En torno a la devoluci¨®n de Gibraltar a Espa?a / 1
autor de El Pe?¨®n de la discordiaEn 1966 al menos tanto para convencer al electorado brit¨¢nico de que su Gobierno no conceder¨ªa nada a Franco, como por otros motivos, el representante brit¨¢nico en las Naciones Unidas comprometi¨® a la Gran Breta?a a no ceder la soberan¨ªa sobre el Pe?¨®n en contra de los deseos de los gibraltare?os. La promesa se hizo sacrosanta con su inclusi¨®n en el pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n de Gibraltar de 1969, aprobada por el Parlamento brit¨¢nico.
Lo que el Gobierno brit¨¢nico quiso decir a los gibraltare?os con dicha promesa fue, en efecto, lo siguiente: ?Permanecer¨¦is bajo la Corona brit¨¢nica mientras tal sea el deseo de la mayor¨ªa de vosotros. Pero ello no quiere decir que accederemos a ninguna otra petici¨®n vuestra. No significa que hayamos comprometido a la Gran Breta?a a aceptar a Gibraltar como parte del Reino Unido si ese fuera vuestro deseo, ni a concederos la independencia, ni siquiera a devolver Gibraltar a Espa?a. La Gran Breta?a se reserva su derecho de decidir vuestro futuro salvo que no nos desharemos de vosotros mientras sig¨¢is deseando permanecer baio la Corona brit¨¢nica?.
Compromiso brit¨¢nico con Gibraltar
En junio de 1976, el Gobierno brit¨¢nico hizo p¨²blico un memor¨¢ndum dirigido a los pol¨ªticos gibraltare?os. Figuraba en ¨¦l una reiteraci¨®n del compromiso: ? El Gobierno de Su Majestad jam¨¢s entrar¨¢ en negociaciones para que el pueblo de Gibraltar pase bajo la soberan¨ªa de otro Estado en contra de sus deseos, libre y democr¨¢ticamente expresados?; pero revelaba p¨²blica y expl¨ªcitamente por primera vez su negativa a acceder a las demandas de los politicos del Pe?¨®n de que se hiciese a Gibraltar m¨¢s dependiente de la Gran Breta?a pol¨ªtica o econ¨®micamente, ya que tal cosa podr¨ªa afectar adversamente a ?las opciones que pudieran presentarse en el futuro al pueblo de Gibraltar? a la luz de ?los importantes cambios en Espa?a... desde 1975?. En cuanto a ?la integraci¨®n con el Reino Unido? ello ?no era, una opci¨®n ni pr¨¢ctica ni deseable?.
Ning¨²n documento estatal pod¨ªa haber indicado con mayor claridad la postura actual del Gobierno brit¨¢nico. a saber, que no le sabr¨ªa mal que los gibraltare?os abandonasen su actual deseo de continuar dependiendo de la Gran Breta?a. Es m¨¢s, no escatirn¨® esfuerzos, en otras partes del memor¨¢ndurn, Para tratar de persuadirles a que lo pensasen detenidamente, no s¨®lo con el rechazo expl¨ªcito de una petici¨®n pbraltare?a de que el Gobierno brit¨¢nis:o se comprometiera ?a mantener la estabilidad econ¨®mica de Gibraltar y a elevar progresivamente su nivel de vida en el Reino Unido?, sino con la advertencia de que los medios con los que el Gobierno brit¨¢nico se hab¨ªa comprometido anteriormente ?a apoyar y sostener a los gibraltare?os en sus actuales dificultades? (causadas por el cierre de las comunicaciones por tierra para entrar y salir de Gibraltar y las dem¨¢s restricciones impuestas por Espa?a), pudieran tener ?que adaptarse al cambio de la situaci¨®n en el Reino Unido, que se enfrenta con dif¨ªciles problemas econ¨®micos propios?.
Tales advertencias y las recientes declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores brit¨¢nico, ?justif¨ªcan la esperanza de que podr¨ªan llegar hoy d¨ªa a una conclusi¨®n satisfactoria, nuevas negociaciones anglo-espa?olas sobre Gibraltar?
