A cada uno lo suyo
Me dirijo a usted en la creencia, y con el ruego, de que estas l¨ªneas puedan tener acogida en este peri¨®dico; creo que merecen la pena y anticipadamente le doy las gracias.Voy a referirme al art¨ªculo publicado en el diario ABC, con fecha 9 de junio, titulado Centro 77, firmado por don Ricardo de la Cierva.
Entendemos el citado trabajo como uno de tantos de tipo pol¨ªtico, con apreciaciones personales y, naturalmente, propagand¨ªsticas y en lo cual no entramos ni salimos y menos polemizamos.
Pero, y este es el motivo de esta r¨¦plica, en el mismo se afirma (son palabras textuales) que en el a?o 1936 ?el pueblo quer¨ªa la guerra civil ?. Esta afirmaci¨®n carecer¨ªa de importancia hecha por otra pluma, pero al se?or De la Cierva su autoridad y responsabilidad como historiador no se le puede permitir este error que en nada se ajusta a la realidad.
Todos sabemos desde qu¨¦ punto de vista enfila sus objetivos el se?or De la Cierva -repito que no entramos en ¨¦l-, pero s¨ª a la verdad y el rigorde los hechos.
La guerra civil en Espa?a. Todos, y el se?or De la Cierva el primero, saben d¨®nde, c¨®mo y por qui¨¦n se prepar¨®, con qu¨¦ minuciosidad se conspiraba, y tambi¨¦n, ?por qu¨¦ no decirlo?, por la torpe, est¨²pida y suicida indiferencia de los que ten¨ªan la obligaci¨®n de haberla impedido y no supieron hacerlo, o tal vez no pudieron.
No, se?or De la Cierva: en 1936 el pueblo no quer¨ªa la guerra. Tal vez la quer¨ªan otr¨®.s, pero las consecuencias s¨ª las pag¨® el pueblo, y a qu¨¦ precio.
En estos momentos que vivimos y que pueden marcar el futuro inmediato de nuestro pa¨ªs observamos c¨®mo en algunos aspectos, s¨®lo en algunos, ha cambiado la mentalidad de las masas. Para transformarnos totalmente ten¨ªamos que dejar de ser celt¨ªberos, pues nuestras ra¨ªces son las mismas, y dos generaciones es poco tiempo para cambiarnos. Es cierto que los tiempos son otros, pero uno que peina pocos cabellos y blancos, no tiene que repasar las ¨²ltimas p¨¢ginas de la historia de nuestra guerra, por haberla vivido y sufrido en propia carne; efectivamente, una de las peores cosas es tener miedo al miedo; precisamente por esto y otras,cosas dio lugar a nuestra gran ?bronca del 36? a que nos referimos.
Volviendo, al principio de nuestra r¨¦plica; quede bien claro, se?or De la Cierva, y perdon¨¦seme la insistencia: en 1936 el pueblo espa?ol no quer¨ªa la guerra.
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