Western- Viti en la octava de Bilbao
Como las cl¨¢sicas pel¨ªculas del Oeste son las actuaciones de este Viti de los ¨²ltimos diez o doce a?os. Es decir que todas igual. Valen las matizaciones, claro, que unas actuaciones de El Viti son mejores que otras, como unas pel¨ªculas del Oeste son mejores que otras. Pero la estructura del gui¨®n es la misma: los buenos, los malos y la rubia, en el western; y en la pel¨ªcula de El Viti, el lisiado, el borrego y el serio.-Yo ya he visto esta pel¨ªcula.
-Y Yo.
Y as¨ª, en los ¨²ltimos diez o doce anos. A ver qu¨¦ aficionado de cualquier poblaci¨®n de Espa?a no ha visto esta pel¨ªcula de El Viti que se pas¨® ayer en Bilbao: un toro condeso, bonito de l¨¢mina, con trap¨ªo, chorreao, bien armado, para el maestro de Vitigudino...
Plaza de Bilbao
Octava corrida de feria . Cuatro toros del conde de la Corte: El primero, que parec¨ªa bravo, se rompi¨® una pata y hubo de ser apuntillado, pese a lo cual no se corri¨® turno. Los tres que se lidiaron, flojos y con poca clase. Dos de Lisardo S¨¢nchez: El tercero de la tarde, flojo y de carril, y el quinto, manso y con genio. Y un sobrero (cuarto) de Juan Mari P¨¦rez, borrego.El Viti: Tres pinchazos, media atravesada y rueda de peones (aplausos, algunos pitos y saludos.) Pinchazo y desbabello (oreja protestada). Roberto Dom¨ªnguez: Estocada sin puntilla, perdiendo la muleta (dos vueltas, la segunda por su cuenta). Media baj¨ªsima, pinchazo, bajonazo descarado y dos descabellos (silencio). Currillo: Dos pinchazos leves, rueda de peones y descabello (vuelta). Tres pinchazos leves y dos descabellos (aplausos).
-Pues sepa usted que esa pel¨ªcula no la hab¨ªa visto yo...
D¨¦jeme seguir, d¨¦jeme seguir' el toro, encastado, con aires de bravo, dobla las manos, y a partir del primer puyazo hay que simular la suerte de varas...
-Ahora s¨ª que me suena, ya ve usted.
Cada vez que entra al caballo, se cae. Y a la tercera, se cae tan mal que se rompe una pata. Verdad es que los toros de El Viti no se rompen la pata en el ruedo -que la sacan chula del toril- y esto es lo novedoso. Apuntillan al pobre. animal y no se corre turno, como admite el reglamento, sino que sale otro toro para El Viti, tambi¨¦n condeso, el cual carece de calidad, echa la cara arriba, tiene pocos pases, y esos pocos los agota el diestro con su conocida t¨¢ctica de probar las embestidas. Hay tambi¨¦n unos ayudados a dos manos, sencillamente soberanos.
-Muy interesante. ?Y se casan al final?
Siempre se casan al final en el western- Viti. Porque su otro toro -?le suena, amigo? es de Juan Mari P¨¦rez Tabernero, flojo, camino de lisiado; y borrego, camino de imb¨¦cil integral. Gr¨²as har¨ªan falta para moverle, si es a empujones; apetitosas y rozagantes vacas para caminar dos pasitos, si es mediante se?uelo.
-Ola muleta de El Viti, ?a que s¨ª?
?Acert¨®!: o la muleta de El Viti. Va el maestro y adelanta la mano; insiste, tenaz, inasequible al desaliento, al fin, el borrego, a movimiento retardado, m¨¢s despacio imposible, acude a la muleta que le marca un viaje suav¨ªsimo cuasicircular; hondo, en terminolog¨ªa taur¨®maca. Luego, otro, y otro, y otro. Un tercio de la plaza palmotea clamoroso: ??Con lo dif¨ªcil que es sacar pases a un m¨¢rmol, porque eso es, un m¨¢rmol, ?verdad? Y tiene m¨¦rito!? M¨¢s m¨¦rito tiene -aventuro, humildemente- darle pases a un toro, pero, en fin... Otro, tercio de la plaza o dormita, o piensa en la cena, o le mete el codo a la espectadora de al lado, porque la pel¨ªcula ya la ha visto. Y otro tercio pide m¨²sica. Un tercio de la plaza de Vista Alegre pide m¨²sica siempre, ocurra lo que ocurra.
Mientras, El Viti, seriedad profunda, enfrascado en la tarea, sigue en lo suyo: ofrece la muleta, la pierna adelante, templa el pase, manda. El m¨¢rmol le ha dado el s¨ª. Monta la espada y pincha. Justificado el tr¨¢mite del volapi¨¦, que tan mal ejecuta, descabella. El tercio de la plaza adicto, pide la oreja; el presidente se suma al entusiasmo y la concede; el tercio que met¨ªa el codo a la espectadora de al lado protesta. El Viti, seriedad profunda, se quita de las manos la oreja y da una vuelta al ruedo, no precisamente triunfal.
Mas, ?qu¨¦ le pasa a El Viti, que los toros le tropiezan siempre en el capote en las ver¨®nicas? El Viti, lo sabemos, no est¨¢ a gusto; quisiera que le salieran toros como el primero de Currillo, un lisardo de espl¨¦ndida embestida (que repet¨ªa, incansable y de carril), para hacer ese toreo hondo que se ve obligado a enjaretarles a los m¨¢rmoles que le ponen delante las empresas, con evidente mala fe; y no esos trallazos, enganchones y circulares con truco cruel prodigaba Currillo. O aunque fuera como ese buen mozo condeso, sexto, que no se empleaba, para lidiarle, en lugar de pegar pases sin sentido y acabar en la querencia del toril, como hizo el mentado Currillo. El cual, adem¨¢s, es un dolor con la espada; mata a pellizcos y r¨¢pidamente recurre al descabello.
Otros toros -el primero de Roberto Dom¨ªnguez, por ejemplo- no los a?ora El Viti, pues ya los tiene. Fue el segundo de la tarde un borrego soso al que el vallisoletano le dio derechazos sin calidad. El otro, de Lisardo tambi¨¦n, no lo querr¨ªa nadie: manso e incierto, se descompuso en cuanto se descompuso el matador, quien le tiraba l¨ªneas por la cara, claramente desconfiado.
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