Larra
Con este calor no hay nadie en Madrid, porque a los que se fueron de fin de semana les ha cogido la subida de la gasolina en la carretera y se han encontrado sin fondos y sin carburantes. Andan por ah¨ª todos tirados -yo los he visto a la altura de Los Molinos-, como en La autopista del Sur, de Cort¨¢zar, ligando cada uno con la mujer de su pr¨®jimo y pregunt¨¢ndose si no han votado contra s¨ª mismos al votar a la Uni¨®n de Su¨¢rez Democr¨¢tico.Es lo que le ha pasado al conde de Lavem (ap¨®crifo), que aunque no vot¨® a la Uni¨®n de Su¨¢rez Democr¨¢tico, se fue de vacaciones a Italia cuando la peseta val¨ªa un 20% m¨¢s, y ha tenido que Irabajar, de gondolieri en Venecia, cantando romanzas napolitanas en catal¨¢n a los turistas yanquis, para pagar el tour-operator.
Bueno, pues yo, que ni he votado a Su¨¢rez, ni tengo voz para gondolieri, ni conduzco, ni manejo, como dice mi querida Silvia, que es una argentina como obtenida de S¨¢bato, me he ido al caf¨¦ del Pr¨ªncie por hacerle una entrevista a don Manano Jos¨¦ de Larra, que con algo tienes que llenar la columna, y Larra es hoy actualidad, que aqu¨ª tienes que escribir como Quevedo y pegarte un tiro a los veintitantos a?os para ser actualidad un siglo m¨¢s tarde, porque los cr¨ªticos literarios se la cogen con papel de f¨²mar, marca Jean, que es la fina, y no se precipitan nunca. Siempre se lo piensan, cuando menos, siglo y medio.
El caf¨¦ del Pr¨ªncipe est¨¢ ahora refrigerado, no como en tiempos del rorn¨¢nticoj encuentro a don Mariano Jos¨¦ posando para Ram¨®n G¨®me2: de la Serna, que le est¨¢ haciendo un,pr¨®logo (nunca una biograf¨ªa, como se ha escrito), y para Carmen de Burgos, que le est¨¢ preguntando cu¨¢ntos libros tiene en su casa, para ponerlo, con minuciosid.ad f¨¦menin¨¢, en la extens¨ªsima biografia que le hace
-No muchos. Pero nunca me falta Quevedo.
-Ya se nota, maestro me inmiscuyo.
-?C¨®mo dec¨ªa, joven?
-Nada,jefe.
Otro que est¨¢ chupando rueda es C¨¦sar Gonz¨¢lez-Ruano, quien escribi¨® hace muchos a?os un libro titulado Larra o la vida deprisa, que hoy nadie cita, pero que est¨¢ bien de intuiciones. Le pido a don Mariano Jos¨¦ que me dedique mi propio libro Larra. Anatom¨ªa de un dandy, primero de los que hice. (1965). Creo que fui el primero en entender como dandy a Larra, y hoy todo el mundo le entiende como tal, pero de mi libro no hablan para nada, con lo bonito que es.
-En-este pa¨ªs, ya se sabe, joven -me consuelael maestro.
'Eduardo Haro-Tecg1en, tan alto, tan sabio, tan fino, tan listo, le est¨¢ haciendo al rom¨¢ntico una entrevista para Triunfo con motivo de la obra que Buero Vallejo ha escrito sobre la vida de Larra: La detonaci¨®n. Me lo dijo Antonio Buero un d¨ªa, en la Fundaci¨®n March:
-Mi problema es que quiero meter, digamos, art¨ªculos enteros de Larra, todo su pensamiento, y eso es dif¨ªcil en el teatro, claro.
Pero Buero lo habr¨¢ resuelto, seguro. Parece que se hab¨ªa hablado de la inabarcable Charo L¨®pez para el personaje de Dolores Armijo, la amante del rom¨¢ntico. Pero el propio Larra me lo desmiente mientras se toma otra zarz¨¢parifil¨¢. on the rocks.
-No, seguramente no puede. Adem¨¢s, Dolores no era tan guapa.
Y se lleva la mano al pecho, con la evocaci¨®n, donde le duele todav¨ªa la sangre que le salpic¨® el tiro, sangre que yo he visto en su camisa, guardada por don Fernando de Larra (ya fallecido) en el paseo del Prado, 16.
Jos¨¦ Mart¨ªn, vestido a¨²n de conde de Montecristo, se fija mucho, para hacer de Larra en la teleans¨®n, y yo le pregunto al dandy si no har¨¢ cr¨®nicas de las Constituyentes:
-Eso es arriesgado, joven. En las Cortes espa?olas siempre acaba pisote¨¢ndole a uno el caballo de Pav¨ªa. Que, por cierto, me han di-cho que se ha hecho de Alianza. El caballo, no Pav¨ªa.
Y dicho esto se nos muere a todos dulcemente entre los brazos. Porque lo del tiro es leyenda, claro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.