Las Cortes ante una nueva hora
Las sesiones plenarias que hoy celebran el Congreso de Diputados y el Senado se?alan el umbral de una nueva etapa de las Cortes democr¨¢ticas. La capacidad autonormativa de las C¨¢maras les va a permitir en estos d¨ªas aprobar sus propios Reglamentos.El primer fruto de esas nuevas reglas ser¨¢ la constituci¨®n definitiva de las C¨¢maras que, por lo que se refiere al Congreso, introduce dos nuevas vicepresidencias (de dos pasan a cuatro) y establece el voto uninominal para la elecci¨®n de estos cargos y de los cuatro secretarios. Durante la etapa provisional, la Mesa del Congreso ha estado gobernada por la coalici¨®n UCD-PSOE. La probable presencia, ahora, de representantes de otras minor¨ªas, puede convertir a ¨¦stos en ¨¢rbitros de las inevitables disputas en el seno de la Mesa -llave que abre o cierra el tr¨¢mite parlamentario- entre los dos grandes bloques.
La nueva etapa parlamentaria que ya se divisa acaba con el per¨ªodo de provisionalidad vivido por las Cortes desde julio, durante el que los parlamentarios democr¨¢ticos est¨¢n percibiendo las asignaciones presupuestadas. para los procuradores org¨¢nicos, el reglamento de 1971 se ha entrelazado -en alguna interpretaci¨®n interesada- con el de la Rep¨²blica y todav¨ªa subsisten diputados y senadores, que son, al mismo tiempo, consejeros nacionales del Movimiento. Si una transici¨®n de este calibre no ha producido graves perturbaciones pol¨ªticas y de funcionamiento se debe, en gran parte, junto a la sensatez de la mayor¨ªa de los parlamentarios, a la escrupulosa conciencia jur¨ªdica del presidente de la instituci¨®n, Antonio Hern¨¢ndez Gil.
El se?or Hern¨¢ndez Gil ha tenido la virtud de hacerse imprescindible para esta etapa, a base de pasar inadvertido. Tan inadvertido que cuando Adolfo Su¨¢rez y UCD montan su cuartel general en el despacho del presidente de las Cortes, Antonio Hern¨¢ndez Gil se refugia en cualquier otro lugar de la casa. Y tan eficaz que el. diputado socialista Gregorio Peces-Barba tuvo que hacer un elogio, merecido, de sus normas provisionales y de su categor¨ªa como jurista en la ¨²ltima sesi¨®n plenaria del Congreso.
Frente a las cr¨ªticas fr¨ªvolas y epid¨¦rmicas al trabajo parlamentario realizado por las C¨¢maras durante el verano y hasta hoy mismo, cabe oponer la intensidad de las tareas de las ponencias, comisiones, grupos parlamentarios, mesas, juntas de portavoces, sesiones plenarias, aunque a veces hayan resultado aburridas para los ¨¢vidos de emociones, que somos muchos.
Cierto es, por la derecha, que los parlamentarios democr¨¢ticos han carecido de la erudici¨®n y empaque de los procuradores org¨¢nicos que, erguidos y majestuosos, se remontaban a Horacio o a Jenofonte para defender la ley de Minas. Y cierto es, por la izquierda, que del funcionamiento de las C¨¢maras no se ha desprendido ninguna varita m¨¢gica de la democracia que solucione todos los problemas del pa¨ªs. Pero la verdad es que los diputados y senadores -agresiva o mansamente, con afici¨®n o con preparaci¨®n, con corbata o sin corbata, con pactos o sin pactos, de pie o sentados, con votos o sin ellos- han realizado una tarea parlamentar¨ªa que, junto con el origen democr¨¢tico de su elecci¨®n, les sentar¨¢ en 1978 en el Consejo de Europa.
La nueva etapa de rodaje, paramentario tiene que afrontar ya los problemas de nuestra sociedad a trav¨¦s de la modificaci¨®n profunda de una legislaci¨®n obsoleta y contradictoria con los principios que dicen inspirar nuestro momento pol¨ªtico. Su¨¢rez ha tenido la habilidad de desarmar, entre otras muchas cosas, las acusaciones de plagios legislativos con un programa com¨²n, que va desde la m¨¢xima amnist¨ªa posible hasta la ley antiterrorismo respaldada por comunistas y socialistas. Al margen del pacto econ¨®mico y pol¨ªtico que se negocia en la Moccloa, es necesario ahora un pronunciamiento inequ¨ªvoco de los grupos parlamentarios -con luz, taqu¨ªgrafos, bases a la escucha y electores atentos- sobre los grandes temas del pa¨ªs y sobre el grado de compromiso con el Gobierno para abordarlos. A partir de ah¨ª, los espa?oles juzgar¨¢n si sus representantes las interpretan fielmente.
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