M¨¢s all¨¢ de la diplomacia
Ante las evidentes dificultades y problemas que plantea la candidatura espa?ola, as¨ª como ante la importancia de las obligaciones y derechos que deben asumirse como consecuencia de la adhesi¨®n conviene comenzar a prepararse, elaborar una estrategia capaz de vencer los c¨ªrculos de resistencia y, sobre todo, crear unos mecanismos abiertos para la negociaci¨®n.
La preparaci¨®n interna
La adhesi¨®n a las Comunidades requiere, en primer lugar, que exista un orden econ¨®mico y social internos, capaz de asumir el resto del libre cambio. En segundo lugar hace falta que se difunda y promueva un conocimiento profundo de la realidad comunitaria y en tercer lugar que se preparen los medios humanos que se requerir¨¢n en el horizonte de 1981.
En materia econ¨®mica, la integraci¨®n europea exige la similitud de sistemas econ¨®micos y la adecuaci¨®n de las econom¨ªas mutuas en el curso de un periodo razonable de transici¨®n. Esta integraci¨®n se basa en unos principios fundamentales, tales como la existencia de un mercado ¨²nico, la libre circulaci¨®n de personas, servicios y capitales, la libre competencia con el control severo de las distorsiones y abusos de posici¨®n dominante, la libre iniciativa y la elevaci¨®n del nivel de vida y mejora de las condiciones de vida y trabajo.
Como dec¨ªa Jean Monnet, la construcci¨®n europea ha sido concebida para unir pueblos con ideales afines, en beneficio del ciudadano y, desde un punto de vista econ¨®mico, esta construcci¨®n europea ha dado sus frutos a trav¨¦s de la llamada econom¨ªa de mercado. La segunda vertiente de la preparaci¨®n econ¨®mica consiste en adecuar nuestra econom¨ªa a la europea, para que el matrimonio se haga sin traumas y que las diferencias en el nivel de desarrollo econ¨®mico no se acent¨²en, sino que disminuyan.
A este respecto debemos pensar seriamente en los t¨¦rminos de un plan econ¨®mico que tenga en cuenta la opci¨®n europea de nuestra econom¨ªa, no potenciando sectores hoy problem¨¢ticos en el resto de Europa y que ma?ana ser¨¢n problema nuestro y buscando la complementariedad de las econom¨ªas en lugar de las divergencias.
Para conseguir el ¨¦xito de un planteamiento econ¨®mico e industrial es requisito indispensable la apertura de un di¨¢logo no apasionado entre los diversos componentes de las fuerzas sociales. Los pa¨ªses europeos que han logrado un mayor desarrollo econ¨®mico, social y de bienestar del ciudadano son precisamente aquellos en que el di¨¢logo positivo ha existido y sigue existiendo, pero no entendido como bloqueo de situaciones, sino como progreso en com¨²n.
Por lo que se refiere a los derechos y obligaciones, es lo que se llama, en jerga comunitaria, los logros de la integraci¨®n, que derivan tanto de los propios tratados institucionales como de los actos y decisiones intervenidos en el curso de los a?os de existencia de las comunidades, que son de tipo muy diverso y contienen aspectos muy amplios como son la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas, la armonizaci¨®n de normas t¨¦cnicas, la armonizaci¨®n fiscal, el derecho de sociedades, la libre circulaci¨®n de trabajadores, el derecho de competencia, la reforma de los monopolios, la libre circulaci¨®n de servicios, la armonizaci¨®n de disposiciones sociales, la pol¨ªtica agr¨ªcola, la pol¨ªtica de medio ambiente, la protecci¨®n del consumidor..., etc¨¦tera.
Otra de las consecuencias de la adhesi¨®n es la necesidad de un importante potencial humano, para asumir sus tareas en las instituciones europeas, en la Administraci¨®n espa?ola, que deber¨¢ ser reforzada, y en las organizaciones p¨²blicas y privadas. Es ¨¦sta una tarea urgente y que debe afrontarse inmediatamente, porque 2.000 especialistas no se crean en pocas horas.
En la preparaci¨®n interna, por consiguiente, el Gobierno y las fuerzas econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales tienen una gran tarea inmediata que cumplir, para preparar la econom¨ªa y para desarrollar un gran esfuerzo de conocimientos y adaptaci¨®n al sistema al que vamos a unirnos.
