Aguilar de Campoo tras las huellas de su historia
El tema del Patrimonio Art¨ªstico Nacional ha empezado a acaparar atenciones y ha de exigir, en un futuro inmediato, mucha tinta de imprenta, con el riesgo, tal vez, de abundar en denuncias, en vez de proponer alternativas. Anverso y reverso de la actual -situaci¨®n y datos fehacientes para un planteamiento alternativo, ofrecemos hoy dos casos: el de la comarca de Aguilar de Campoo, del que ocupa nuestro cr¨ªtico de arte, Santiago Am¨®n, y el del presunto museo de Atienza, cuyo comentario corre a cargo de Luis Carandell.
Ha pasado, me creo, el tiempo de la denuncia sistem¨¢tica y ha llegado el de la oportuna proposici¨®n de alternativas: en el sentido, al menos, o con la llana restricci¨®n de que, sin el refrendo de ¨¦stas, comienza aqu¨¦lla a hacerse improcedente y vana. Propicio como pocos a la pol¨¦mica, el tema de nuestro maltrecho patrimonio art¨ªstico-hist¨®rico empieza a suscitar (e ir¨¢ en aumento el caso) profusi¨®n de invectivas con el riesgo, las m¨¢s de ellas, o con la limitaci¨®n de achacar culpas a quien sin duda las tiene, en vez de sugerir soluciones y enmiendas a los que de hecho pueden y -deben procurarlas.No se trata ya de cargar sobre las anchas espaldas del franquismo cuantos males aquejan al llamado Patrimonio Hist¨®rico Art¨ªstico, Nacional. Cu¨ªdense de ello historiadores y soci¨®logos, cuyas dram¨¢ticas estad¨ªsticas no deja uno de comentar, ni de asentir tampoco, por livianas que a veces resulten, a muchas de sus tesis. Es la hora de las alternativas, rehuyendo el ordinario error de quedarse uno con la bien sonante redondez de la frase coyuntural, para dejar sentado que toda propuesta o solicitud de remedio a lo no hecho, o mal hecho, o descaradamente desmantelado, ha de avenirse a estas dos inexcusables referencias: lo cultural y lo popular.
M¨¢s all¨¢ de la consolidaci¨®n perentoria y adecuada conservaci¨®n de lo que queda, importa en el presente vivir, percibir, sentir y disfrutar del legado patrimonial precedente; conceptos, todos ellos, que si dicen relaci¨®n estrecha con el hecho cultural, en su m¨¢s veraz y com¨²n acepci¨®n, han de afectar primordialmente a los genuinos destinatarios, a los due?os o con due?os leg¨ªtimos de lo que, por encima de cuanto expliquen los libros y usurpen tantas veces los museos, ata?e a sus ra¨ªces y define su propia identidad: los pueblos, en cuyo suelo se asientan los monumentos del ayer, y los naturales moradores de su hoy en curso.
Tres claras urgencias
Acaba de crearse el Ministerio de Cultura, por el que, tiempo ha, ven¨ªase clamando a fin de dejar aclarados, de una vez por todas, difusos conceptos administrativos, unificar competencias, actualizar leyes y reglamentos, disponer y aplicar con correcci¨®n los medios m¨¢s id¨®neos para la tarea encomendada... y proveer, en fin, de cartera al fen¨®meno cultural. Lejos de dar consejos te¨®ricos a quien posiblemente no los ha menester, quieren estas l¨ªneas sugerir, a la vista de los hechos, una primera alternativa de car¨¢cter general: que, frente a las costosas restauraciones imperiales y suntuarias de anta?o (un anta?o a la vuelta de la esquina, aunque probado en cuarentena), se devuelva al pueblo la parte de iniciativa que mejor le cuadra y de la que, como se ver¨¢, es muy capaz de responder.
