El pan debajo del brazo
No ha habido casi sorpresas en la lista del Gobierno que la imaginaci¨®n creadora de Alberto Schommer fotografi¨® ya durante la campa?a electoral con el pan debajo del brazo. Esto es lo que los espa?oles van a pedir del nuevo equipo ministerial: que solucione la econom¨ªa, tan deteriorada, y que acabe con la corrupci¨®n administrativa, tan habitual. En la foto faltan, sin embargo, los dos hombres fuertes del nuevo Gabinete. Fernando Abril, que ha sido ascendido a las responsabilidades de la vicepresidencia pol¨ªtica, y Enrique Fuentes, director de la econom¨ªa espa?ola en trance perentorio como el que se avecina.Fuentes es un economista de primera magnitud, un hombre conservador y un t¨¦cnico eficaz. Que sea el director del equipo econ¨®mico es probablemente la mejor noticia de la lista gubernamental. Sus diagnosis son conocidas y sus prop¨®sitos tambi¨¦n. Si ¨¦l y Alvarez Rendueles, de quien se habla como secretario de Estado para programaci¨®n econ¨®mica, siguen pensando lo que pensaban hace un par de meses, el d¨®lar se pondr¨¢ oficialmente a cien pesetas antes de que acabe agosto. Un plan as¨ª exige, d¨ªgase lo que se diga, una verdadera estabilizaci¨®n econ¨®mica, una congelaci¨®n de rentas y precios y un pacto de alg¨²n g¨¦nero con los sindicatos. A ¨¦l deber¨¢ dedicarse sin duda Jim¨¦nez de Parga, anclado en la oposici¨®n tradicional al franquismo y que llega al Ministerio de Trabajo con un pasado de buenas relaciones personales en algunos c¨ªrculos obreristas. Su principal tarea ser¨¢ convencer a ¨¦stos de que la austeridad econ¨®mica no ser¨¢ nuevamente el pretexto del lucro de las oligarqu¨ªas. Una aplicaci¨®n coherente y coactiva de las leyes fiscales en vigor, mientras se pone a punto la reforma, y medidas efectivas contra la especulaci¨®n del suelo parecen estar en la cartera de prop¨®sitos del nuevo vicepresidente econ¨®mico, que contar¨¢ con un equipo de profesionales competentes a sus ¨®rdenes y un ministro de Hacienda respetado en la calle y en la clase pol¨ªtica. Sus ¨ªntimos aseguran que el cerco al que fue sometido para aceptar la cartera rompi¨® al fin las resistencias de la enorme humanidad de Enrique Fuentes, siempre aspirando a ser ministro y nunca queriendo serlo. Esta era la tercera o cuarta vez que le ofrec¨ªan hacerse cargo en el Gobierno de los planteamientos econ¨®micos, pero nunca como ahora le han dado tantas facilidades y le han puesto en la mano tama?os resortes. En la soledad de su profesoral conciencia, Enrique Fuentes debe tratar de no espigar en su bolsa de los refranes eso de que una cosa es predicar y otra dar trigo.
En la otra punta de las preocupaciones presidenciales queda la organizaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Su¨¢rez, al que un d¨ªa o¨ª decir que estaba estudiando econom¨ªa por las noches, parece decidido a dejar los logaritmos y pilotar directamente la nave del Estado, mientras otros le resuelven la intendencia. No puede tener otro sentido el nombramiento de Fernando Abril, amigo personal del jefe del Gobierno desde hace muchos a?os, que juega el papel de eminencia gris del suarecismo con m¨¢s empe?o en el color del adjetivo que en las caracter¨ªsticas intelectuales del sustantivo. No se sabe qu¨¦ idea del Estado y de la convivencia entre las gentes tiene este hombre de aspecto gris y apesadumbrado, con cara de ministro de Agricultura, pero no con tanta que pudiera enfrentarse como era debido a la crisis de los tractores. Su¨¢rez parece querer asegurarse de que nadie le har¨¢ sombra desde dentro de su jard¨ªn y nadie se la va a hacer, desde luego. Abril en la vicepresidencia y Otero como ministro de despacho, le garantizan un Gabinete adicto y lo suficientemente poco brillante, con la excepci¨®n de P¨ªo Cabanillas. A P¨ªo le han dado el toro de mejor estampa y el m¨¢s toreado tambi¨¦n. Si logra ahora hacer de la televisi¨®n lo que algunos no supimos hace dos a?os, habr¨¢ hecho por la cultura espa?ola m¨¢s que Alfonso X. Pero es preciso que ¨¦l y los dem¨¢s entiendan que este pa¨ªs tiene que comenzar a ser gobernado de forma bien diferente a como lo ha sido hasta ahora. La Oposici¨®n es una realidad operante y activa en el panorama pol¨ªtico nacional. La creaci¨®n de un ministerio para las relaciones con las Cortes es una medida prudente en este sentido y una enorme responsabilidad para quien la ha aceptado. Pero las relaciones con las Cortes no pueden reducirse a un ministerio en medio de un per¨ªodo constituyente.
