El desaf¨ªo andaluz
De la Secretar¨ªa Creneral del Partido Socialista de Andaluc¨ªaPor primera vez en la historia de Espa?a, andaluces autonomistas se presentaron, como tales, a unas elecciones generales. Con tan pocos a?os de existencia, el Partido Socialista de Andaluc¨ªa (PSA), resultado de los que fueron Grupos de Compromiso Pol¨ªtico andaluces, primero, y Alianza Socialista de Andaluc¨ªa, despu¨¦s, intent¨® llevar a las Cortes la bandera verde, blanca y verde, de manos de exclusivos representantes de un Poder andaluz.
Tan ambiciosa e hist¨®rica empresa no fue posible el pasado d¨ªa 15 de junio. Los resultados electorales, claros y tajantes, sancionaron los comicios en favor de la UCD y del PSOE, a lo largo y ancho del Estado. La ley de Hont, promotora de reg¨ªmenes bipartidistas y dura para con las minor¨ªas, tambi¨¦n hizo sus correspondientes estragos en Andaluc¨ªa e impidi¨® que las 200.000 personas que votaron al PSA tuviesen representantes en las Cortes. Los andalucistas. con muy pocos medios y tan s¨®lo mes y medio de legalidad previa, fuimos a las elecciones y encajamos el d¨ªa 16 dejunio el amargo sabor de la derrota electoral.
Como una obsesi¨®n, permanente. los partidos pr¨®ximos al PSA volvieron a la carga y al debate sobre la viabilidad o inviabilidad de la izquierda andalucista, esta vez apoyados en la derrota electoral y secundados por no pocos medios informativos. La excusa para relanzar la pol¨¦mica unas veces por bien intencionados y otras con ¨¢nimo de competencia destructiva. se llama unidad socialista. Pero siempre entendida como una opci¨®n ¨²nica que se llama PSOE.
Por qu¨¦ esa obsesi¨®n unitaria uniforme? ?Es que no es imaginable e incluso enriquecedora una izquierda diversa y bien art¨ªculada a nivel del Estado? La izquierda diversa y articulada democr¨¢ticamente no tiene por qu¨¦ perder fuerza ni cohesi¨®n y s¨ª. por el contrario ser¨ªa un reflejo m¨¢s fiel de la realidad sociopol¨ªtica del Estado.
Parece que la autenticidad del planteamiento andalucista con su indiscutible aportaci¨®n hist¨®rica, hace da?o. Y nosotros preguntamos si existe poca conciencia de pueblo o de naci¨®n en Andaluc¨ªa, si el PSA tiene pocos militantes y no tuvo ¨¦xito en las elecciones legislativas, ?a qu¨¦ viene tanto inter¨¦s en que desaparezca o se fusione nuestra organizaci¨®n? Dato curioso por lo que sea, se habla ahora m¨¢s del PSA que antes de las elecciones y, dicho sea de paso, de los partidos muertos o desaparecidos s¨®lo se hacen citas, no se los discute.
El PSA es andaluz antes que espa?ol. Ocupa un espacio pol¨ªtico propio y si algunos militantes decidieran abandonarlo, desanimados por la derrota electoral, los andalucistas seguir¨ªan hacia adelante por la fuerza de la necesidad de que los problemas de Andaluc¨ªa s¨®lo los solucionar¨¢n andaluces, como vascos y catalanes levantaron sus propios pueblos.
Algunos partidos de la izquierda no quielen reconocer la dimensi¨®n hist¨®rica de la labor del PSA y ven en ¨¦l una competencia desatada en un tercio del Estado. espa?ol que afecta sus propias estructuras centralistas. No es la competencia, en la izquierda. nuestro objetivo, corno tampoco aspirarrios a.convertirnos en fuerza testimonial o en movimiento cultural. El PSA es y quiere ser motor y vanguardia del nacionalismo andaluz. como ¨²nica fuerza pol¨ªtica que es de exclusiva obediencia andaluza.
