El contrato
Sobre un mosaico de situaciones ya conocidas, repetidas en filmes anteriores, Norman Panam¨¢ y Albert. E. Lewin han construido un gui¨®n sobre experiencias y problemas sexuales dentro del matrimonio, puestos al d¨ªa con la ayuda de un vocabulario actualizado, ya que no con hallazgos demasiado nuevos. Si el gui¨®n no aporta novedad, en general, s¨ª trata de poner al d¨ªa el eterno conflicto de parejas, a trav¨¦s de esa cl¨ªnica donde en teor¨ªa y con la ayuda de t¨¦cnicas tan viejas como el vodevil, se intenta conseguir lo que la naturaleza de los c¨®nyuges no encamina por la ruta del ¨¦xito.Los di¨¢logos sometidos a un l¨¦xico prohibido hace unos a?os, en parte por los censores y en parte por lo que se ha dado en llamar buen gusto, concepto ciertamente mudable, tratan de provocar una y otra vez al espectador, intentando hacerle soltar las amarras de sus propias inhibiciones de igual modo que los doctores de la historia luchan a su manera por liberar de las mismas a sus pacientes.
Cien maneras de amar
Gui¨®n de Norman Panam¨¢ y Albert E. Lewin. Director, Norman Panam¨¢. Int¨¦rpretes, Elliol Gould, Diane Keaton, Paul Sorvino. EEUU. Comedia. 1977. Local de estreno: Callao.
Bajo la parodia que la segunda parte encierra, podr¨ªa adivinarse una velada cr¨ªtica a este tipo de doctores y sus cl¨ªnicas montadas en Am¨¦rica, a cuya sombra medran; pero tal cr¨ªtica no va m¨¢s all¨¢ de la pura superficie, quedando s¨®lo en vanas palabras, en un pu?ado de jocosas situaciones que nunca van m¨¢s all¨¢ de lo que el p¨²blico y su moral tradicional aceptan.
El contrato por un tiempo determinado con el que los protagonistas suplen el matrimonio, a semejanza de las j¨®venes parejas, no surtir¨¢ el efecto deseado, no conseguir¨¢ unirlos ni siquiera por el tiempo acordado y as¨ª la historia volver¨¢, si no a su planteamiento inicial, s¨ª a las causas que motivaron la separaci¨®n con que la acci¨®n comienza para desembocar en un final que satisfaga a todos, en especial a un p¨²blico veraniego bien dispuesto a aceptarlo.
Con una estructura puramente teatral, a base de escenas donde el di¨¢logo prima sobre cualquier otro valor cinematogr¨¢fico, esta comedia tradicional, vestida de colores actuales, se defiende, sobre todo gracias al oficio rutinario de su director, y sobre todo a la eficacia absoluta de sus actores. En tal apartado es preciso destacar la labor de Elliot Gould, que sin rozar aqu¨ª la altura de sus filmes mejores, es baza fundamental a pesar de sus gestos teatrales. Su simpat¨ªa, muy de acuerdo con el tono festivo de la an¨¦cdota, se complementa a la perfecci¨®n con la labor de Diana, Keaton, en todo momento a la altura de esta especie de comedia brillante que si hacia su mitad se desmorona, en su planteamiento muestra algunas acertadas notas sobre el matrimonio, presentadas con buen humor y cierto acercamiento a nuevas formas y terap¨¦uticas sexuales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.