Las centrales y su responsabilidad
Las centrales sindicales reanudan hoy las conversaciones con el Gobierno, para llegar a un acuerdo sobre materia laboral y sindical que sirva de presupuesto b¨¢sico al compromiso que reclaman los elementos de la producci¨®n para hacer frente a la crisis econ¨®mica.Si, en definitiva, el fantasma de la involuci¨®n tan s¨®lo desaparecer¨¢ del panorama pol¨ªtico espa?ol una vez superada la grave crisis econ¨®mica que hoy nos afecta, es f¨¢cil comprender la trascendencia de este encuentro entre las fuerzas obreras y la Administraci¨®n. Se trata de la primera etapa en la cadena de compromisos que deber¨¢n establecerse entre la patronal, los sindicatos y el Gobierno para garantizar, de una parte, la paz social, y de otra, el equitativo reparto del esfuerzo para salir de la crisis.
En esta tesitura hist¨®rica para las incipientes centrales democr¨¢ticas, no resulta muy alentadora la imagen con las que ¨¦stas, se presentan a la negociaci¨®n con el Gobierno. La solicitud de ¨¦ste para que los sindicatos presentaran un proyecto unitario sobre la acci¨®n sindical en la empresa (punto de arranque para conformar un panorama sindical aut¨¦ntico y serio, en el que debatir cuestiones de inter¨¦s nacional para el mundo de la producci¨®n y, en definitiva, de la econom¨ªa) no ha obtenido eco entre las centrales, que, empe?adas en sus particulares intereses de captaci¨®n de clientelas y aferradas a sus propias estrategias, acuden a la reuni¨®n de hoy con planteamientos enfrentados sobre cuestiones tales como la definici¨®n y facultades de los ¨®rganos de representaci¨®n obrera en la empresa y la normativa electoral para cubrir dichos ¨®rganos.
La gravedad de la situaci¨®n hace presagiar, incluso, a algunos miembros de determinada central que la reuni¨®n de hoy podr¨ªa ser la ¨²ltima. Ello, adem¨¢s de triste, ser¨ªa extremadamente grave, pues supondr¨ªa una vuelta al divorcio entre la legalidad y la realidad, adem¨¢s de hacer imposible el necesario di¨¢logo entre los elementos de la producci¨®n y, consecuentemente, impedir la salida de la crisis. En este supuesto, el fantasma de la involuci¨®n dejar¨ªa de ser una amenaza y, a lo peor, tomaba cuerpo, dando al traste con la esperanza de normalizaci¨®n pol¨ªtica.
No entiendan los sindicatos que se les pide la aceptaci¨®n de los planteamientos gubernamentales con la invocaci¨®n de peligros desestabilizad ores. Se trata de algo m¨¢s digno y responsable por parte de los dirigentes obreros: aunar criterios y presentar a la Administraci¨®n un proyecto com¨²n de actuaci¨®n sindical. Si la unidad sindical es deseable y la unidad de acci¨®n ha sido posible, ahora es urgente un planteamiento unitario que fuerce al Gobierno a dictar una normativa sindical que, definitivamente, adecue la legalidad a la realidad.
Si, como parece probado, el Gabinete Su¨¢rez no dispone de un programa claro de actuaci¨®n pol¨ªtica -lo laboral no parece una excepci¨®n-, un frente com¨²n de los sindicatos bien puede imponer la adopci¨®n de medidas que, aun transitoriamente, sirvan para cubrir el vac¨ªo sindical en que hoy se debaten los trece millones de espa?oles que integran la poblaci¨®n laboral del pa¨ªs.
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