"Fanny Hill" y el eros metaf¨ªsico
Esta historia amorosa recuerda Camino de perfecci¨®n, de Santa Teresa. Ambas obras, se?alan las etapas de la oraci¨®n o de la pasi¨®n del alma, para llegar a la completa fusi¨®n unitiva. Sin embargo, la unidad amorosa carnal no es igual que la m¨ªstica. Unamuno establece la diferencia entre una entrega de s¨ª mismo, disoluci¨®n pante¨ªsta propia de la m¨ªstica neerlandesa alemana, y la m¨ªstica espa?ola reafirmadora del hombre, que lleva a descubrir a Dios en el propio yo.La uni¨®n m¨ªstica supone una p¨¦rdida de s¨ª, una renuncia total. Por el contrario, el amante carnal, aunque se entregue, no se echa nunca en olvido, porque a trav¨¦s del otro busca la autoafirmaci¨®n. De aqu¨ª nace el conflicto permanente de la lucha amorosa. ?El amor -dec¨ªa Hegel- es una monstruosa contradicci¨®n.? Es indudable que, aunque se empleen expresiones po¨¦ticas similares como: deseo inflamado, firme posesi¨®n, desposorio, la uni¨®n m¨ªstica es una dejaci¨®n de s¨ª, mientras el amor carnal es un af¨¢n posesivo, un deseo de absorci¨®n. Pero, tanto el amor como el m¨ªstico, buscar la identificaci¨®n como meta final de la lucha amorosa.
Fanny Hill es la trayectoria de una muchacha campesina que busca, a trav¨¦s de su peripecia er¨®tica, la santidad. Novela, pues, ejemplar, did¨¢ctica, moralista. Sin duda, el esp¨ªritu y la materia se hallaban demasiado confundidos en el cristianismo originario. Pero vino la gnosis a explicarnos que esa unidad no exist¨ªa, e instaur¨® la divisi¨®n maniquea entre la luz y la sombra, Hay que vivir, pues, los abismos materiales del cuerpo, para liberarse de su tiran¨ªa, y ?aplicarse, sin tregua, al misterio de la uni¨®n sexual? (San Irineo). Los gn¨®sticos descubren que el deseo es insaciable y, para librarse de ¨¦l, la secta barbelogn¨®stica practica el amor en com¨²n entre sus miembros en medio de ¨¢gapes y org¨ªas. Pero como la uni¨®n carnal perpet¨²a la vida, evitaban la fecundaci¨®n para aniquilar la existencia material en su ra¨ªz. Por estas ceremonias, los gn¨®sticos revelaron la existencia del Logos spermaticus o Eros metaf¨ªsico, que nos dirige hacia sus propios fines, como si fu¨¦semos chispas solitarias que en ciende y apaga a su paso. As¨ª, el amor er¨®tico es la verdadera transcendencia que nos domina Somos todos, pues, inocentes del pecado de la carne y, en consecuencia, no hay culpabilidad en la descripci¨®n er¨®tica.
John Cleland, arist¨®crata ingl¨¦s racionalista, liberal, esp¨ªritu vagabundo y bohemio escribi¨® Fanny Hill (Memorias de una mujer galante), escuchando esta fuerza ignea e imperiosa de la Naturaleza. ?Todo lo que es natural, es verdadero?, dec¨ªa Diderot, uno de los grandes admiradores de Fanny Hill. Sentencia t¨ªpica del racionalismo enciclopedista.
A trav¨¦s del proceso de una conciencia camal. Fanny Hill nos ense?a la misma lecci¨®n ¨¦tica. En sus comienzos vemos una moza campesina: que llega a Londres. Amanece el capitalismo. Se concentran en las grandes ciudades masas de hombres y mujeres, sin otra riqueza que sus brazos. La moza, enga?ada, entra en un prost¨ªbulo. Asiste, a trav¨¦s del ojo de la cerradura, a escenas er¨®ticas y descubre mediante el autoerotismo, la otredad del cuerpo propio. Bien pronto, sin saberlo ni quererlo, encuentra en el joven Charles el amor carnal. Pero, con esa liviandad gozosa de la juventud, lo pierde en el horizonte de su vida. ?La conciencia, es la repetici¨®n?, dec¨ªa Kierkegaard. Tambi¨¦n Fanny Hill tendr¨¢ que vivir m¨¢s experiencias, para percatarse y tomar conciencia del amor. Encuentra un hombre mayor y rico, que la protege, pero no la satisface. Es el criado joven y robusto, quien le descubre la unidad carnal primitiva y sin afecto. Y va conociendo amantes que le ahondan en un mayor conocimiento carnal, pero sin salir jam¨¢s de la terrible soledad del eros primitivo. Hasta que, por un divino azar, vuelve a encontrar a Charles, con el que se casa, sienta cabeza y descubre el a mor en la armon¨ªa de los cuerpos el sentido final de sus experiencias er¨®ticas. La obra termina con la exaltaci¨®n moral de la pareja ¨²nica, de la monogamia. ?Por ello, si me hac¨¦is justicia, me encontrar¨¦is completamente coherente si quemo incienso ante la Virtud.?
Fanny Hill conoci¨® finalmente la verdad m¨ªstica y voluptuosa del amor, la unidad sagrada. Por esta raz¨®n, sorprende e indigna que al editor Ram¨®n Akal le condene una sentencia del 18 de abril de 1977, a pagar 50.000 pesetas de multa y a dos a?os de suspensi¨®n por intentar publicar esta obra cl¨¢sica de la literatura universal, y de un indudable valor moral. No nos resistimos a la tentaci¨®n de transcribir p¨¢rrafos de una sentencia cuyos considerandos asombran en la Espa?a democr¨¢tica, culta y liberal de nuestros d¨ªas:
?Con descripciones detalladas de actos sexuales ... ?; ?y con la ¨²nica intencionalidad de su atractivo lascivo ... ?; ?sin atender a la natural agresi¨®n que producen a los sentimientos morales de la comunidad ... ? Tambi¨¦n se afirma que esta obra est¨¢ destinada al est¨ªmulo de instintos lascivos, con finalidad nihilista de pervertir a los j¨®venes y a los ni?os. Estos jueces, al carecer, sin duda, de asesores literarios, podr¨ªan haberse inspirado en la jurisprudencia extranjera. As¨ª, en 1963, el juez Klein de NuevaYork declar¨®: ?Si bien es cierto que la historia de Fanny Hill jam¨¢s reemplazar¨¢ a Caperucita Roja como cuento infantil, tambi¨¦n es igualmente posible que si Fanny Hill fuese trasladada de su ambiente georgiano de mediados del siglo XVIII a nuestra actual sociedad, es de concebir que podr¨ªa encontrarse con muchas cosas que la har¨ªan enrojecer.?
Esperamos que los jueces espa?oles alcancen esta sabidur¨ªa ir¨®nica de comprensi¨®n, y autoricen al editor Ram¨®n Akal la publicaci¨®n de esta obra.
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