La opci¨®n republicana, materia opinable
Me entero por la prensa de estos d¨ªas de que el ministro del Interior, se?or Mart¨ªn Villa, ?ha denegado la legalizaci¨®n de Acci¨®n Republicana Democr¨¢tica de Espa?a en tanto no sea cambiada la denominaci¨®n de dicho partido... El Ministerio del Interior alega contra ARDE la misma argumentaci¨®n que en d¨ªas anteriores utilizara contra Esquerra Republicana de Catalu?a?, es decir, que estos partidos se declaran ya en su nombre expresamente republicanos. (V¨¦ase La Vanguardia del 19 y del 22 de julio.)En la Espa?a democr¨¢tica que estamos construyendo esta noticia exige una reflexi¨®n serena y un equilibrado comentario, sin herir a nadie, a los que como ciudadanos preocupados por nuestro presente y nuestro futuro tenemos pIeno derecho.
Comit¨¦ Federal del PSOE
Historia de la m¨²sica en A rag¨®n.(Siglos I a XVII) Colecci¨®n Arag¨®n. Librer¨ªa General. Zaragoza, 1977.
En una democracia, coronada o no, la expresi¨®n pac¨ªfica y ordenada de opiniones favorables a las distintas opciones pol¨ªticas y formas de gobierno y la asociaci¨®n para la defensa, dentro de las leyes, de dichas opciones, constituyen derechos intangibles cuya negaci¨®n y prohibici¨®n convierten en falsa e ilusoria a esa democracia.
Con arreglo a esa doctrina, sin ser el Estado actual marxista, comunista ni maoista, los partidos que defienden una opci¨®n marxista, como el PSOE, eurocomunista, como el PCE y el PSUC, o pr¨®xima a la forma de gobierno de la China de Mao, como lo hacen, de formas distintas, la ORT, el PTE o el MC, han sido debidamente legalizados, y de ello nos alegramos, en lo m¨¢s profundo de nuestra alma, todos los verdaderos dem¨®cratas, aunque no compartamos una u otra de esas opciones, porque al reconocer la libertad de defenderlas el Gobierno ha reconocido la libertad de todos los espa?oles, que es una e indivisible. Parodiando una vez m¨¢s las nobles y ejemplares palabras de Voltaire, podr¨ªamos decir: ?No compartimos vuestras ideas, pero arriesgar¨ªamos la vida y la libertad -y as¨ª lo hemos hecho- por apoyar vuestro derecho a defenderlas.?
Ahora bien, m¨¢s cerca que la China de Mao y de sus seguidores y, en principio, tan respetable como ¨¦sta para una Espa?a democr¨¢tica, tenemos a la Europa occidental a la que esta Espa?a pretende integrarse, esa Europa democr¨¢tica a cuyas puertas llama de nuevo el Gobierno espa?ol, una vez purificado de la lepra totalitaria. Y ocurre que en esa Europa la opci¨®n mon¨¢rquica y la opci¨®n republicana son ambas leg¨ªtimas y respetables.
?Puede aceptar, o simplemente explicarse, ning¨²n dem¨®crata espa?ol que, mientras quedan legalmente autorizados partidos que se denominan, con plena consecuencia y lealtad a sus doctrinas, ?comunistas?, como el PCE o el MC, o ?revolucionarios?, como la ORT, sean, por el contrario, prohibidos otros partidos que, con igual consecuencia y lealtad, se declaren y denominen simplemente ?republicanos?, como ARDE o la Esquerra, de profunda raigambre espa?ola y catalana, respectivamente.
