El precio de la energ¨ªa
Se nos ha comunicado, con profusi¨®n de explicaciones justificativas, la necesaria devaluaci¨®n de la peseta. Se nos ha dicho, entre otros argumentos,que nuestra galopante inflaci¨®n ha deteriorado el valor de nuestra moneda, y que esto ha influido en la necesidad de devaluar.No soy economista, hablo por pura l¨®gica. Creo que durante cuarenta a?os se nos ha hecho comulgar con ruedas de molino, y mucho me terno que ahora se nos contin¨²e manteniendo amplias las tragaderas. Si hay que controlar la vertiginosa espiral de la inflaci¨®n, hay que, meditar cuidadosamente los aumentos en los precios de los carburantes, energ¨ªa el¨¦ctrica, etc¨¦tera; ya que -¨¦stos influyen directamente en el coste de fabricaci¨®n y/o el transporte de los productos nacionales.
La devaluaci¨®n incide exclusivamente en el precio del petr¨®leo en los carburantes, y en el del carb¨®n y otras primeras materias energ¨¦ticas adquiridas en el extranjero. Pero no olvidemos el elevad¨ªsimo porcentaje de impuestos que recargan aqu¨¦llos, as¨ª como la parte que se asigna a CAMPSA, por la distribuci¨®n y manejo,de sus productos. No entiendo que se prevea para ¨¦stos un aumento similar al del de la devaluaci¨®n, ya que -como he dicho- ¨¦sta afecta dentro del precio actual ¨²nicamente a la peque?a parte correspondiente al c¨®ste del crudo.
Un aumento general proporcionar¨¢ otro r¨¦cord al balance anual de CAMPSA, pero a costa de un grave perjuicio en la ya ffialtrecha econom¨ªa familiar, ya afectada por inexplicables encarecimientos, entre otros los del az¨²car y el caf¨¦.
Respecto a la energ¨ªa el¨¦ctrica,no olvidemos que contamos con una considerable proporcion de centrales hidroel¨¦ctricas y otras t¨¦rmicas que queman carb¨®n nacional. La devaluaci¨®n de la peseta no les influye, como no sea que adqu¨ªramos en el extranjero el agua de nuestros r¨ªos.
La Administraci¨®n debiera considerar cuidadosamente lo expuesto, y tiene adem¨¢s tiempo para hacerlo, al contar con considerables reservas almacenadas en refiner¨ªas y en CAMPSA, reservas producidas por el valor antiguo de nuestra moneda.
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