El "impasse" de la posici¨®n espa?ola
El problema de Gibraltar puede ser puesto en un contexto totalmente favorable a Espa?a, con tal de que las autoridades pol¨ªticas y los funcionarios de Asuntos Exteriores sean capaces de mirar m¨¢s all¨¢ de ese peque?o capital pol¨ªtico constituido por el Tratado de Utrecht y las resoluciones de las Naciones Unidas favorables a Espa?a, que tan inefectivamente han venido blandiendo hasta ahora. Ni la cambiada realidad de una Espa?a democr¨¢tica ni el crecimiento de una conciencia de identidad gibraltare?a, que hace que los habitantes del Pe?¨®n se vean m¨¢s y m¨¢s como sujetos de una situaci¨®n colonial, que afecta a ellos de otra forma pero tanto como a Espa?a, avalan el sostenimiento del status quo de las posiciones diplom¨¢ticas espa?olas.La percepci¨®n que de s¨ª tiene el pueblo gibraltare?o como pueblo colonial opera a favor del crecimiento de su sentido de identidad, y este sentido refuerza el valor moral del principio de autodeterminaci¨®n y debilita la coartada pol¨ªtica sobre la que Gran Breta?a justifica la continuacion de su presencia, ya que la autodeterminaci¨®n de la comunidad igbraltare?a no tiene ahora otra pared contra la que golpear que la situaci¨®n colonial. A su vez, la identidad y la autodeterminaci¨®n obligan a Espa?a a una renuncia de sus tesis anexionistas, por muy respaldadas que est¨¦n por los grandes documentos y por muy suavizadas que hayan sido por la promesa de estatutos jur¨ªdicos especiales, dado que aqu¨¦llas son impracticables e innecesarias en una Espa?a democr¨¢tica que quiere incorporarse a Europa.
Aquella renuncia, a su vez, desbloquear¨ªa la posici¨®n diplom¨¢tica espa?ola, permiti¨¦ndola conducir el arreglo del problema por la doble v¨ªa del entendimiento con los gibraltare?os y del reparto de funciones defensivas dentro del esquema occidental, en que el capital pol¨ªtico-estrat¨¦gico que reporta el control del estrecho de Gibraltar deber¨ªa ser aportado por Espa?a junto con las principales potencias mar¨ªtimas, entre ellas seguramente Gran Breta?a.
Esta aproximaci¨®n al tema refleja estados de opini¨®n bien esta.blecidos en Gibraltar, y coincide en parte con apreciaciones de diplom¨¢ticos espa?oles y brit¨¢nicos. Entre los diplom¨¢ticos espa?oles no todos comparten el esp¨ªritu beligerante de los que se proclaman herederos del castiellismo militante.
Tampoco debe confundirse esta apreciaci¨®n con una recomendaci¨®n para que se levanten las restricciones fronterizas y se reduzca el casi total aislamiento que padece la colonia respecto de Espa?a. En una reciente visita a Gibraltar, este redactor ha podido constatar que el centro de gravedad de la conciencia p¨²blica gibraltare?a se ha desplazado hacia la percepci¨®n de la situaci¨®n colonial que padece el pueblo, pasando a segundo t¨¦rmino la obsesi¨®n por el aislamiento, galanamente superada gracias al buen ¨¢nimo de los ?escorpiones?, a su inventiva mercantil y a su educaci¨®n pol¨ªtica.
Los que ven la apertura de la frontera como algo que Espa?a debe a los gibraltare?os son los miembros del partido de Sir Joshua Hassan, ministro principal de la colonia, y la burgues¨ªa proinglesa. Sir Joshua me dijo que la apertura de la frontera ser¨ªa ?la enmienda que un Gobierno democr¨¢tico espa?ol debe hacer a unas medidas crueles que nos impuso un Gobierno fascista?. Sir Joshua, por lo dem¨¢s, piensa que ?la presencia brit¨¢nica es la garant¨ªa sine que non de nuestros derechos y libertades?. Otros sectores, sin embargo, entre ellos algunos l¨ªderes sindicales y parte de la prensa, junto con j¨®venes hombres de negocios, piensan que la presencia militar brit¨¢nica no puede sino constituir un motivo de afrenta a Espa?a, y que es l¨®gico que ¨¦sta reaccione con medidas restrictivas contra unapoblaci¨®n detr¨¢s de la cual se escudan intereses ajenos a los gibraltare?os. El levantamiento de todas las medidas restrictivas ahora, me dijo Jos¨¦ Manuel Trias, abogado partidario de un arreglo negociado con Espa?a, ?significar¨ªa la reducci¨®n de la presi¨®n que nos est¨¢ empujando a adquirir conciencia de nuestra situaci¨®n colonial y de nuestro propio sentido de la identidad?.
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