El proceso del eurocomunismo
Comit¨¦ Central del Partido Comunista Italiano
La cuesti¨®n que se presenta bajo el nombre de eurocomunismo es el centro de un amplio debate. y, en ocasiones de pol¨¦micas clamorosas y de intervenciones en las que predominan elementos propagand¨ªsticos que las hacen menos fruct¨ªferas de lo que podr¨ªan ser.
Hemos dicho en otras ocasiones que no existe una doctrina, ni mucho menos un centro, ni una obra, que pueda ser considerada el manifiesto o una especie de evangelio del eurocomunismo. Pero tambi¨¦n hemos dicho que si tanto se habla del eurocomunismo (y el debate implica a fuerzas pol¨ªticas muy distantes entre s¨ª y a veces incluso adversas) ser¨¢ porque est¨¢ en marcha un proceso que debe ser analizado como tal. Por otra parte, ser¨ªa extraordinario que no lo reconoci¨¦ramos nosotros mismos, que somos protagonistas de este proceso. Creo haber escrito o haber dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n -quiz¨¢ por vincular la cuesti¨®n del eurocomunismo con las tradiciones antiguas- que seg¨²n los latinos nomina sunt consequentia rerum,; traducido al lenguaje pol¨ªtico de nuestro tiempo, esto debiera sign¨ªficar que cuando tanto se habla es porque a este t¨¦rmino debe corresponder, sin duda alguna, una realidad.
Ser¨ªa simplista el Intentar reducir semejante realidad a una identidad entre partidos que reflejan los diversos problemas del comunismo en Europa Occidental, o a la renuncia de cuanto -en el eurocomunismo- es parte fundamental, es decir, el reconocimiento de las realidades nacionales y la b¨²squeda de v¨ªas nacionales al socialismo, adem¨¢s de la vinculaci¨®n con las tradiciones nacionales, para comprender la forma en la que vive la propia vida una sociedad socialista.
?Qu¨¦ hay pues en com¨²n entre los partidos comunistas de Europa Occidental que hoy se interrogan y que han dado ya respuesta an¨¢loga a algunos grandes temas? Creo que si tuvi¨¦ramos que dar una definici¨®n habr¨ªamos de decir que la caracter¨ªstica de la mayor¨ªa de los partidos de Europa Occidental est¨¢ en el reconocimiento de la exigencia preeminente de una v¨ªa democr¨¢tica y de la realizaci¨®n de una sociedad socialista que considere el pluralismo como fundamento de libertad y de progreso. A este reconocimiento se llega partiendo no s¨®lo de la autonom¨ªa de cada partido, del rechazo de los cen tros de organizaci¨®n y de los mo delos extra?os al propio pa¨ªs,sino tambi¨¦n de la consideraci¨®n de aquello que haya de espec¨ªfico sea en la historia antigua ni anterior a la guerra del movimiento obrero de cada Estado, sea en la experiencia de estos ¨²ltimos treinta a?os de cada uno de los pa¨ªses de Europa Occidental y del mundo.
En cuanto al pluralismo, se trata de un pluralismo pol¨ªtico, un pluralismo que se refleje en las instituciones (y que por tanto significa relaciones entre mayor¨ªa y minor¨ªa, legitimidad de la oposic y turno en el poder seg¨²n la decisi¨®n de los ciudadanos expresada en elecciones libres) y que en ciertos aspectos tena tambi¨¦n un car¨¢cter social. que tome en consideraci¨®n las particularidades y complejidad de las estructuras de los pa¨ªses europeos. Ya no se puede dividir la sociedad en burgues¨ªa, y proletariado y por el contrario se debe hablar -aunque los comunistas consideran esencial no s¨®lo la participaci¨®n sino tambi¨¦n la funci¨®n hist¨®rica y la hegenion¨ªa de la clase obrera- de un proceso en el que participan todas las clases, los trabajadores y los propietarios bien en la fase de b¨²squeda de una soluci¨®n socialista bien sucesivamente en la fase en la que el socialismo sea la caracter¨ªstica de la sociedad.
Se plantea -de manera distinta de pa¨ªs a pa¨ªs - el problema de las instituciones y, el de los partidos. Estos problemas est¨¢n unidos a las instituciones y a las condiciones pol¨ªticas espec¨ªficas de cada pa¨ªs. La historia, incluso recientemente, ha demostrado que los carninos seguidos porlos comunistas son distintos en los pa¨ªses que han de liberarse del fascismo.
Hemos tenido varios ejemplos en los ¨²ltimos a?os: Grecla, Portugal , ahora tambi¨¦n, lo ocurrido -caracter¨ªstico y absolutamente peculiar- con la deniocracia en Espa?a.
Pero dicho esto (y reafirmando por tanto que se reconoce adem¨¢s de esos prop¨®sitos uno espec¨ªfico nacional), el problema de la democracia partiendo de una divisi¨®n de partidos est¨¢ vinculado, bien a la representaci¨®n de estra tos sociales particulares, bien a la tradici¨®n hist¨®rica. a posiciones culturales diversas (como sucede en pa¨ªses ligados a la tradici¨®n cat¨®Iica o -cristiana y paises no cat¨®licos). A mi juicio, en ade lante todo ello ser¨¢ adquirido por el complejo de los Estados de Europa Occidental y tendr¨¢ el valor de una especie de viraje no en el sentido de repudio de las expe riencias anteriores o de rechazo de las doctrinas que han inspira do a la vanguardia del mov¨ª miento obrero. sino m¨¢s bien en el sentido de reconsideracl¨®n de aquello que nos han ense?ado estas doctrinas, es decir. que hace falta adecuar la reflexi¨®n y la acci¨®n al desarrollo hist¨®rico. Hoy para nosotros en Italia (y por su puesto, tambi¨¦n para otros pa¨ªses europeos) el problema es el de hallar una v¨ªa democr¨¢tica. nacional y que -teniendo en cuenta .las particularidades espec¨ªficas de cada pa¨ªs- utilice tambi¨¦n la analog¨ªa europea. Quiz¨¢ por ello resulte propio el empleo del t¨¦rmino ?eurocomunismo?.