?Podemos admitir, sin claudicar -y esto ser¨ªa un grave precedente para el futuro-, que mientras se declara legal -a trav¨¦s de la legalizaci¨®n de algunos de los partidos mencionados- la propaganda expresa en favor de los sistemas pol¨ªticos de China, Albania o Bulgaria, se declare, por el contrario, ilegal, la expresi¨®n organizada de Opiniones y la pac¨ªfica asociaci¨®n para la defensa, dentro de las leyes, de la forma de gobierno republicana que rige hoy en Alemania, Francia, Italia, Austria, Suiza, Finlandia, Portugal o Irlanda? Y si admitimos que es leg¨ªtima la defensa ordenada y razonada de esa opci¨®n y admiramos la consecuencia y la lealtad de quienes defendiendo opciones comunistas o revolucionarias se denominen comunistas y revolucionarios, ?vamos a caer en el farise¨ªsmo y en la arbitrariedad de prohibir a quienes defienden, desde siempre, opciones republicanas, que se llamen, leal y consecuentemente, republicanos? Los militantes de Esquerra y de ARDE ya han manifestado que rechazan ese farise¨ªsmo y esa imposici¨®n. Pero es que, si somos igualmente consecuentes con nuestra democracia, todos los dem¨®cratas espa?oles debemos apoyarlos en su leg¨ªtima postura.
Hay mucho m¨¢s. El Gobierno no ha tenido el menor inconveniente en legalizar el partido Fuerza Nueva, cuyas posiciones radicalmente antidemocr¨¢ticas y violentamente opuestas -incluso mediante la violencia f¨ªsica- a la reconciliaci¨®n y pac¨ªfica convivencia pol¨ªtica de los espa?oles de todas las tendencias son de todos conocidas y no tienen igual en la Europa occidental. Vengo leyendo desde hace muchos a?os la revista Fuerza Nueva y puedo presentar a quien me lo pida un voluminoso paquete de recortes en que se defiende al r¨¦gimen nazi y al fascismo y se ensalza la figura del funesto Adolfo Hitler. ?Es consecuente legalizar a un partido que defiende el sistema de la Alemania hitleriana y de la Italia fascista del pasado y prohibir a otros que defienden la forma de gobierno de la Alemania republicana y de la Italia republicana de hoy?
Leemos todos los d¨ªas en diarios como El Alc¨¢zar, legales e intangibles, declaraciones como la siguiente de Rafael Garc¨ªa Serrano: ?De cualquier insulto a la democracia me hago responsable. No he hecho otra cosa en la vida que cachondearme de ella. ? (El Alc¨¢zar, 11 de julio.) ?Y se va a prohibir la expresi¨®n republicana de quienes, sin insultar a nadie, sin cachondearse de nadie, sino con el m¨¢ximo respeto por todos y utilizando el instrumento del hombre civilizado, que es la raz¨®n, quieran argumentar en favor de una forma de gobierno vigente en media Europa?
Que pongan mucho cuidado en lo que hacen quienes, tras la liquidaci¨®n de los ?tab¨²s? franquistas gracias a la lucha de las fuerzas democr¨¢ticas y populares, pretendan imponer nuevos ?tab¨²s?, nuevos principios permanentes, intangibles e inalterables, ?por su propia esencia?, como dec¨ªa Franco. En la Espa?a democr¨¢tica lo ¨²nico intangible habr¨¢ de ser la voluntad popular, la soberan¨ªa popular, de la que todo deber¨¢ depender, y los derechos humanos fundamentales, entre los que se halla la expresi¨®n y propaganda en favor de cualesquiera opciones, incluso de las que hoy puedan parecer minoritarias, y aun sobre todo, en favor de estas ¨²ltimas. No se olvide que la democracia consiste en acatar la voluntad de las mayor¨ªas y respetar la opini¨®n de las minor¨ªas.
Y, por ¨²ltimo, seamos sinceros, con la mano sobre el pecho, todos los espa?oles, desde el v¨¦rtice hasta la base, y contestemos a esta pregunta: ?Alguien puede sostener lealmente que la opci¨®n monarqu¨ªa o rep¨²blica ha sido ya presentada, democr¨¢ticamente y con todas las garant¨ªas necesarias, al veredicto de la voluntad popular?
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