Una propuesta para Gibraltar
Gibraltar constituye, sin duda, uno de esos problemas pol¨ªticos que pueden resolverse. Y adem¨¢s, puede serlo de una manera pac¨ªfica, en calma y sin herir el amor propio de ninguna de las partes interesadas. Si alguien conoce otro problema pol¨ªtico semejante, tendr¨ªa mucho inter¨¦s en saberlo.Durante 250 a?os el Imperio Brit¨¢nico mantuvo Gibraltar como base contra Espa?a durante los cien primeros a?os, como puesto de avanzada para sus ambiciones en el Mediterr¨¢neo, m¨¢s tarde, y finalmente, al servicio de sus colonias orientales. Pero en la actualidad. Espa?a no es ya una naci¨®n enemiga, Gran Breta?a no tiene ning¨²n inter¨¦s en el Mediterr¨¢neo y ha abandonado sus posesiones en Oriente. Es cierto que el estrecho de Gibraltar sigue teniendo primordial importancia para Gran Breta?a, pero no mayor que para cualquier otra naci¨®n de Europa Occidental; desde un punto de vista estrat¨¦gico, Gibraltar tiene en la actualidad el mismo significado para Gran Breta?a que para las otras democracias de Europa Occidental. (El aspecto sentimental es otra cuesti¨®n.)
Si Gran Breta?a fuera un pa¨ªs aislado empe?ado en una pol¨ªtica cautelosa de autarqu¨ªa, o si creyese que todos sus aliados estaban a punto de abandonarla, podr¨ªa a justificarse en cierto modo el que Gran Breta?a conservara Gibraltar por cualquier medio, por razones estrat¨¦gicas. Pero no es esta su situaci¨®n. Gran Breta?a forma parte de una gran alianza internacional y hace tiempo que ha abandonado la noci¨®n de que en cualquier gran guerra imaginable podr¨ªa permanecer al margen de sus aliados o incluso de que lo desease.
En realidad, tengo la impresi¨®n de que en las negociaciones espor¨¢dicas sobre Gibraltar de los ¨²ltimos a?os entre Gran Breta?a y Espa?a, la cuesti¨®n estrat¨¦gica no ha sido decisiva. Los problemas han surgido de los gibraltare?os. Pero el n¨²mero de estos amables gibraltare?os, mitad brit¨¢nicos, mitad espa?oles, no es grande. Para los grandes simplificadores de la historia moderna, al estilo de Stalin o Hitler, o para los actuales gobernantes de Camboya o el primer ministro de Uganda, ?qu¨¦ son 20.000 personas? Y, sin embargo, resulta perfectamente razonable que los gibraltare?os prefirieran en el pasado continuar siendo parte de una democracia brit¨¢nica, incluso en calidad de colonia, antes que pasar a formar parte de un Estado centralista que entre, 1939 y 1975, no hizo ninguna concesi¨®n a la idea de las autonom¨ªas regionales, o incluso, a los deseos de las ciudades de elegir a sus propios alcaldes. Los gibraltare?os se han acostumbrado a la libertad. Si bien es cierto que ha sido una libertad limitada por su status colonial, en la ¨²ltima generaci¨®n, el Gobierno de Gibraltar, no militar, ha desempe?ado responsabilidades sustanciales, y el pueblo ha mantenido la situaci¨®n actual por medio del voto, e incluso en un refer¨¦ndum.
?Ha cambiado la situaci¨®n? Puede que est¨¦ en v¨ªas de hacerlo. Creo que puedo decir, sin ofender a nadie, que Espa?a nunca ha mostrado su rostro m¨¢s atractivo al pueblo de Gibraltar. Pero una buena parte de los gibraltare?os saben perfectamente bien, por medio de familiares y amigos que viven en Espa?a, que los funcionarios que vigilan la cerrada frontera son poco representativos de la realidad espa?ola. Espa?a es ahora una democracia, quiz¨¢ no perfecta (qu¨¦ democracia lo es), pero democracia al fin y al cabo. Y lo que es m¨¢s, la vida espa?ola se ha abierto de tal manera en los ¨²ltimos a?os, desde el cierre de la frontera (como sospecho que saben ya muchos gibraltare?os que ven la Televisi¨®n Espa?ola todas las noches) que a muchos les parecer¨¢, que es Gibraltar y no Espa?a el que se ha quedado atr¨¢s, fuera de la corriente principal de la vida europea. Por tanto, el ambiente est¨¢ maduro para intentar un cambio creativo.
En una conferencia que di en Gibraltar hace poco me di cuenta de que existe entre la gente un conocimiento pormenorizado de la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola. Sin pretender sacar una conclusi¨®n definitiva de un hecho fortuito, me sorprendi¨® una conversaci¨®n con una personalidad destacada de Gibraltar; me dijo que estaba molesta por la gran cantidad de extranjeros que hab¨ªa observado en Londres en su ¨²ltima visita. Inglaterra, me dijo, estaba cambiando, y no para bien. Cierto o no, lo que est¨¢ claro es que no estaba de acuerdo con lo que sucede en la metr¨®poli.