Como dec¨ªa antes, hemos evitado el formular un documento del curocomunismo o de encontrar un centro para los eurocomunistas. Pero, m¨¢s de una vez hemos tenido ocasi¨®n de debatir e incluso de lleoar a conclusiones comulles con los dem¨¢s partidos europeos occidentales que aunque movi¨¦ndose en sus v¨ªas nacionales, ven para algunos problemas la posibilidad de soluciones comunes. Aludo a los encuentros con los compa?eros espa?olesy al documento del PCI y del PCE despu¨¦s del encuentro de Berlinguer con Carrillo, en Livorno, aludo al documento firmado con el PCE y tanibl¨¦n a aquellos que se han firmado conjuntamente y a unos proyectos en los que se trabaja en el mismo sentido.
He dicho m¨¢s de una vez que se trata de una b¨²squeda de v¨ªas nuevas. Posiblemente esto pueda suscitar cierta perplejidad incluso dar origen a formulaciones contrapuestas (m¨¢s que soluciones) de otra ¨¦poca, de otra situaci¨®n otros pa¨ªses que a nuestro juicio se llan convertido en catequ¨ªsticos y dogm¨¢ticos en el sentido de que pueden no adaptarse a la realidad.
No creo que sea una utopia o pudiera ser considerado veleidoso pensar en nuevas v¨ªas hacia el socialsmo como cosas concretas, o en formas nuevas como cosas posibles. Pues Incluso pasando por alto el hecho, evidente, de que en Europa Occidental cada pa¨ªs ha tenido su revoluci¨®n democr¨¢tica burguesa y pasando por alto asimismo trivialidades que pueden parecer ¨²nicaniente finezas oratorias, como el recordar que hay una monarqu¨ªa en Inglaterra ni una rep¨²blica en Francia, hemos tenido en estos ¨²ltimos meses, en Espa?a la prueba de que la superaci¨®n del fascismo puede seguir v¨ªas originales.
Otra cosa fue la ca¨ªda del r¨¦gimen nazi con Hitler sepultado, por las bombas sovi¨¦ticas en el centro de Berl¨ªn, otra cosa fue la victoria sobre el fascismo italiano con Mussolini ahorcado por los partisanos y -,si bien pod¨ªa, considerarse tr¨¢gica la perduraci¨®n de los reg¨ªmenes fasc¨ªstas en Portugal ,en Espa?a- hemos podido corroborar que la liberaci¨®n puede producirse de manera totalmente distinta a !o ocurrido en Alemania e Italia.
As¨ª pues, no s¨®lo de la historia antie,ua o menos reciente. no s¨®lo de las revoluciones democr¨¢tico-burguesas de los movimientos nacionales de liberaci¨®n v de las transformaciones sociales. aprendemos que son diversas las v¨ªas y est¨¢n ligadas a las estructuras nacionales y a los condicionamientos internos, adem¨¢s, naturalmente. de a la capacidad de entender la situaci¨®n a la presencia y a la l¨ªnea pol¨ªtica de las fuerzas que intervienen. Estas fuerzas -los comunistas- han estado frecuentemente en la primera l¨ªnea como elemento determinante.
Adem¨¢s. los comunistas han tratado uno de los fundamentos que caracterizan hoy al eurocomunismo a admisi¨®n de que el pluripartidismo es un factor esencial incluso si en el pluripartidismo no corresponde tan s¨®lo al PC una funci¨®n particular sino,a la unidad de las fuerzas que representan a las clases trabajadoras.
Por ello, el eurocomunismo no debe ser entendido conio una especie de escisi¨®n en el nioviiniento comunista internacional. Es deplorable que grupos en posiciones retr¨®gradas piensen que se puede romper incluso la unidad de los coniunistas en el interior de la naci¨®n. llero el euroconiunisnio (y hablo de eurocomunismo porque a mi juicio estos conceptos est¨¢n bien establecidos en Europa Occidental pero creo que deben ser comprendidos tambi¨¦n por los comunistas que no viven en esta parte del continente) tiene como postulado un esfuerzo por superar la divisi¨®n entre socialistas y comunistas. Un esfuerzo que debe llevar no, como dir¨ªa de manera fr¨ªvola y equivocada cualquier simplista, a una social-democratizaci¨®n de los comunistas sino a la comprensi¨®n por ambas partes de que la unidad es necesarla conlo base de una nueva evoluci¨®n y, ma?ana, incluso de una nueva gesti¨®n, respetando niodelos existentes, de la democracia que debe caracterizar a una sociedad socialista.
Despu¨¦s, los problemas conlo el de la libertad, el de la democracia, el de la participaci¨®n de los cludadanos, delos trabajadores, de la forma que puede tomar en ¨¦ste o aquel pa¨ªs (y por consiguiente tambi¨¦n el de la forma espec¨ªfica a la que me he referido para Europa Occidental) son problemas m¨¢s amplios y m¨¢s generales. El socialismo dehe representar, siempre, en cualquier parte del mundo, libertad, democracia, participaci¨®n. Y el esfuerzo por salir de la crisis del capitalismo est¨¢, ligado a una nueva concepci¨®n de la participaci¨®n de los ciudadanos -partiendo de una nueva igualdad, incluso social- en la vida de su pa¨ªs.
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