En el fondo, lo que se necesita es una amplia reflexi¨®n e importante modificaci¨®n de h¨¢bitos de la sociedad, de la empresa y de la Administraci¨®n para asumir con plena responsabilidad el poder pol¨ªtico y tas competencias econ¨®micas transnacionales para pensar y decidir con, en lugar de pensar y decidir por s¨ª mismo, ya que la transferencia de las, hoy, competencias soberanas es un hecho capital al que hay que comenzar a habituarse. En este momento no puedo dejar de se?alar la inmensa tarea que, desde hace casi diez a?os vienen desarrollando las C¨¢maras de Comercio espa?olas y su Consejo Superior, y que ha servido, sin ning¨²n lugar a dudas, a crear este clima de opini¨®n y de conocimiento que permite hoy al Gobierno espa?ol presentar la candidatura con el respaldo consciente de los operadores econ¨®micos.
La estrategia externa
La estrategia externa debe tener en cuenta el hecho de que las Comunidades son un ente en movimiento y que, en los pr¨®ximos meses, aparecer¨¢n serias resistencias econ¨®micas.
La primera de estas circunstancias, es decir, el que en los a?os inmediatos las Comunidades seguir¨¢n avanzando y legislando, exigir¨¢ que debamos seguir muy de cerca el proceso de integraci¨®n y que, adem¨¢s, se instauren los mecanismos adecuados para que las nuevas decisiones que vayan adoptando las instituciones comunitarias se hagan con una participaci¨®n directa o indirecta nuestra. Puede, as¨ª, pensarse en tener una presencia permanente en el Parlamento Europeo, en el Comit¨¦ Econ¨®mico y Social y en todos aquellos organismos y comit¨¦s cuya labor nos interese, bastando con desarrollar, por ejemplo, el reglamento interior de la comisi¨®n mixta.
Para la ruptura del cerco de resistencias hay que proceder a diversos niveles y preparar la opini¨®n p¨²blica europea a enjuiciar sin apasionamientos y sin manipulaciones demag¨®gicas la candidatura espa?ola.
Cada sector de la sociedad tendr¨¢ su parte de responsabilidad en esta acci¨®n, cuyo objetivo ser¨¢ el de desapasionar un debate examinar con seriedad las posibles soluciones a problemas concretos.
Conviene as¨ª crear grupos de trabajo bilaterales para analizar los problemas, promover el contacto permanente del Gobierno con sus hom¨®logos europeos, invitar a las instituciones europeas para que conozcan nuestra realidad e ir a Europa a conocer la de ellos y a mejor explicar la nuestra. S¨®lo un conocimiento real y una explicaci¨®n permanente a la opini¨®n p¨²blica europea permitir¨¢ que no se elabore una doctrina de excusas para impedir que las negociaciones progresen.
En este sentido, convendr¨ªa que el presidente del Gobierno hiciera una ?gira de capitales?, visitara las instituciones y pronunciara sendos discursos ante el Parlamento y el Comit¨¦ Econ¨®mico y Social. No se trata de ?copiar? la gesti¨®n de Portugal sino de reforzar nuestra imagen exterior, hoy m¨¢s bien folkl¨®rica.
Ser¨ªa igualmente conveniente que una delegaci¨®n parlamentar¨ªa espa?ola asistiese a la sesi¨®n del Parlamento Europeo de los d¨ªas 12 a 16 de septiembre. Las C¨¢maras de Comercio han iniciado ya un programa que refuerza m¨¢s la ¨²til y eficaz acci¨®n que desde hace a?os han emprendido en Europa.
Un organismo para negociar
Negociar la adhesi¨®n no es lo mismo que negociar acuerdos internacionales cl¨¢sicos porque, como hemos repetido en m¨²ltiples ocasiones, la adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades no es un acto administrativo, sino un acto pol¨ªtico de envergadura, al determinar una opci¨®n fundamental en materia de concepci¨®n del presente y futuro del pa¨ªs. Ingresar en las Comunidades supone no s¨®lo asumir unas obligaciones que tendr¨¢n importantes repercusiones sobre la actividad social, econ¨®mica, de pol¨ªtica interna y externa, sino que, adem¨¢s, supone el querer construir con otros, mediante una cesi¨®n progresiva de soberan¨ªas, un nuevo conjunto econ¨®mico, pol¨ªtico y de relaciones internacionales.
