte de los que menos tienen.
Triunf¨® el deseo del cambio
En estas elecciones ha triunfado el deseo del cambio. Pero si, como dec¨ªa Miguel de Unamuno en un art¨ªculo publicado en El Sol el 13 de mayo de 1931, ? el arte de la Historia es el arte de profetizar lo pasado?, no estar¨¢ de m¨¢s recordar que en el congreso extraordinario del PSOE de junio de 1931 se plante¨®, por Remigio Cabello, miembro de la comisi¨®n ejecutiva, el delicado tema de la colaboraci¨®n con el poder constituido. Dec¨ªa Cabello que ?la Rep¨²blica tiene enemigos encarnizados en la izquierda y en la derecha. Han de ser, por tanto, los socialistas los elementos de centro que la defiendan?. Tras muchos debates triunfa el criterio de Prieto y L¨®pez Abad¨ªa, en el sentido de defender el r¨¦gimen pol¨ªtico vigente, pero pronunci¨¢ndose en principio por la no participaci¨®n en el Poder, aunque "la aceptar¨ªa si advirtiera que al inhibirse determinaba derroteros derechistas contrarios a los anhelos hondamente radicales del pa¨ªs...?.
Besteiro, que rechaz¨® la postura de Prieto con esa profesi¨®n de fe en la democracia interna que siempre ha tenido el Partido Socialista, entendi¨® que se estaba desperdiciando la ocasi¨®n plet¨®rica de responsabilidades para el PSOE de jugar el papel moderador que ¨²nicamente podr¨ªa desempe?ar dicho partido, en quien la burgues¨ªa ve¨ªa un muro contra el bolchevismo. Dej¨® entrever, por primera vez, sus temores a una implantaci¨®n de la dictadura del proletariado en Espa?a.
Intolerancia y radicalismo
En los momentos actuales que vivimos, el pueblo votante tiene una estructura econ¨®mica, cultural y social distinta a la de los a?os anteriores al 36. Por eso estamos en la ocasi¨®n ¨²nica de implantar una socialdemocracia que nos d¨¦ paz, justicia, prosperidad y libertad. Para ello resulta, a mi juicio, fundamental que triunfe en el quehacer pol¨ªtico y social lo que las urnas han mostrado: que hay que cambiar sin ir al abismo radical. Ser¨ªa triste que tropez¨¢ramos de nuevo en la misma piedra de la intolerancia y radicalismo que nos trajo tan funestas consecuencias.
Y en tal tesitura, otro fusil que apunta al matorral es el de la situaci¨®n econ¨®mico-laboral. La situaci¨®n de nuestro pa¨ªs no es normal, sino cr¨ªtica. Y para la estrategia de soluciones a la misma me parece fundamental que haya una colaboraci¨®n fruct¨ªfera entre las dos fuerzas pol¨ªticas -una de ellas, partido- que se han llevado los votos del electorado. Me parece coyuntural que la izquierda participe o no en el ejecutivo. Lo que resulta esencial es que aporte su esfuerzo y su programa para que dentro de la alternativa de Poder y por encima de ella se logre un modelo laboral adaptado a nuestras concretas circunstancias y que permita en un ¨¢mbito de justicia el desenvolvimiento productivo del pa¨ªs. Hitler fue posible, no lo olvidemos, por la inflaci¨®n y el paro.
El frente laboral constituye un punto de la m¨¢xima atenci¨®n en estos pr¨®ximos meses de instauraci¨®n de la democracia, y ser¨ªa un error de gran calibre relegarlo en aras de un empe?o pol¨ªtico-constitucional. El trabajador y el empresario no son en nuestro pa¨ªs lo que eran en los a?os del silencio. Ambos van aprendiendo a defender sus derechos y sus deberes. El trabajador ya lo sab¨ªa, pero no le han dejado utilizar los instrumentos normales de la Europa en la que estamos. El empresario lo sab¨ªa tambi¨¦n, pero se ha apoyado muchos a?os en la comodidad que el Poder le ofrec¨ªa. En la d¨¦cada de del 70 comenz¨® el despertar al realismo, pues el apoyo log¨ªstico del Poder era balbuceante. Hoy, los protagonistas sociales saben que s¨®lo cabe el avance con el entendimiento y el pacto, que, desde luego, no excluyen, sino quiz¨¢ presuponen, el conflicto. Y para que tal avance se produzca sin movimientos sociales s¨ªsmicos, creo que se precisa hacer frente a una serie de cuestiones que, si no son todas, son al menos las m¨¢s importantes.