Existe otro aspecto de la cuesti¨®n. La OTAN afecta a la base. Pero la Comunidad Europea puede afectar a sus habitantes. Gran Breta?a forma parte de esa Comunidad, Espa?a ha solicita do su ingreso, y Gibraltar tambi¨¦n ve su futuro en ella. Por el momento, esto no parece ineludible. Las colonias no siguen a sus metr¨®polis en el ingreso a la Comunidad de manera autom¨¢tica. Pero no ser¨ªa l¨®gico que Gibraltar se quedase al margen. Tampoco lo desea; recientemente se ha fundado en Gibraltar un Movimiento Europeo, en r¨¢pido crecimiento.
El ambiente es, por consiguiente, mucho m¨¢s propicio que nunca para una soluci¨®n de esta vieja cuesti¨®n, y puede hacer posible, esperemos, que lo que por generaciones ha constituido un s¨ªmbolo de discordia entre Gran Breta?a y Espa?a, se convierta en un s¨ªmbolo de colaboraci¨®n.
Eliminemos primero dos cuestiones. Con la mejor voluntad del mundo, resulta imposible contemplar la constituci¨®n de Gibraltar como Estado independiente. No son suficiente 20.000 personas. Existen Estados peque?os en el mundo, pero ninguno tan peque?o. Un Estado independiente de esas dimensiones podr¨ªa causar muchos problemas a los Estados vecinos, como ha ocurrido con algunos de los microestados del Caribe. Y, de cualquier manera, esta soluci¨®n ser¨ªa intolerable para Espa?a.
Por otra parte, ya se discuti¨® en una ocasi¨®n la idea de la plena integraci¨®n de Gibraltar en el Reino Unido; pero ha sido acertadamente rechazada. Francia ide¨® la integraci¨®n de las lejanas Guadalupe y Martinica, en circunstancias muy diferentes. Tambi¨¦n ha llegado a mis o¨ªdos una sugerencia, la idea de un condominio semejante al que ejercen sobre Andorra el obispo de Seo de Urgel y el presidente de Francia, pero dudo que tal soluci¨®n resulte pr¨¢ctica para un punto de tal importancia estrat¨¦gica.
Vemos que se han discutido muchas soluciones. La que yo propongo es una que reconociera la soberan¨ªa espa?ola sobre Gibraltar, tanto la base como la ciudad, pero que permitiera a Gran Breta?a retener ambas en arriendo durante Veinticinco a?os, sobre la base de que, a medida que desaparecieran los intereses exclusivos de Gran Breta?a en las instalaciones navales, ¨¦stas pasar¨ªan a depender de la OTAN. Si Espa?a ingresara en la OTAN, los espa?oles podr¨ªan desempe?ar un papel cada vez mayor en el gobierno de la base. Es relativamente f¨¢cil imaginar que este aspecto de la cuesti¨®n diese buenos resultados. Pero habr¨ªa que prestar atenci¨®n m¨¢s profunda de lo que se ha hecho hasta ahora a la cuesti¨®n de la ciudad y su poblaci¨®n. He aqu¨ª mi sugerencia: los gibraltare?os deber¨ªan tener derecho a la nacionalidad brit¨¢nica o espa?ola a partir del momento en que Espa?a recuperara la soberan¨ªa. Pero tendr¨ªan que elegir entre una de las dos. La administraci¨®n civil permanecer¨ªa, tal como est¨¢ ahora, bajo el mandato de su primer ministro, con el acuerdo de que al cabo de veinticinco-a?os se le habr¨ªa encontrado un nuevo status. El Gobierno de Gibraltar colaborar¨ªa, naturalmente, en cualquier plan de desarrollo que pudiera ponerse en marcha para, el Campo de Gibraltar, a partir del momento en que se abriera la frontera (como, seg¨²n cabe presumir, suceder¨ªa). Y en lo que respecta al inconcreto status futuro, en las circunstancias excepcionales de una Espa?a que sin duda va a preocuparse cada vez m¨¢s de los derechos e idiosincrasia de las regiones, integrada en una Europa independiente que de igual manera est¨¢ abocada a convertirse en una empresa con conciencia regional, ?no habr¨¢ lugar para un puerto libre o para una asociaci¨®n de ciudadanos ligada a la naci¨®n de la cual formar¨¢n parte de manera todav¨ªa no concretada? No es mi intenci¨®n dar una conclusi¨®n confusa, pero existen multitud de soluciones intermedias entre un Estado fuertemente centralista y una federaci¨®n, como es ya reconocido Por Espa?a. Navarra tiene ciertos derechos exclusivos, Catalu?a ha recobrado su Generalitat y se discute la autonom¨ªa vasca.
?No vamos a ver otras experiencias de la misma naturaleza en la pr¨®xima generaci¨®n?
En todo caso, la soluci¨®n final debe tener en cuenta el hecho de que los hombres pueden tener varias lealtades: a la familia, al municipio y al Estado. Una soluci¨®n justa debe tomar en consideraci¨®n la lealtad que los gibraltare?os tienen hacia su ciudad, a pesar o quiz¨¢ a causa de su variado origen
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