Valera frente a Zola
El problema del naturalismo lleg¨® a Espa?a como una oleada que sacudi¨® los muros en que se apoyaba el edificio de la novela. Su dimensi¨®n y su ¨ªmpetu fueron m¨¢s de lo que podr¨ªa suponer quien s¨®lo tratase de evaluar su volumen por la huella dejada en las novelas espa?olas. Un momento de abundante producci¨®n y alta calidad literaria -Emilia Pardo Baz¨¢n, Benito P¨¦rez Gald¨®s, Leopoldo Alas- no es explicable en su tono y detalles epis¨®dicos sin tener en cuenta la influencia de un concepto de la novela que se tomaba de la pr¨®xima Francia. Pero no pas¨® de una tendencia o un parentesco con algo que se apreciaba y se comprend¨ªa v¨¢lido. Hay naturalismo en alguna novela de los autores citados, en La madre Naturaleza y en La tribuna, en La desheredada y en La regenta, sobre todo en escenas aisladas, pero no se llega nunca al concepto determinista o biol¨®gico como inspirador de la trama ni al detallismo goz¨¢ndose en lo escatol¨®gico, lo obsceno o lo nauseabundo. Igual podr¨ªa decirse de la mayor parte de los narradores de la ¨¦poca, sobre los que hoy parece renacer la atenci¨®n tras decenios de olvido -Ortega Munilla, Jacinto Octavio Pic¨®n, etc¨¦tera-. La l¨ªnea naturalista directa, de entrega denodada, se prolong¨® y extingui¨® con la obra, poco lograda literariamente, de L¨®pez Bago y Alejandro Sawa. (La direcci¨®n zolesca tendr¨ªa su fecundo florecer espa?ol en Vicente Blasco Ib¨¢?ez.) Este panorama, repito, no se corresponde a la discusi¨®n y hasta algarab¨ªa que la existencia de la Escuela Naturalista en Par¨ªs, sus caracter¨ªsticas y sus pros y sus contras, produjeron en los medios literarios espa?oles. Revistas y peri¨®dicos dedicaron cantidad de art¨ªculos y se entablaron pol¨¦micas en las que la exaltaci¨®n y la virulencia indicaban en alg¨²n caso el apasionamiento con que se trataba el problema. El fen¨®meno en sus fechas y datos queda claramente extendido ante el lector en este libro de Luis L¨®pez Jim¨¦nez, quien tiene en cuenta el conocido texto de Pattison, El naturalismo espa?ol.
El naturalismo y Espa?a
Luis L¨®pez Jim¨¦nezAlhambra, 1977
Dos libros nacieron del fondo de aquellas discusiones. Uno, corrientemente citado, La cuesti¨®n palpitante, de Emilia Pardo Baz¨¢n, publicado en 1883; otro, de Juan Valera, aparecido en 1867, en que recogi¨® los art¨ªculos que hab¨ªa ido escribiendo en el a?o anterior para la Revista de Espa?a, menos citado
Dibujo de Nicol¨¢s Gless
que el de la escritora gallega y mucho m¨¢s interesante por el nivel cr¨ªtico y la elegancia de pluma con que contaba el autor de Pepita Jim¨¦nez. Su t¨ªtulo, con un cierto airecillo burl¨®n que nunca faltaba a Valera y que trae el recuerdo otro de Lope de Vega, es Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas. Con esto hemos llegado al verdadero tema del libro de L¨®pez Jim¨¦nez expresado en el subt¨ªtulo de la obra Valera frente a Zola. Su trabajo ha consistido en un documentado comentario a todos y cada uno de los art¨ªculos escritos por Valera, as¨ª como la ?carta dedicatoria? dirigida a Pedro Antonio de Alarc¨®n, que sirvi¨® de presentaci¨®n o pr¨®logo al libro.
Valera es antag¨®nico del naturalismo. En la argumentaci¨®n por la que L¨®pez Jim¨¦nez nos conduce asistimos a una especie de di¨¢logo entre lo que Zola predica y hace y lo que el escritor cordob¨¦s, indignado o socarr¨®n, va contraponiendo a sus teor¨ªas. La voz de la Pardo Baz¨¢n -sugeridora de la respuesta de Valera, a trav¨¦s de la edici¨®n francesa de su ?Cuesti¨®n?, seg¨²n se nos aclara- se une a la discusi¨®n como un eco reforzado del escritor franc¨¦s utilizado pol¨¦micamente por Valera.
Bien elegido el tema, Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas, sirve de piedra de toque para descubrir toda la magnitud del problema y su repercusi¨®n en la novela espa?ola. Aclara, tambi¨¦n, el impacto en el desenvolvimiento del realismo espa?ol, causado por la fuerte presencia de la novel¨ªstica de Zola.
A Valera se le llam¨® idealista precisamente por su postura frente al materialismo que se descubr¨ªa en la escuela francesa de novelar. Su postura es tajante e irreductible. Con citas que tomamos del estudio de L¨®pez Jim¨¦nez, el naturalismo era para ¨¦l ?la moda m¨¢s extravagante y absurda?, colocarse en sus teor¨ªas vendr¨ªa a ser como ?crear una literatura negando la literatura?, hasta suponer que ?un lenguaje realmente naturalista ser¨ªa inaguantable?.
Valera pretend¨ªa un ideal art¨ªstico para la novela. Abominaba -creo que este es el secreto- de la descripci¨®n. Lo real, dec¨ªa, ha de ser un medio y nunca un fin. Por las ideas est¨¦ticas de Valera llegar¨ªamos al modernismo y quiz¨¢ al arte puro, que la barrera naturalista parec¨ªa desviar. Pero esto ser¨ªa un tema que nos alejar¨ªa del comentario motivado por este completo y riguroso estudio del enfrentamiento de dos conceptos de la novela en un momento en que la narrativa espa?ola alcanza una alta cima.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.