La opci¨®n es muy seria y fundamental. Las condiciones que se pacten lo ser¨¢n igualmente. Por ello, esta tarea no puede ser la competencia exclusiva de un ministerio y dir¨ªa que ni siquiera de la sola Administraci¨®n.
Si la preparaci¨®n de la candidatura se ha elaborado con sigilo, no as¨ª lo pueden ser los pasos siguientes, respetando, evidentemente, la necesaria discreci¨®n de unas negociaciones y posturas que tampoco se pueden llevar en la calle.
Habida cuenta de la importancia de la opci¨®n, del conjunto de factores que habr¨¢ que considerar, de la necesaria acci¨®n exterior perfectamente coordinada, parece oportuno que la direcci¨®n de esta negociaci¨®n no sea con fiada a un Ministerio, sino que se cree, dependiente de la propia Presidencia del Gobierno, una Secretar¨ªa de Estado o Ministerio que sea el ?coordinador? de la acci¨®n y el interlocutor en Madrid y Bruselas.
Diversas razones abogan en favor de esta f¨®rmula:
— Los ejemplos que vemos en situaciones an¨¢logas: Inglaterra Lo hizo con eficacia. Grecia dispone de un ?ministro de Coordinaci¨®n? para las negociaciones y Portugal ha creado un comit¨¦ especial de nueve personas, procedentes de horizontes profesionales diversos y que constituye el equipo de confianza del presidente del Gobierno, Este comit¨¦ es asistido por un comit¨¦ interministerial.
— La Comisi¨®n Europea ha creado ya una task force, teniendo un comisario, un director general y un importante equipo de especialistas, a quienes asiste una comisi¨®n interservicios. Por parte espa?ola se deber¨ªa corresponder de la misma forma, con una task force. Esta no es la tarea de la misi¨®n de Espa?a cerca de la CEE, sino la tarea de un equipo din¨¢mico en Madrid que planifique, dialogue con todas las fuerzas interesadas y coordine las acciones internas y externas en este tema tan concreto de las relaciones hispano-comunitarias.
— Las negociaciones con la Comunidad vienen provocando tradicionalmente diferencias importantes de puntos de vista entre departamentos ministeriales. Encontr¨¢ndose esta vez concernido el conjunto de las coordenadas del pa¨ªs es necesario que exista una direcci¨®n ¨²nica por encima de las opiniones particulares de ciertos ministerios y a tenor de las grandes opciones del pa¨ªs. De ah¨ª la necesaria intervenci¨®n de Presidencia, asistida por dicha task-force.
Una vez efectuada la adhesi¨®n, en materia europea muchas de las competencias exteriores dejar¨¢n de pertenecer al Ministerio de Asuntos Exteriores por ser cada responsable de un departamento quien se sentar¨¢ en la mesa del Consejo de Ministros comunitario. No ser¨ªa malo que tambi¨¦n desde ahora nos fu¨¦ramos preparando al respecto y creando los grupos de especialistas necesarios.
La importancia de las negociaciones, la necesaria transparencia de las mismas a trav¨¦s de un di¨¢logo abierto, las dificultades que se encontrar¨¢n en el camino requieren la existencia de un sistema ¨¢gil, operante y eficiente, capaz de conducir esta din¨¢mica y de asociar a la negociaci¨®n a los representantes de las fuerzas econ¨®micas, sociales, pol¨ªticas y regionales, porque no se trata del ejercicio de una diplomacia cl¨¢sica, sino de la combinaci¨®n del conjunto de los factores que componen el pa¨ªs.
S¨®lo si logramos que Europa deje de utilizarnos como argumento y nosotros dejamos de utilizarla como presi¨®n; s¨®lo si somos capaces de idear una mec¨¢nica que utilice las ayudas que cada uno, desde su parceia, puede aportar, dej¨¢ndonos de autosuficiencias; s¨®lo si ante la dificultad del dossier logramos, por lo menos en este tema, una coordinaci¨®n de acciones, una transparencia y un respaldo pol¨ªtico y social un¨¢nimes, conseguiremos que lo que hoy no ha sido m¨¢s que el planteamiento de una opci¨®n sea, ma?ana, la confirmaci¨®n de una opci¨®n europea de Espa?a, ¨¢mbito de consolidaci¨®n democr¨¢tica y eje de acci¨®n del futuro.
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