Ni todo puede hacerse desde Madrid, ni de mucho vale aquello de van a venir unos se?ores de Madrid, estamos pendientes de Madrid, veremos lo que dice Madrid..., cuando de lo que m¨¢s de una vez se trata es de retejar una techumbre, remover un escombro o descubrir un ¨¢bside. Dependan, en ¨²ltima instancia, de Madrid, los llamados monumentos nacionales o bienes del Patrimonio con may¨²sculas (aun a sabiendas de que su consolidaci¨®n, conservaci¨®n y custodia no hab¨ªan de ser menos eficaces por v¨ªa de descentralizaci¨®n) y queden confiados a las entidades regionales, comarcales, provinciales y locales sus propios monumentos, declarados o no como tales, m¨¢s los paisajes pintorescos y rasgos fison¨®micos que los adornan, en beneficio de sus m¨¢s leg¨ªtimos usuarios.
El legado patrimonial, as¨ª en tendido, aparte de verse preservados de cerca sus despojos y evitada la inminencia de su ruina, se en contrar¨ªa respaldado por atribuciones, competencias y responsabilidades solidarias, que hab¨ªan necesariamente de abocar a eficacia y traducirse en directa y gustosa participaci¨®n de sus destinatarios m¨¢s genuinos. A su tenor, la alternativa general a que antes alud¨ª bien pudiera ahora desglosarse en estas tres urgencias o pautas, harto viables, de ejercicio: A) Una pol¨ªtica de est¨ªmulo y apoyo a las iniciativas populares. B) Una pol¨ªtica de adecuaci¨®n de medios y fines. C) Una pol¨ªtica de prioridades.
No hay mejor acicate para la participaci¨®n popular que la oferta de iniciativas a quienes a diario se topan con la materialidad misma (la iglesia mayor, el convento de la esquina, la ermita del altozano...) de lo que se cita, engoladamente, como Patrimonio Nacional, y el apoyo decidido, frente a la demora burocr¨¢tica, de las que ya est¨¦n en curso. La adecuaci¨®n de medios y fines es cosa tan simple como el empleo del personal y mano de obra aut¨®ctonos, en contra de los desarraigados y habituales modos de contrataci¨®n por parte del Estado. La pol¨ªtica, en fin, de prioridades consiste (de acuerdo, pr¨¢cticamente, con la vigente y perpetuamente incumplida ley del a?o 33) en supeditar la reconstrucci¨®n a la consolidaci¨®n, la restauraci¨®n a la conservaci¨®n y la clausura oficial al uso p¨²blico.
?Por qu¨¦ no hab¨ªa de hallar la decidida encomienda del Patrimonio Hist¨®rico Art¨ªstico Nacional a quienes por costumbre lo contemplan, lo viven y, no sin tristeza, lo ven desplomarse, an¨¢loga respuesta, en el medio rural (donde el rom¨¢nico, el g¨®tico, el cisterciense.... son pan cotidiano), a la que en su respectiva demarcaci¨®n urbana vienen dando las bien nacidas asociaciones de vecinos? Lejos de entrar en conflicto, el control que compete al Estado podr¨ªa hallar su mejor complemento en el est¨ªmulo y apoyo de las iniciativas populares, como lo prueba el ejemplo que a seguido se expone.
El ejemplo de una iniciativa
En Aguilar de Campoo, villa y enclave natural de una vasta zona al norte de la provincia de Palencia, acaba de constituirse una asociaci¨®n de las caracter¨ªsticas que aqu¨ª se postulan. Merced a su incipiente iniciativa, se halla en v¨ªas de restauraci¨®n material, y expansi¨®n cultural a toda la comarca, el hasta ahora abandonado, expoliado y ruinoso monasterio cisterciense de Santa Mar¨ªa la Real. Asociaci¨®n de Amigos del Monasterio es el t¨ªtulo de la naciente entidad popular, a cuyo ejemplo y por cuya gracia e impulso va a salvarse el llamado Rom¨¢nico del Pisuerga, en la demarcaci¨®n antedicha, con m¨¢s de setenta templos del citado estilo, en un ¨¢rea inferior a los treinta kil¨®metros.
