Suspenso en sindicalismo
El an¨¢lisis de la declaraci¨®n program¨¢tica del Gobierno Su¨¢rez, y de los posteriores contactos del presidente del Gobierno y de varios ministros con los secretarios generales del PSOE y del PCE, pone de relieve que el nuevo Gobierno de la Monarqu¨ªa, a la vez que ha tomado respetuosa nota de la existencia de la Oposici¨®n pol¨ªtica, ignora ol¨ªmpicamente a las centrales sindicales democr¨¢ticas.La Oposici¨®n sindical ha sido marginada por el Gobierno Su¨¢rez, tanto en su declaraci¨®n program¨¢tica como en los posteriores contactos entre el Gobierno y la Oposici¨®n. El sindicalismo s¨®lo ha sido tenido en cuenta por el Gobierno una vez en su declaraci¨®n program¨¢tica, y utilizando, para ello, la vaga y equ¨ªvoca expresi¨®n de representaciones sindicales, que lo mismo puede referirse a las mil asambleas de centro de trabajo o empresa que a los sindicatos legalizados.
Lo sorprendente de tan clara marginaci¨®n es que la practique un Gobierno que, en la propia declaraci¨®n program¨¢tica, afirma, con toda solemnidad, que ?las grandes decisiones nacionales deben ser fruto de la participaci¨®n de todos los grupos y fuerzas sociales, mediante el di¨¢logo, la negociaci¨®n y el compromiso?.
No voy a entrar aqu¨ª y ahora en el an¨¢lisis de si es o no conveniente un compromiso entre el Gobierno, los empresarios y los trabajadores. No es ese el tema que hoy importa analizar sin que por ello deba ser olvidado.
Lo que s¨ª es terna de reflexi¨®n para hoy es que el programa del Gobierno, Su¨¢rez contiene un conjunto de grandes decisiones que, como la reforma fiscal, la lucha contra el paro, el perfeccionamiento de las prestaciones del seguro de desempleo y la moderaci¨®n del crecimiento de los salarios en el contexto de un proceso programado y suave afectan a la mayor parte de la poblaci¨®n laboral espa?ola, sin que, pese a ello, el Gobierno Su¨¢rez hay intentado dialogar o negociar con los sindicatos obreros re resentativos.
Tambi¨¦n son tema de urgente reflexi¨®n las omisiones, graves omisiones, que en materia sindical y social co tiene la declaraci¨®n pr¨®gram¨¢ti a del, Gobierno. Un Gobierno, dig¨¢moslo bien claro, para el que, lo que ¨¦l mismo llama normalizaci¨®n de la vida pol¨ªtica (?acaso est¨¢n legalizados todos los partidos y concedida la amnist¨ªa?), es la ¨²nica condici¨®n previa a cumplir par seguidamente poder ?acometer la normalizaci¨®n de nuestra situaci¨®n econ¨®mica?, es, cuando menos, un Gobierno al que hay que suspender en sindicalismo. Como se acerca la ¨¦poca de los ex¨¢menes de septiembre que, obviamente, tendr¨¢n lugar en el hemiciclo del Congreso de Diputados, parece oportuno recomendar a los se?ores ministros un curso acelerado de sindicalismo,y , lo que es m¨¢s importante a¨²n, un curso de an¨¢lisis de las interrelaciones entre lo econ¨®mico, lo pol¨ªtico y lo sindical.
Temas institucionales tan transcendentales para que el sistema econ¨®mico espa?ol pueda intentar funcionar, como son el restablecimiento de un nuevo marco (democr¨¢tico) de las relaciones laborales, la concesi¨®n de la amnist¨ªa laboral, la democratizaci¨®n de la gesti¨®n de la Seguridad Social, la definitiva desaparici¨®n de la AISS, la devoluci¨®n del patrimonio de la antigua Organizaci¨®n Sindical a sus leg¨ªtimos propietarios, el reconocimiento del derecho de huelga, o la regulaci¨®n de la acci¨®n sindical en la empresa, son temas del Gobierno y de los espa?oles, omitidos por aqu¨¦l en su declaraci¨®n program¨¢tica.
Que no se me diga que se trata de temas sectoriales que no pueden tener cabida en la primera declaraci¨®n de un Gobierno, salvo que el Gobierno entienda que los millones de espa?oles que viven de su trabajo o de su pensi¨®n, o del trabajo o la pensi¨®n de sus padres, o dem¨¢s familiares, son un sector (enti¨¦ndase la palabra en bastardilla en sentido peyorativo) cuyos problemas son peque?os o poco importantes, y, por tanto, no dignos de que el Gobiemo se ocupe de ellos en su declaraci¨®n program¨¢tica.
El Gobierno Su¨¢rez ha olvidado que la vida sifidical espa?ola no est¨¢ normalizada, y que, por tanto, contra lo que afirma ¨¦n su declaraci¨®n, a¨²n no se ha terminado de recorrer el camino conducente al restablecimiento de la libertad y de la democracia.
El Gobierno Su¨¢rez tiene raz¨®n cuando afirma que ha llegado la hora de encarar los problemas econ¨®micos. La verdad es que la hora de la econom¨ªa hab¨ªa sonado hace muchos meses. Al menos eso opinan los trabajadores. Pero ¨¦stos opinan que tambi¨¦n ha llegado la hora de la normalizaci¨®n sindical y laboral. Lo incomprensible es que el Gobierno del pacto social no lo haya entendido as¨ª, o (y no ser¨ªa menos disculpable) que se haya olvidado de que, adem¨¢s de los partidos pol¨ªticos (incluidos los de la izquierda) existen unos inventos, llamados sindicatos obreros y agrupaciones patronales, con quienes hay que hablar, responsablemente, de sindicalismo, de huelga, de salarios, de coste de la vida, de reforma fiscal y de tantos otros temas.
La declaraci¨®n program¨¢tica del Gobierno Su¨¢rez, no obstante sus positivas referencias a la lucha contra el paro y contra la inflaci¨®n, y a la progresiva participaci¨®n es tatal. en la financiaci¨®n de la Seguridad Social, es una declaraci¨®n coja, a la que, cuando menos, le falta perspectiva sindical, patronal y obrer¨ªa. Sorprende esta cojera, que, como su propio nombre indica, es una minusval¨ªa pol¨ªtica, si se tiene en cuenta que, entre los ministros del Gobierno que acompa?aron a Su¨¢rez en sus entrevistas con Felipe Gonz¨¢lez y con Santiago Carrillo, estaba el actual ministro de Trabajo, cuya participaci¨®n en la declaraci¨®n program¨¢tica del Gobierno (obras son amores y no buenas razones, querido Manolo) ha pasado inadvertida, porque no existe.
Mal comienzo este para el futuro de las relaciones entre el Gobierno y los Sindicatos. As¨ª no hay quien negocie y, mucho menos, quien pacte. El Gobierno Su¨¢rez se lo est¨¢ poniendo dif¨ªcil a s¨ª mismo. Por supuesto, ¨¦se es su problema, pero quienes van a padecer las consecuencias de un programa no negociado, y que, como mucho ser¨¢ le¨ªdo alg¨²n d¨ªa a los sindicatos para que lo oigan (no para que lo construyan)son los ignorados de siempre, los trabajadores espa?oles.
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