La "detente" mundial pasa por pa¨ªs
LAS RELACIONES franco-sovi¨¦ticas encierran una paradoja fundamental: son m¨¢s de lo que parecen, y mucho menos delo que son. Desde que hace justamente once a?os, en junio de 1966, el general De Gaulle visitar¨¢ la Uni¨®n Sovi¨¦tica -en olor de multitud, como acostumbraba el inventor de la apertura al Este-, las relaciones entre Par¨ªs y Mosc¨² han sobrevivido a todo sobresalto, pero sin revestir aut¨¦ntica profundidad. Las visitas en la ?cumbre? se suceden a un ritmo casi anual, y se cre¨® una gran comisi¨®n franco-sovi¨¦tica para el incremento de la cooperaci¨®n cultural, industrial y comercial. Comisi¨®n que, por otra parte, presidi¨® durante casi un lustro el entonces ministro franc¨¦s de Econom¨ªa y Finanzas, el hoy presidente Giscard.Entre 1970 y 1975, Los intercambios entre los dos pa¨ªses se han duplicado. Era el objetivo previsto, y se espera que la operaci¨®n se repita para 1980. Pero lo cierto es que Francia, a pesar de haber sido la pionera en la normalizaci¨®n de relaciones con el Este, todav¨ªa no.llega m¨¢s que al sexto lugar entre los pa¨ªses suministradores de la URSS, detr¨¢s de Alemania Federal y Estados Unidos, como es l¨®gico -o al menos previsible-, pero tambi¨¦n detr¨¢s de pa¨ªses como Finlandia, Jap¨®n o la propia Italia. La cooperaci¨®n t¨¦cnica e industrial es importante, pero limitada, y la cultural vuela por su terreno, tan intangible como ineficaz.
Sin embargo, en Francia se concede a la cooperaci¨®n con la Uni¨®n Sovi¨¦tica un inter¨¦s que supera lo meramente protocolario. Y ello tanto bajo la presidencia de De Gaulle y Pompidou como bajo la de Val¨¦ry Giscard d'Estaing, que gozaba, con respecto a sus predecesores, de una justa fama de ?atlantista? y pronorteamericano antes de su llegada al poder. A este inter¨¦s franc¨¦s corresponde asimismo un evidente inter¨¦s sovi¨¦tico, que cierra los ojos ante las cuestiones ideol¨®gicas antes de poner en peligro sus buenas relaciones con Par¨ªs. Ahora mismo, se cree saber que Brejnev no recibir¨¢ al secretario general del PCF, se?or Marchais; lo seguro es que si la entrevista tiene lugar, ser¨¢ con la debida discreci¨®n. Discreci¨®n que, por otra parte, est¨¢ acompa?ando a la visita del jefe del Estado sovi¨¦tico. Es el primer viaje a Occidente de Leonid Brejnev desde que ocupa sin rival la jefatura suprema de la URSS.
Con la ascensi¨®n de Jimmy Carter a la presidencia de los Estados Unidos, el concepto de ?detente? ha empalidecido. Carter ha tomado una serie de iniciativas sin consulta previa a sus aliados occidentales: el resultado de sus tomas de posici¨®n en el tema de los derechos humanos y los ?disidentes? sovi¨¦ticos ha sido un progresivo enfriamiento con Mosc¨², muy sensible a estas cuestiones. La reuni¨®n de Belgrado se anuncia dif¨ªcil, pues no hay una manera expl¨ªcita de consagrar los acuerdos de Helsinki, que no se han cumplido de manera concreta no s¨®lo en la llamada ?tercera cesta? -libre circulaci¨®n de ideas y personas-, sino tambi¨¦n en otros temas, como los de informaci¨®n militar. Las conversaciones ?SALT-II? se hallan en un callej¨®n sin salida. Al enfriamiento entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, el resto de los pa¨ªses occidentales ha asistido sin reaccionar, exceptuando precisamente Francia. El presidente Giscard, en su pasada conferencia de prensa de hace tres meses, tom¨® sus distancias con respecto a la Administraci¨®n Carter, a la que acus¨® precisamente de haber obrado por iniciativa propia y sin consultas previas.
Brejnev y Giscard, sin embargo, conceden una gran importancia a la ?d¨¦tente?. Y no es otro el sentido que reviste el viaje a Par¨ªs del jefe del Estado sovi¨¦tico: los temas m¨¢s importantes de la agenda de trabajo son precisamente los de la ?d¨¦tente? entre el Este y el Oeste, y los de la no proliferaci¨®n de armamento nuclear. Frente a estos dos grandes temas, que afectan a la estrategia, pol¨ªtica mundial, los de car¨¢cter bilateral y de cooperaci¨®n propiamente dicha parecen secundarios.
Por otra parte, el avance sovi¨¦tico parece frenado en Africa, pero el relativo fracaso de la conferencia ?Norte-Sur? no dejar¨¢ de provocar problemas y tensiones en el Tercer Mundo. Francia posee claros intereses africanos e intenta preservarlos aline¨¢ndose en favor de la moderaci¨®n, como lo ha mostrado su intervenci¨®n log¨ªstica en el conflicto del Zaire, o su ayuda a Marruecos y Mauritania en el Sahara Occidental, frente a los ?polisarios?, apoyados por Argelia. La estrategia mundial est¨¢ sufriendo una transformaci¨®n en profundidad. Transformaci¨®n que depende esencialmente de las relaciones entre Mosc¨² y Washington, y la-pol¨ªtica entre el mundo industrial y el Tercer Mundo. La escala de Par¨ªs era asi necesaria para la diplomacia sovi¨¦tica.
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