Conversaci¨®n con Manuel Arce
Resulta a todo punto incuestiona ble el papel jugado por ciertas ga ler¨ªas en lo que ha sido la historia de las vanguardias pict¨®ricas de este siglo. Si atendemos particularmente a los dificiles a?os de nues tra posguerra, nos encontramos con que algunas de aqu¨¦llas man tendr¨¢n un rol decisivo frente a una administraci¨®n que, pese a inicia tivas ambiciosas, como habr¨ªan de ser las bienales hispanoamericanas, no lograr¨ªa, al cabo, sino un dudoso y fr¨¢gil maridaje. De entre las galer¨ªas que escogieron el dif¨ªcil camino de apostar por lo nuevo, no resulta excesivamente amplia la n¨®mina de las que gozaron de una larga vida. Por ello es de ley destacar el logro que supone cumplir bodas de plata para una sala como la santanderina Sur. Como una celebraci¨®n tal obliga a volver la ca beza para rememorar lo que es ya historia, hemos conversado acerca de ello con el novelista Manuel Arce, art¨ªfice de la sala.EL PAIS: Unos meses despu¨¦s de la clausura de Proel inaugur¨® Sur. ?Qu¨¦ motiv¨® dicha iniciativa y cu¨¢l fue la relaci¨®n entre ambas salas?
Manuel Arce: Pens¨¦ montar una librer¨ªa doblada de sala de exposi ciones que pud¨ªese sustituir a la desaparecida y oficial Sala Proel, cuya vida, aunque brev¨ªsima hab¨ªa sido muy importante en relaci¨®n con el arte de vanguardia de momento. Mi vinculaci¨®n a Proel determin¨® m¨ª vida. Adem¨¢s me alentaba el ejemplo de la labor que estaban haciendo las librer¨ªas Clan y Buchholz, en Madrid; Caralt, en Barcelona, o P¨®rtico, en Zaragoza. As¨ª que en julio de 1952, con la inestimable ayuda de Teresa Santamatilde, entonces mi novia, iniciamos la aventura con una exposici¨®n de Benjam¨ªn Palencia.
EL PAIS: ?C¨®mo fue aquella primera exposici¨®n?
M. A.: Se vendieron dos cuadros a un coleccionista de Madrid: una Cesta de moras, en 25.000 pesetas, y un Puerto de Zumaya, en 40.000. Much¨ªuimo dinero para aquella ¨¦poca. Benjam¨ªn Palencia estaba content¨ªsimo, recuerdo. Adem¨¢s, Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde dio en la sala una conferencia sobre su pintura. Los dos primeros clientes de libros fueron Ricardo Gullin y Pablo Beltr¨¢n de Heredia. Tuvimos mucha suerte. Nac¨ªamos muy arropados de amigos y de entusiasmos. Todos nos quer¨ªan ayudar y nos ayudaron. V¨¢zquez-D¨ªaz, Coss¨ªo, Llorens-Artigas nos dejaron inmediatamente sus cuadros y sus cer¨¢micas.
EL PAIS: Por aquel entonces usted manten¨ªa ya, desde hac¨ªa un tiempo. contactos con diversos n¨²cleos de las vanguardias peninsulares.
M. A.: Publicaba desde 1948 la revista de poes¨ªa La Isla de Los Ratones, y esto me hab¨ªa puesto en relaci¨®n con el grupo de Dau al Set, de Barcelona, a trav¨¦s de T¨¢pies y Tharrats, quienes, junto con Mir¨®, Ponc, Guixart y Guinovart, ilustraron algunos n¨²meros. Y conoc¨ªa en Madrid a los integrantes de la Escuela de Vallecas, Menchu Gal, Garc¨ªa-Ochoa, Alvaro Delgado Del Olmo... Y a todos cuantos se reun¨ªan en Gij¨®n: Arias, Mallo, Redondela, Novillo, Caneja...
EL PAIS: La pol¨¦mica acogida de Proel por parte del p¨²blico, pese a su excelente labor, no auguraba precisamente un futuro f¨¢cil para Sur, que se situaba. dentro de una estra.tegia semejante. ?C¨®mo respond¨ªa la ciudad?
M. A.: No respond¨ªa. Se vend¨ªan poqu¨ªsimos libros, las exposiciones pasaban, casi siempre, sin pena ni gloria. Fueron a?os muy dif¨ªciles los primeros. Pero est¨¢bamos lle nos de entusiasmoy los amigos, lo escritores, los pintores, nos alenta ban y procuraban ayudarnos. S¨®lo as¨ª pudimos supervivir al cl¨ªma tan reaccionario de la ciudad. La gente se carcajeaba de las exposiciones R¨¢pidamente se nos vaticin¨® un fracaso inminente. Hubo apuesta a que durar¨ªamos seis meses... un a?o, exponiendo aquellos camelos Trist¨ªsimo.
EL PAIS: Es indudable que el tiempo transf¨®rm¨® notablemente el panorama. La larga trayectoria de la galer¨ªa lo demuestra. La inexistencia de un mercado inicial y el desinter¨¦s general han dado paso a una situaci¨®n muy distinta. ?Cu¨¢l es ¨¦sta en la actualidad?
M. A.: Ha cambiado. Es una nueva sociedad. El proceso socioecon¨®mico experimentado por el Dais, unido a la labor de tantos a?os de exposiciones -llevamos quinientas- y la atenci¨®n de las nuevas generaciones salidas de la Universidad por el arte y la literatura ha cambiado la mentalidad de la ciudad. De ser una sociedad cerrada y llena de prejuicios hacia todo lo nuevo, ha pasado a ser una sociedad abierta y llena de curiosidad hacia todo lo que sea vanguardia. A m¨ª me parece un milagro. En honor a la verdad hay que se?alar que la batalla por el arte se ha venido dando en Santander desde muchos frentes: la Escuela de Altamira, con las reuniones en las que participaron Gull¨®n, Ferrant, Westerdahl, Artigas, Coss¨ªo, Baumeister, Sartoris, Beltr¨¢n de Hered¨ªa, etc¨¦tera, en los a?os 49 y cincuenta, fue el punto de partida. Despu¨¦s la gran ?Exposici¨®n Internacional de Arte Abstracto?, celebrada en 1953 con motivo del curso El arte abstracto y sus problemas, organizado por la Universidad Internacional. Y en a?os posteriores, los Cursos de arte que se han venido celebrando en el palacio de La Magdalena.
Para conmemorar estos veinticinco a?os de labor, la galer¨ªa Sur ha organizado una exposici¨®n colectiva que, bajo el ep¨ªteto de Cl¨¢sicos contempor¨¢neos, re¨²ne los nombres de algunos de los artistas de m¨¢s peso dentro del panorama secular. Son ¨¦stos: Braque, Coss¨ªo, Chagall, Chillida, Gargallo, J. Gonz¨¢lez, Gris, Leger, Lobo, Mallo, Mir¨®, Picasso, T¨¢pies, Vasarely y V¨¢zquez-D¨ªaz. De entre las piezas de la muestra destaca, sin duda, un excelente Mir¨® de 1927. Lo que bien pudiera parecer un tour deforce para regalarse en la conmemoraci¨®n no resulta, sin embargo, ajeno, si hacemos memoria, a la normal andadura de Sur. Pues, como nos recuerda el profesor Bonet Correa en el cat¨¢logo de la exposici¨®n, en una trayectoria sin exclusiones, su mejor m¨¦rito fue siempre su atisbo, su temprana alerta, el saber desde un primer momento y fecha por d¨®nde andaban los tiros.
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