El "programa com¨²n" de Su¨¢rez
UNA CONSTANTE en el comportamiento pol¨ªtico del se?or Su¨¢rez ha sido, hasta ahora, su tendencia a descomponer los problemas globales de la gobernaci¨®n del Estado en sectores parciales, a los que suele tratar de manera aislada y sin reparar en las implicaciones que pueden tener en el resto de la vida p¨²blica. Esa pr¨¢ctica le ha permitido alcanzar ¨¦xitos espectaculares en determinadas cuestiones y durante breve tiempo. Sin embargo, la factura que ha tenido que pagar por esos triunfos parciales y moment¨¢neos, fruto de su innegable habilidad, ha sido, a la larga, muy elevada. Su imagen p¨²blica ha sufrido un impresionante deterioro en el ¨²ltimo mes. Y no s¨®lo el se?or presidente del Gobierno ha salido perjudicado por ese estilo de hacer pol¨ªtica. La gravedad de la situaci¨®n econ¨®mica en el oto?o de 1977 se debe, en gran parte, al descuido con el que el primer Gobierno Su¨¢rez, concentrado injustificadamente en temas s¨®lo pol¨ªticos, trat¨® las cuestiones econ¨®micas durante el a?o largo de su mandato. Y tambi¨¦n es un hecho p¨²blico que la enorme tensi¨®n producida en el mes de abril por la legalizaci¨®n del PCE en ciertos sectores de las Fuerzas Armadas se debi¨®, en parte, a unas imprevisoras palabras pronunciadas en septiembre de 1976 ante altos mandos militares por el se?or Su¨¢rez, preocupado en ese momento, sin reparar en el futuro, por ganarse la confianza del Ej¨¦rcito.Pero las elecciones del 15 de junio, la entrada en funcionamiento de las Cortes y el ejercicio de la libertad de expresi¨®n hacen ya imposible el mantenimiento de esas pr¨¢cticas de Gobierno. La experiencia pol¨ªtica adquirida bajo el franquismo, la capacidad para la maniobra a corto plazo o la descomposici¨®n en parcelas aisladas del conjunto de problemas con los que tiene que enfrentarse el Estado se hallan en las ant¨ªpodas de las cualidades que se precisan para gobernar en una democracia. Y m¨¢s todav¨ªa, en el caso de un Gabinete con un respaldo minoritario en el Congreso, una grave crisis econ¨®mica por resolver, elevadas expectativas sociales de cambio en la vida cotidiana y una oposici¨®n activa y no amordazada.
En las pasadas semanas, las acciones del se?or Su¨¢rez bajaron casi tanto como los valores burs¨¢tiles. No s¨®lo en la Oposici¨®n sino incluso en el seno de la propia UCD gan¨® terreno la creencia de que el presidente del Gobierno que supo desmontar las instituciones del franquismo no lograr¨ªa ponerse a la altura de las nuevas circunstancias de una Espa?a democr¨¢tica.
No obstante, la invitaci¨®n cursada por el se?or Su¨¢rez los protavoces de todos los grupos parlamentarios para discutir los t¨¦rminos de un acuerdo a plazo medio para afrontar de manera solidaria los graves desaf¨ªos con que se enfrenta el pa¨ªs cambia la situ¨¢ci¨®n. Las posibilidades de reconversi¨®n del presidente del Gobierno desde los h¨¢bitos del sistema autoritario cerrado a las costumbres de los sistemas pluralistas abiertos, aunque no parecen muy elevadas, tampoco son inexistentes. Evidentemente, lo que propone el se?or Su¨¢rez es una f¨®rmula casi calcada de la situaci¨®n italiana de los ¨²ltimos meses: un Gabinete monocolor -como el de Andreotti- encargado de ejecutar un programa de gobierno com¨²n negociado y suscrito por todas las fuerzas pol¨ªticas del arco constitucional.
Los puntos a los que hace referencia el se?or Su¨¢rez en su carta de invitaci¨®n son indiscutiblemente pertinentes: la necesidad de sanear la econom¨ªa y de liquidar todos los, vestigios del sistema franquista ?incompatibles con el camino democr¨¢tico emprendido?. Est¨¢ por ver, sin embargo, hasta d¨®nde est¨¢ dispuesto a llegar el partido del Gobierno en la democratizaci¨®n del aparato estatal y de la sociedad espa?ola. La reforma del C¨®digo Penal, un replanteamiento radical del orden p¨²blico y el control de los medios de comunicaci¨®n social del Estado -expresamente citados en la carta- pueden ser interpretados, tanto en su alcance como en su contenido, de formas muy distintas. En cuanto a las medidas econ¨®micas, la debilidad y las luchas intestinas de las centrales sindicales, fomentadas desde distintos niveles pol¨ªticos, constituyen un formidable obst¨¢culo para ese pacto social en el que los trabajadores, a cambio de la congelaci¨®n de sus salarios reales, reciban dentro de las empresas los instrumentos de informaci¨®n y de participaci¨®n que les permitan comprobar que sus sacrificios est¨¢n justificados.
Por lo dem¨¢s, tampoco es seguro que se den en Espa?a las peculiares condiciones hist¨®ricas y pol¨ªticas -fundamentalmente las presiones exteriores y del Vaticano contra la entrada en el Gobierno de un poderos¨ªsimo Partido Comunista- que hacen inevitable, en Italia, el Gabinete monocolor. La alternativa de un amplio Gobierno de coalici¨®n, con participaci¨®n, al menos, de los dos grandes partidos, es hoy en Espa?a hist¨®rica y pol¨ªticamente posible, por no decir deseable.
En cualquier caso, bienvenida sea la iniciativa tomada por el se?or Su¨¢rez, aunque venga con retraso.
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