?El arte y la cultura -tomamos de su Bolet¨ªn Informativo- son de todos, pero esta propiedad no tiene a veces el respaldo jur¨ªdico y pr¨¢ctico que le corresponde; y as¨ª ha pasado con el monasterio. El pueblo de Aguilar, en cuyo solar se construy¨® y a cuya vida dio forma este monasterio, no fue o¨ªdo cuando se desarmotiz¨®; no fue o¨ªdo cuando se le despoj¨® de sus capiteles y biblioteca; no fue o¨ªdo cuando se le dej¨® arruinar. Pero ha llegado el momento de que sea o¨ªdo para. ayudar a su resurrecci¨®n, y ¨¦sta no pod¨ªa tener otro sentido que el de convertirlo en lo que siempre fue: una joya de arte y cultura.?
De acuerdo con el sentido del tiempo que vivimos, entienden los asociados lo de joya de arte y cultura como uso, disfrute y participaci¨®n del pueblo al que en verdad pertenece el monasterio, porque en verdad lo siente suyo y muy suyo. Y de las motivaciones pasan a los hechos de esta forma literal: ?El pueblo de Aguilar que, a trav¨¦s de su asociaci¨®n, ha realizado las gestiones oportunas para comenzar las obras de restauraci¨®n del claustro que quiere convertir en parque p¨²blico sus huertas; que quiere organizar ciclos de actos culturales a partir ya de este verano; que quiere participar activamente en los trabajos de limpieza, desescombro, ajardinado ycuidado del mismo.?
La Semana del Rom¨¢nico
Semanas despu¨¦s de su escueta declaraci¨®n program¨¢tica, la Asociaci¨®n de Amigos del Monasterio, tras remover las consabidas trabas burocr¨¢ticas, legales y econ¨®micas, empezaba a ver granados los frutos de su iniciativa: la Direcci¨®n General de Arquitectura le tiene oficialmente prometidos, a efectos de consolidaci¨®n y restauraci¨®n del claustro y zonas adyacentes, quince millones de pesetas, en tanto parecen prosperar las gestiones cerca del museo Arqueol¨®gico Nacional en el que se hallan depositados m¨¢s de treinta capiteles de valios¨ªsima factura, que, una vez restaurados, volver¨¢n a su originario emplazamiento.
Tambi¨¦n se ha hecho realidad el prop¨®sito de iniciar las actividades culturales antes de que el verano concluya. A partir del d¨ªa 30 del mes en curso tendr¨¢ lugar la Semana del Rom¨¢nico, con la participaci¨®n de destacados hombres del teatro (Jos¨¦ Luis G¨®mez pondr¨¢ en escena el Informe para una academia, y el grupo B¨²ho representar¨¢, en la iglesia del monasterio, el Miguel Servet), de las letras (Antonio Gala), de la arquitectura y el urbanismo (Antonio Fern¨¢ndez Alba, Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Gonz¨¢lez ... ) y de la m¨²sica (Ismael Fern¨¢ndez, ex director del coro de Silos, ir¨¢ al frente de un concierto-romer¨ªa a lo largo de las apretadas rutas del Rom¨¢nico del Pisuerga), m¨¢s la activa integraci¨®n de las masas en la confluencia de su arte secular y ciertos aspectos del mundo contempor¨¢neo, haciendo v¨¢lida la mejor de las alternativas: el pueblo como art¨ªfice de la conservaci¨®n y uso de su propia cultura.
Porque ha sido el pueblo de Aguilar, en el compacto anonimato de una Fuenteovejuna rediviva, el que, desde la constancia de una callada iniciativa diaria, ha posibilitado esta otra de m¨¢s altos vuelos, orgullo hoy de propios y ejemplo colmado para la ajena emulaci¨®n. Ha sido el pueblo de Aguilar el que ha participado activa y honrosamente en los trabajos de limpieza, desescombro, ajardinado y acon
dicionamiento, convirtiendo en riesgo propios, y en amorosa atencion a los rasgos naturales de su propia identidad, lo que antes dimos en llamar una pol¨ªtica de adecuaci¨®n de medios y afines. El pueblo, que contaba con algunas ense?anzas surgidas igualmente del pueblo y con nombres tales como las monjas clarisas, Roberto, Marciano o el Ni?o de la Piedra.
