"Hay que ir en contra de la organizaci¨®n de un poder siqui¨¢trico"
, La necesaria condenaci¨®n por el congreso de Honolul¨² del uso de la siquiatr¨ªa con fines pol¨ªticos ha puesto una vez m¨¢s de relieve la necesidad de un an¨¢lisis sobre su alianza, inadmisible, con el poder. David Cooper, (?Qui¨¦nes son los disidentes?), Thomas Szasz (La fabricaci¨®n de la locura) y Roger Dadoun (La locura pol¨ªtica, conjunto de textos sobre los modelos siqui¨¢trico/polic¨ªacos en URSS, Chile, Argentina, Africa del Sur, etc¨¦tera) han denunciado recientemente estas pr¨¢cticas, que si en el Este toman la forma de represi¨®n criminal contra toda disidencia, en el Oeste se manifiestan de forma m¨¢s insidiosa, se perciben m¨¢s dif¨ªcilmente, pero sirven tambi¨¦n para controlar la sociedad,y mantener las estructuras del poder.
Las torturas s¨ªquicas y f¨ªsicas de los prisioneros chilenos, el ?aislamiento? a que son sometidos los miembros del grupo Baader Meinhof, los nappistas o las Brigadas Rojas en Italia, los brutales tratamientos de descondicionamiento aplicados a homosexuales y drogadictos en USA, junto con la campa?a de ciertos siquiatras americanos que, con la colaboraci¨®n de los medios de comunicaci¨®n han hecho circular la idea de que los ?contestatarios? pueden estar afectados de una enfermedad, la,?epilepsia sicomotriz?; la lobotom¨ªa y otras intervenciones de la sicocirug¨ªa sobre heroin¨®manos y criminales.El doctor Jean Ayme, presidente del Sindicato de los Siquiatras de Hospitales franceses, miembro de la comisi¨®n contra el uso de la siquiatr¨ªa con fines pol¨ªticos, presente en el congreso de Honolul¨², se presta amablemente a charlar sobre este problema y sobre su posici¨®n.
?La condena de estas pr¨¢cticas "desviadas" de la siquiatr¨ªa servir¨¢n, al menos, para que los siquiatras se interroguen sobre su propia pr¨¢ctica y reflexionen sobre un posible deslizamiento m¨¢s o menos insidioso hacia una desviaci¨®n de la pr¨¢ctica en su propio pa¨ªs. Estoy de acuerdo con mi colega el doctor Trillat, cuando dice que hay que ir en contra de la organizaci¨®n de un poder siquiatrico, de una sociedad dirigida por los siquiatras, analistas, sic¨®logos, etc¨¦tera. Es peligroso, porque su capacidad de analizar las conductas humanas y las producciones culturales (el arte en todas sus manifestaciones), su facilidad de difusi¨®n por los mass media y su asimilaci¨®n por las sociedades capitalistas liberales, le han conferido una especie de autoridad y, en consecuencia, un poder, el poder ?Psy? que, en la medida en que puede comprender y aprehender una realidad social, puede tambi¨¦n servir para controlarla. A mi modo de ver hay que actuar sobre tres puntos:
1. El conformismo del siquiatra, causa de muchos de los abusos. Las convicciones de ciertos siquiatras sobre las personas que expresan sus ideas al margen de la ideolog¨ªa reinante (de Galileo a los regicidas se puede establecer una antolog¨ªa de falsos diagn¨®sticos) es peligroso. No porque como ciudadano est¨¦ en contra de los atentados pol¨ªticos debo considerar como enfermo a quien los realiza, ni por ser agn¨®stico definir como delirante a quien crea en la transubstanciaci¨®n. La funci¨®n del siquiatra no es la de ?normalizar?, sino tratar de dar al paciente una posible lucidez sobre s¨ª mismo, una visi¨®n m¨¢s clara sobre el mundo que le rodea. Una capacidad de salir de su aislamiento y luchar contra las alienaciones de la sociedad actual, trabajos excesivos, represi¨®n, etc¨¦tera.
2. La extensi¨®n de lafunci¨®n siqui¨¢trica. En los pa¨ªses europeos y americanos, los l¨ªmites de la siquiatr¨ªa se ampl¨ªan de una forma inquietante por su propia especificidad: los problemas escolares, de la pareja, los modos de expresi¨®n som¨¢ticos, el malestar en la vida familiar o profesional son otros tantos problemas que pretenden introducirse en el campo siqui¨¢trico. Esto es inquietante, pero lo es m¨¢s a¨²n el recurso a la siquiatr¨ªa por parte de la autoridad p¨²blica, por lo que se refiere a las conductas .?marginales?: primero fue el alcoholismo, luego la toxicoman¨ªa, recientemente el suicidio y ya se est¨¢ esbozando una petici¨®n de intervenci¨®n siqui¨¢trica, si no frente a toda conducta ?antisocial?, al menos ante ciertas formas nuevas de delincuencia.
3. La dependencia con respecto a la justiciay al Estado. El peligro de desviaci¨®n de la siquiatr¨ªa es todav¨ªa mayor si el siquiatra no es libre en su pr¨¢ctica. Rendir cuentas a una autoridad sanitaria no significa someterse a las decisiones que van en contra del deber m¨¦dico. El siquiatra es, sobre todo, c¨®mplice y protector de sus pacientes, a los que defiende, si la ocasi¨®n se presenta, contra la autoridad administrativa y judicial. Los hospitales de Francia han rechazado siempre la introducci¨®n de disposiciones legislativas permitiendo a un magistrado el ?condenar? a una persona a ser hospitalizada y a un tratamiento forzado como lo permite lalegislaci¨®n actual en URSS, por ejemplo.?
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