Una etapa as¨ª parec¨ªa reclamar un Gobierno provisional y fuerte que reuniera en lo posible lo m¨¢s amplio del espectro pol¨ªtico, para ayudar a los espa?oles a encontrar un sistema de convivencia adecuado. Eso hubiera exigido la presencia del PSOE en el Gabinete, pero tanto Su¨¢rez como Felipe Gonz¨¢lez rechazaron de antemano semejante posibilidad. El primero porque sus deseos de garantizar una continuidad del poder y los intereses en ¨¦l representados son evidentes. El segundo, por temor a la erosi¨®n que para su partido pudiera representar aceptar a corto plazo responsabilidades de gobierno. Un Gabinete como el que ahora se ha constituido es as¨ª de antemano un Gobierno d¨¦bil. Se puede siempre gobernar en minor¨ªa -y Su¨¢rez lo est¨¢ en las Cortes y en el voto popular-, pero no se debe hacer durante un tr¨¢nsito pol¨ªtico de la naturaleza del que vamos a abordar. El presidente ha hecho un equipo monocolor en el que los tonos medios y ocres son los m¨¢s acusados, y, sin duda, conf¨ªa en su propia capacidad pol¨ªtica m¨¢s que en los cerebros o la maquinaria de un partido inexistente para orientar el futuro de la gobernaci¨®n. Es presumible que no ha aprendido la lecci¨®n verdadera de los ¨²ltimos comicios: el cambio real y profundo que la sociedad espa?ola ha experimentado en los ¨²ltimos a?os y los deseos del electorado de que dicho cambio se concrete en las realidades del Estado. Los espa?oles aspiran a una nueva difusi¨®n del poder y a la no monopolizaci¨®n de ¨¦ste por ninguna ideolog¨ªa o clase social. El segundo Gobierno Su¨¢rez no ofrece, sin embargo, novedades espectaculares en este terreno. Es otra vez la derecha heredera de la derecha la que asume las responsabilidades de la direcci¨®n del pa¨ªs. Pero todav¨ªa no se ha escuchado una voz proveniente de esa Uni¨®n de Centro capaz de entusiasmar a los espa?oles o de ofrecerles un horizonte nacional diferente al que padecemos. Su¨¢rez tiene en su haber la habilidad de haber desmontado el franquismo y la honestidad de haber convocado las elecciones. Pero la democracia es siempre un sistema y nunca un programa de Gobierno. Un sistema que precisa, adem¨¢s, de una transparencia del poder todav¨ªa inexistente en el palacio de la Moncloa. Todo lo que sabemos los espa?oles a estas alturas del nuevo presidente Su¨¢rez es que se propone hacer una pol¨ªtica de centro izquierda -seg¨²n ha declarado- llenando de ministros derechistas su Gabinete.
Sobre las grandes opciones nacionales, ni palabra. Pero las grandes opciones, la autonom¨ªa pol¨ªtica de Euskadi y Catalu?a, el conflicto canario, la posici¨®n internacional de Espa?a, la organizaci¨®n de la ense?anza, la familia y la vida espa?ola de forma acorde con la realidad y las aspiraciones de nuestros ciudadanos, est¨¢n ah¨ª y no pueden esperar. Este pa¨ªs est¨¢ reclamando a corto plazo un cambio efectivo. El que un partido como el PSOE haya hecho del lema su eslogan electoral no quiere decir que s¨®lo la izquierda o s¨®lo el PSOE puedan protagonizar ese cambio. Pero ¨²nicamente quien sea capaz de poner en juego la imaginaci¨®n precisa podr¨¢ hacerse verdaderamente con el liderazgo de los espa?oles. Este Gobierno resulta un Gobierno aseado y pinturero para una situaci¨®n estable, y una verdadera inc¨®gnita para un presente tan apretado de presiones como el nuestro. No parece un Gobierno capaz de hacer ganar a la Uni¨®n de Centro las elecciones municipales, y se va a ver tan combatido desde dentro y fuera del Parlamento, que sus ministros pueden caer en la tentaci¨®n de aferrarse a la silla m¨¢s fuerte de lo debido, pensando que se les tambalea. Pero a la postre, si uno lo mira bien, es el ¨²nico Gobierno posible que la derecha espa?ola pod¨ªa ofrecer al pa¨ªs despu¨¦s de tantos a?os de abandonar sus intereses y sus teor¨ªas en manos de la dictadura. Estrechado entre los espa?oles del cambio y las fieras, ahora un tanto amansadas, del fascismo franquista -todav¨ªa con veinte diputados en el Congreso-, Su¨¢rez va a tener m¨¢s dificultades de las que piensa y menos de las que seria necesario. Si la foto de Schommer tiene alg¨²n significado adem¨¢s del visible, con su pan se lo coman.
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