Todas las amabilidades, para las figuras
Eso es lo que pasa, que no pas¨® nada, ni bueno, ni malo. Todo sin una estridencia, en el tendido y en el ruedo. Digo mal, hubo dos estridencias: de Camino una, que se descaraba con el presidente, poni¨¦ndose de morros, porque la autoridad quer¨ªa que el cuarto de la tarde entrara por segunda y tercera vez al caballo, aunque con la primera vara ya qued¨® m¨¢s, que picado; a Camino otra, pues le despidieron con una bronca y cuatro o cinco almohadillazos.Pero ni aun entonces lleg¨® la sangre al r¨ªo. Muy correcto y muy bien el ambiente. El p¨²blico aplaud¨ªa complacido lo que fuera menester. Incluso cuando Manzanares, que recib¨ªa a sus toros con un ajetreo de carreras para ac¨¢ y para all¨¢, sin encontrar sitio para instrumentar el lance, perdi¨® el capote y hubo de tomar precipitadamente el olivo. Tambi¨¦n Camino hizo ese n¨²mero al recoger el cuarto.
Plaza de Bilbao
Tercera corrida de feria. Toros de Joaqu¨ªn Buend¨ªa, correctos de presentaci¨®n, terciados -bajaron segundo y tercero, con trap¨ªo el sexton que dio mucho juego-. Cumplieron en varas en cuanto a bravura, no e cuantoafuerza. Concasta, manejables, sin problemas insalvables.Paco Camino: dos pinchazos y bajonazo (pitos). Pinchazo, estocada, rueda de peones y descabello (bronca). Angel Teruel: media estocada, baja y tendida (vuelta). Estocada ca¨ªda (oreja). Jos¨¦ Mari Manzanares: media estocada, haciendo bien la suerte (oreja). Tres pinchazos, rueda de peones y descabello (palmas).
Toreo de capa. ?D¨®nde est¨¢ el toreo de capa, d¨ªgame usted? Ayer, en el bilba¨ªno ruedo de Vista Alegre, se encontraban las tres figuras m¨¢s representativas del olimpo taurino de esta hora, y ninguna fue capaz de dar una ver¨®nica (?es que. ni una, ch¨¦!), que arrancara un ol¨¦ verdadero. Parrita, un subalterno, les dio sopas con onda a los tres en el manejo del percal.
-Es que hoy los diestros se emplean m¨¢s en la muleta.
Pues no vaya a creerse que tanto. Porque las tres figuras m¨¢s representativas del olimpo taurino de esta hora tampoco instrumentaron un solo muletazo (?es que ni uno, ch¨¦!) que arrancara un ol¨¦ verdadero.
-Luego estuvieron mal.
No estuvieron mal, y a lo mejor estuvieron bien. Cada uno hizo su juego. No digamos de Camino, que se dej¨® ir como virgen a su primer toro, de nobil¨ªsima embestida por el izquierdo y que despu¨¦s de meter en la franela, con buena t¨¦cnica, al gazap¨®n cuarto, lo pens¨® dos veces y decidi¨® no seguir jug¨¢ndosela. Y no digamos, porque est¨¢ ya en plan de despedida, con el cierre de la tienda a medio echar. Mas s¨ª digamos de Teruel y Manzanares, que no se torcieron ni un mil¨ªmetro, ni por la izquierda ni por la derecha, de su l¨ªnea conocida.
Teruel hizo dos faenas muy bien construidas, muy inteligentes, con la ventajilla de acompa?ar los viajes y sin que jam¨¢s saltara en ella la chispa del arte. Manzanares, en su primero, no construy¨® nada, sino que fue soldando tandas de derechazos, unas veces erguido, otras encorvado; unas veces con el comp¨¢s abierto, otras con los pies juntos; varios de exquisita factura, otros vulgarcitos y nada m¨¢s.
Y ni una vez (?es que ni una, ch¨¦!) la pierna adelante, para cargar la suerte y marcar los tres tiempos (parar-templar-mandar, ?se ha dicho alguna vez?), que son la ¨²nica f¨®rmula conocida para ejecutar a conciencia el toreo.
-A lo mejor es que los buend¨ªas salieron cosa mala.
Eso s¨ª que no, que fueron cosa buena. Correctos de presencia, terciados; justos de fuerza, con casta pero sin molestar; bravura en los caballos los m¨¢s de ellos, y en el ¨²ltimo tercio, manejables. No perfectos, claro, pues ten¨ªan sus problemillas que un buen torero debe saber corregir: unos gazapones, otros distra¨ªdos, otros embest¨ªan con la cara alta. Y hubo uno bravo de veras, codicioso, bonito ejemplar, que fue el sexto, con el que no pudo Manzanares. Un aficionado dir¨ªa que peg¨® el petardo; pero un aficionado es una insignificante gotita de esencia en,el mar de las amabilidades que forman el entorno de las figuras m¨¢s representativas del olimpo taurino de esta hora. Y le aplaud¨ªan.
Nos gustar¨ªa batir palmas siempre, para los rasgos positivos de la tauromaquia que vivimos, con olvido total de lo negativo, cierto que s¨ª, pero no nos dejan los propios toreros. Antes -y no hace tanto- una figura pod¨ªa taparse con tres ver¨®nicas, con un quite, con cuatro ayudados, porque se trataba de toreo de hondura, o de arte, y lo propio era salir de la plaza h¨²medo el ojo por la emoci¨®n de esos detalles vistos, ?mborrables en el recuerdo. Pero ahora -ayer en Bilbao, para no correr mucho- no queda nada en el recuerdo; si acaso, la sonrisa amable con que se contempla la mediocridad.
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