Es de saberse que don Juan, el anciano cura aguilarense, hab¨ªa dejado, tras su muerte, unos dineros a la comunidad de las monjas clarisas. Hijas, las m¨¢s de ellas, de Aguilar, no hallaron, para la herencia imprevista, mejor destino que restaurar la alterada capilla g¨®tica de su convento. Es de saberse tambi¨¦n que estas monjitas (a CUVO cargo y junto a la elaboraci¨®n de los tradicionales pasteles de su nombre, corre la lavander¨ªa de la localidad) han trabajado duramente en las obras de restauraci¨®n bajo la asistencia t¨¦cnica de las autoridades locales de Bellas Artes, y con el apoyo del Constructor Roberto y el alegre empe?o del famoso Ni?o de la Piedra, cantero y cantaor, que, entre golpe de cincel y golpe de cante, ha venido consolidando la b¨®veda medio en ruinas.
Marciano y sus muchachos
Tambi¨¦n por iniciativa del pueble, y mediante constantes gestiones llevadas a cabo desde la localidad, secundadas por la Delegaci¨®n Provincial del ramo, se ha conseguido que Bellas Artes ponga en marcha las obras de reparaci¨®n y consolidaci¨®n de la semihundida techumbre de la Colegiata de San Miguel. Entre las iglesias, en fin, que quedaron bajo las aguas del pantano de Aguilar (Cenera de Zalima, Villanueva del R¨ªo ... ) y las que, a causa, primordialmente, de la emigraci¨®n, se hallan en trance de abandono (las de Corvio, Matamorisca, Quintahernando, barrio de San Pedro, de Santamar¨ªa, Vallespinoso, Olleros, Cabria, Gama, Mave, Lomilla ... ) la ruina de esta abundosa muestra del rom¨¢nico (¨²nica, posiblemente, en el mundo) ser¨ªa tristemente segura, de no haber surgido semejantes y heroicos intentos populares (todos a una) en torno a lo m¨¢s suyo de lo suyo.
Valga. por todos los dem¨¢s el ejemplo de la iglesia de Frontada, cuya milagrosa salvaci¨®n se debe a Marciano y sus muchachos (mentes l¨²cidas y almas piadosas del pueblo). Al borde mismo del pantano antedicho y asentada, obviamente, en suelo perpetuamente h¨²medo y arcilloso, hace mucho tiempo que hubiera dado en los suelos esta peque?a joya del rom¨¢nico palentino, sita hoy en terrenos de la Confederaci¨®n H¨ªdrogr¨¢fica del Duero. Y no ha ocurrido as¨ª porque Marciano, el encargado de la tal Confederaci¨®n, con el auxilo de otros voluntarios, se ha entregado pacientemente a la diaria tarea de consolidar sus muros, curar sus grietas y fortalecer los cimientos.
La conclusi¨®n parece clara. Primero fue la an¨®nima iniciativa popular; a ejemplo suyo, ha nacido la Asociaci¨®n de Amigos del Monasterio con el com¨²n prop¨®sito de velar por el legado del Rom¨¢nico del Pisuerga, no qued¨¢ndole, a la postre, y ante tanto y tan manifiesto empe?o popular, a la autoridad centralista otro remedio que atenderde alg¨²n modo a lo que de otra suerte contar¨ªa ya en las estrofas del Estos, Fabio, ay dolor... ?Por qu¨¦ no invertir, de una vez por todas, los t¨¦rminos del grave problema, fomentando, de arriba abajo, una pol¨ªtica, seg¨²n qued¨® dicho, de est¨ªmulo y apoyo a las iniciativas populares, de prioridades sistem¨¢ticas y clara adecuaci¨®n de fines y medios?
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