Antes de las elecciones. a los autonomistas andaluces se nos tachaba de ut¨®picos o de locos. Luego, poco a poco fuimos viendo c¨®mo, en la campa?a electoral, los m¨ªtines de casi la totalidad de los partidos pol¨ªticos se poblaban de banderas verdiblancas y con timidez se empezaba a hablar de una autonom¨ªa regional, de segunda categor¨ªa en tiempo,y contenido, si la comparamos a las exigidas por vascos y catalanes. Nosotros. sorprendidos y satisfechos por el ece! que empezaban a tener nuestros principios pol¨ªticos en otras fuerzas; de la izquierda, fuimos a las elecciones con escasos medios; econ¨®micos, hoy convertidos er, deudas, sin acceso a los grandes; programas de televisi¨®n y sin ninguna ayuda exterior de Andaluc¨ªa. Tampoco quisimos ir a las elecciones con aquellas fuerzas socialistas que no reconocieran la aportaci¨®n hist¨®rica del PSA y que, por el contrario, exigiesen su integraci¨®n en ellas como consecuencia del pacto electoral.
Los resultados electorales ya los conocen. A pesar de haber prodigado un amplio esfuerzo humano en las ocho provincias (un tercio del Estado) y de los 200.000 votos recogidos, no obtuvimos un solo diputado. S¨ª, por el contrario, hemos duplicado el n ¨²ni ero de militantes y el de poblaciones andaluzasen lasqueya tenemos presencia pol¨ªtica. Ello supone un buen resultado para nuestros a?os de existencia, en los que pagamos con represi¨®n y c¨¢rcel, a igual que otras fuerzas pol¨ªticas, nuestra revuelta contra la dictadura franquista.
Ahora. en la legalidad. estamos seguros de avanzar firmes por la senda, del nacionalismo andaluz con el deseo de emular y de continuar los arranques nacionalistas de nuestra historia. Arranques que se remontan milenarios a las menciones de Argantonio sobre el pueblo tarteso y que sedimentaron las culturas de Cartago. Romay Bizancio para cristalizar, con esplendor, en el califato de C¨®rdoba. que fue posible cuando los omeyas rompieron las amarras que los atabana Damasco.
Los arranques andaluces quedaron, luego, espaciados en el tiempo, sin que por ello el pueblo andaluz perdiera su personalidady su cultura. Los moiriscos en el siglo XVII, la Junta Soberana del XIX y los liberalistas de principios del XX fueron sus tres ¨²ltimos ejemplos. El de los liberalistas, el que protagoniz¨® Blas Infante, fracas¨® porque la izquierda centralista de la segunda Rep¨²blica no quiso para Andaluc¨ªa la concepci¨®n de pueblo que reconocieron a vascos y catalanes, hasta la creaci¨®n misma del Gobierno de Euskadi y de la Generalitat. Bias Infante, el 11 de agosto de 1936, mor¨ªa fusilado por rojo y separaflsta al grito de ? ?Viva Andaluc¨ªa libre! ?
Ahora, el desaf¨ªo andaluz vuelve a la palestra de manos del PSA, guste o no a otras fuerzas pol¨ªticas y al poder¨ªo econ¨®mico que domina nuestras flerras. El presente y el futuro inmediato de Andaluc¨ªa estar¨¢ marcado por el andalucismo y ante ¨¦l deber¨¢ reaccionar la izquierda andaluza -y digo la izquierda porque en Andaluc¨ªa no se concibe un nacionalismo que no sea de izquierda, y viceversa- en pos de una meta com¨²n que, de ser unitaria, deber¨¢ enmarcarse en las siguientes coordenadas: estricta obediencia andaluza, aunque articulada con el resto del Estado y con una democracia interna en su organizaci¨®n que haga credible nuestra lucha por un Gobierno dem¨®crata andaluz. Este es para el PSA el ¨²nico compromiso posible en su. caminar para el resurgir del pueblo andaluz, de su cultura y de sus riquezas.naturales, en el ¨¢mbito del Estado espa?ol y en su espacio geopol¨ªtico inmediato, que no es otro que el que delimitan las orillas del Mediterr¨¢neo. Este es el desaf¨ªo andaluz de nuestro tiempo. -El objetivo pol¨ªtico que llevar¨¢ a Andaluc¨ªa a su autorobierno.
La obsesi¨®n irriperial de los libros de texto del franquismo intentaba dar a la persona del rey Boabdil de Granada la imagen de afeminado, porque llor¨® al entrecar las llaves del reino nazarino a los Reyes Cat¨®licos. ?Por qu¨¦ no pod¨ªa Boabdil llorar por Granada? El d¨ªa 16 de junio vimos llorar a no pocos andalucistas ante el resultado electoral. y no por la derrota, como dec¨ªa, Jos¨¦ Aumente, sino porque todav¨ªa no hab¨ªamos empezado a ganar.
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