Todo acuerdo para la transferencia de soberan¨ªa requerir¨¢ la ratificaci¨®n del Parlamento. Aquellos gibraltare?os que desean la continuaci¨®n del v¨ªnculo con la Gran Breta?a no parecen contar con m¨¢s de cuarenta simpatizantes de entre los 635 miembros de la C¨¢mara de los Comunes y con s¨®lo cinco de entre el mayor n¨²mero que tienen derecho a un puesto en la C¨¢mara de los Lores. La devoluci¨®n de Gibraltar a la ? Espa?a de Franco? hubiera tropezado con una masiva opos¨ªci¨®n popular; pero no hay ninguna prueba de que m¨¢s que un peque?¨ªsimo porcentaje del electorado tenga hoy el menor inter¨¦s en el mantenimiento de la soberan¨ªa brit¨¢nica sobre Gibraltar.
La promesa sigue en pie .Dado tan escaso inter¨¦s en el asunto entre los habitantes de la Gran Breta?a, y el poco apoyo en el Parlamento para el mantenimiento de la soberan¨ªa brit¨¢nica sobre el Pe?¨®n, pudiera existir la impresi¨®n de que aherra ser¨ªa f¨¢cil para el Gobierno brit¨¢nico presentar al Parlamento el necesario proyecto de ley para transferir la soberan¨ªa a Espa?a. Nada m¨¢s lejos de la realidad si tal cosa supusiera infringir la promesa dada y reiterada, pues, en tal caso, la oposici¨®n al proyecto de ley provendr¨ªa. no s¨®lo de los pocos que se oponen a la devoluci¨®n de Gibraltar, sino de muchos m¨¢s, incluidos entre ellos algunos de los que nunca creyeron -que deb¨ªa haberse hecho tal promesa. Aun en el caso de que resultase aprobado el proyecto de ley dado el sistema electoral brit¨¢nico y lo igualados que est¨¢n los dos partidos principales de la pol¨ªtica brit¨¢nica en el apoyo con que cuentan entre el electorado, s¨ª aunque no fuera m¨¢s que el 2 % de ¨¦ste considerara que hab¨ªa que castigar al partido del Gobierno que hab¨ªa cometido tal abuso de confianza y transfiriese su voto al partido opuesto en las pr¨®ximas elecciones. el Gobierno caer¨ªa del poder. Por tanto, no se puede esperar que el Gobierno brit¨¢nico, por muchos que sean los ministros del Gabinete o los miembros del Parlamento que tengan la convicci¨®n, o puedan adquirirla, de que la Gran Breta?a no tiene ning¨²n derecho moral a retener Gibraltar, o que carece de valor para la defensa de la Gran Breta?a, o que su mantenimiento supone una carga injustificada para el contribuyente brit¨¢nico, o que la Gran Breta?a se beneficiar¨ªa mucho de su devoluci¨®n a Espa?a, se atreva a p,roponer dicha devoluci¨®n mientras una mayor¨ªa del pueblo de Gibraltar no indique al Gobierno brit¨¢nico que ya no desea seguir permaneciendo bajo la Corona brit¨¢nica.
Acercarse a los gibraltare?os
De todo lo antedicho se deduce: que para que Espa?a recupere Gibraltar necesita, ante de todo, grar¨ªjearse el consentimiento de sus habitantes, o de una mayor¨ªa, de los mismos. Esa es la clave, y la ha sido desde 1966.
El resultado de las elecciones de septiembre de 1966, en Gibraltar, demuestra que el consentimiento de los gibraltare?os se conseguir¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cilmente hoy que hace diez a?os. En 1967 s¨®lo 44 personas, de las m¨¢s de 12.000 que participaron en el refer¨¦ndum, osaron expresar el deseo de vivir bajo la soberan¨ªa espa?ola. En cambio, en las ¨²ltimas elecciones, 1.700 de un total de 16.000 apoyaron la candidatura del m¨¢s ardiente defensor actual de esa propuesta. Este cambio de actitud por parte del 11 % de la poblaci¨®n no puede atribuirse en modo alguno a las restricciones, sino que se debe a los tres factores siguientes:
1. El contenido del memor¨¢ndum del Gobierno brit¨¢nico.
2. Un estudio independiente sobre la cuesti¨®n econ¨®mica, publicado poco antes de las elecc¨ªones, seg¨²n el cual la integraci¨®n en Espa?a es lo que m¨¢s convendr¨ªa a los gibraltare?os.
3. Los cambios pol¨ªticos en Espa?a (indicado en el memor¨¢ndum).
De todo lo antedicho se desprende que no hay mucho que pueda hacer el Gobierno brit¨¢nico que no haya hecho ya. En cambio Espa?a s¨ª, y a muy poco coste, aparte de seguir marchando hacia la democracia.
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