Problemas acuciantes
La primera, basada en el paso de una legislaci¨®n laboral autoritaria a otra democr¨¢tica, como ya tuve ocasi¨®n de exponer en este mismo peri¨®dico, es la de propiciar un Estatuto de relaciones laborales que cambie, refunda y mejore lo hoy existente en la ley de Contrato de Trabajo de 1944, ley de Relaciones Laborales de 1975, decreto-ley de 1977 y ley de Convenios Colectivos de 1973.
Dec¨ªa Nieves N¨²?ez en Solidaridad Obrera de 21 de septiembre de 1932 que a su central sindical ?se le podr¨ªa vencer en la calle, en lucha abierta, pero no con decretos y con leyes?. Disiento. Lo importante es la g¨¦nesis de la ley, m¨¢s que la ley misma. Si no logramos una credibilidad en la ley, que emane de las Cortes, de las nuevas Cortes, poco habremos avanzado.
La segunda cuesti¨®n radica en el movimiento sindical. En el plano legal est¨¢ ya instaurada la libertad sindical. Ahora falta su real instauraci¨®n y el juego de la misma. Su puesta en marcha. Me atrevo a decir que de la actitud de las centrales sindicales va a depender en buena parte nuestro futuro pol¨ªtico. Si las centrales apuestan por sus objetivos, con clarividencia y realismo, creo que se conseguir¨¢ m¨¢s a favor de la democracia que si se apuesta por el radicalismo. La experiencia de la CGT francesa (comunista) en el mayo del 68 fue toda una lecci¨®n.
Los sindicatos espa?oles tienen primero que organizarse y luego actuar. Pero la masa en la calle es algo excepcional. Estoy convencido que tales sindicatos o centrales tienen en sus manos no ya el manoseado pacto social, sino, lo que es m¨¢s importante, la clave de nuestro devenir laboral. No creo que sea el momento del ¨®rdago social, ni deseo que venga, pues supondr¨ªa un fracaso del equilibrio pol¨ªtico, por el que supongo hemos apostado la mayor¨ªa. Del comportamiento de las centrales libres, agresivas, fuertes, aut¨®nomas y responsables, dependen muchas cosas.
La tercera cuesti¨®n incide en el deterioro del poder adquisitivo del salario. La inflaci¨®n galopante que padecemos puede echar por la borda las predicciones de los dem¨®cratas, y a los dem¨®cratas corresponde hacer frente al peligro. En concreto, al UCD y al PSOE, desde sus respectivas posiciones, pues la posici¨®n del Poder no se identifica necesariamente con el que lo detenta v¨ªa BOE.
Capital ap¨¢trida
En general, los salarios de los trabajadores espa?oles no tienen, en sentido absoluto, graves discriminaciones con los europeos occidentales. Pero, en sentido relativo, la inflaci¨®n los hace muy vulnerables respecto al poder de compra. Y en ese campo la opci¨®n es pol¨ªtica; de pol¨ªtica econ¨®mica. Si no hay confianza en la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, el capital emigra. El capital es ap¨¢trida. Y si no hay inversi¨®n, llega el paro, y con ello la inquietud social. Vamos a ver si entre todos -izquierda, centro y derecha- logramos que se trabaje con mejores condiciones, se invierta con m¨¢s confianza y se estabilice el mundo del trabajo.
Hay m¨¢s cuestiones, como la de la Seguridad Social, pero las citadas son las m¨¢s acuciantes. El afrontarlas sin miedos y con energ¨ªa es un condicionante esencial para la consolidaci¨®n de esta democracia esperanzadora y fr¨¢gil que nos ha tra¨ªdo el 15 de junio de 1977.
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