"De nada sirven los pactos sin la colaboraci¨®n de todos los ciudadanos"
? Buenas noches, se?oras y se?ores: Vengo a hablarles en momentos de especial preocupaci¨®n para todos, para ustedes y para el Gobierno. Y al hacerlo s¨®lo pretendo explicar cu¨¢les son las acciones y orientaciones de mi Gobierno, y cu¨¢les deben ser, a nuestro juicio, los compromisos de nuestra sociedad en nuestro tiempo.S¨¦ con cu¨¢nta preocupaci¨®n vivimos todos los espa?oles las dificultades econ¨®micas.
Estamos viviendo una situaci¨®n econ¨®mica dif¨ªcil incluso grave. Pero desde luego no insoluble. Y, en todo caso, pienso que hoy se ofrecen mayores grados de optimismo de los que vivimos hace solamente unas semanas.
Jam¨¢s consider¨¦, y as¨ª lo he dicho muchas veces, que las cosas resultar¨ªan f¨¢ciles a partir de las elecciones generales. Con la mayor claridad advert¨ª el 13 de junio que las elecciones no iban a resolver por s¨ª mismas los problemas, aunque fueran el primer paso para lograrlo.
En efecto, las elecciones han sido el punto de partida para iniciar un di¨¢logo de interlocutores representativos.
Esta etapa se ha caracterizado y se caracteriza por el contrasentido de que una situaci¨®n plenamente democr¨¢tica en lo pol¨ªtico carece, en cambio, de un contexto general y de unas normas legales democr¨¢ticas. Nos correspondi¨® gobernar el pa¨ªs en un sistema parlamentario sin tradici¨®n parlamentaria reciente.
El ejercicio de las nuevas libertades hizo que los problemas se agolparan en nuestras mesas como nuevos, aunque muchos tuvieran su origen en ¨¦pocas anteriores. Ante tales circunstancias resultaba evidente que un Gobierno que quisiera enfrentarse a la realidad con sentido pr¨¢ctico y nacional ten¨ªa que conjugar la firmeza de sus decisiones con el equilibrio y la prudencia.
Y los aspectos m¨¢s acuciantes de nuestra vida colectiva s¨®lo pod¨ªan ser enfocados desde la perspectiva del di¨¢logo. Desde esta perspectiva fue posible avanzar en el camino de la reconciliaci¨®n nacional.
Tambi¨¦n desde esa perspectiva de di¨¢logo, que me sigue pareciendo la f¨®rmula m¨¢s ¨²til y conveniente de garantizar la convivencia de Espa?a, hemos podido llegar a importantes acuerdos a partir de los cuales ser¨¢ m¨¢s estable la normalidad democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs y ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil contribuir a la consolidaci¨®n de organizaciones empresariales y de sindicatos responsables y fuertes.
Hoy creo poder hacer ante ustedes, sin falsas ilusiones, una rotunda afirmaci¨®n de fe en nuestro futuro y transmitirles la seguridad de que nuestro proceso pol¨ªtico es irreversible y de que las nuevas formas y modos de convivencia pol¨ªtica que estamos creando entre todos nacen con vocaci¨®n de permanencia y est¨¢n asentadas en los firmes cimientos del consenso colectivo y de la concordia nacional.
Pero si esto es as¨ª en el campo pol¨ªtico, no ocurre lo mismo en nuestra econom¨ªa. Se ha dicho con frecuencia que la situaci¨®n econ¨®mica es grave. Y se ha dicho con verdad. No hace falta contemplar la elocuente frialdad de las cifras y las estad¨ªsticas para comprobarlo.
En Espa?a, la posibilidad de soluciones se vio retrasada por la coincidencia con un proceso de cambio pol¨ªtico que limitaba las expectativas y los m¨¢rgenes de maniobra. Porque, si este tipo de medidas debe ser negociado con todos los sectores de, nuestra sociedad, ?qui¨¦nes iban a ser antes de ahora los protagonistas de acuerdos que afectan a toda la comunidad, con muy distintas ideolog¨ªas e intereses?
Precios, salarios, dinero, deudas
Existen b¨¢sicamente cuatro variables sobre las que podemos y vamos a actuar para que la econom¨ªa nacional y, por tanto, la de cada familia espa?ola, se sit¨²e en niveles de normalidad, seguridad y bienestar.
Primero, hay que evitar y vamos a evitarlo que suban los precios de una manera disparatada.
Segundo, es imposible que no suban los precios si el alza de los salarios y de las rentas fuese superior a lo que permite la situaci¨®n general de nuestra econom¨ªa.
Tercero, tambi¨¦n es imposible que no suban los precios si no se disciplina y reduce el crecimiento de la cantidad de dinero y del cr¨¦dito.
Y cuarto, hay que evitar y vamos a evitarlo, que Espa?a deba a otros pa¨ªses o a organismos internacionales m¨¢s de lo que nos deben a nosotros o de lo que podamos devolver sin excesivas tensiones y dificultades. Para ello hay que exportar m¨¢s y hay que reducir las importaciones, lo que hac¨ªa inevitable actuar, como se hizo, sobre el valor y la cotizaci¨®n real de la peseta en relaci¨®n con las otras monedas.
Pues bien, a la vista de estos hechos, el Gobierno y los partidos pol¨ªticos nos hemos propuesto los siguientes compromisos que vamos a cumplir:
- Hacer que la cantidad total de dinero no crezca en 1978 m¨¢s de un 17 %, porque si no se disciplina el crecimiento del dinero y el cr¨¦dito, la inflaci¨®n no disminuir¨¢.
- Lograr que los salarios no crezcan m¨¢s de un 22 % en su masa global, pero con un horizonte muy claro: conseguir que crezcan m¨¢s los salarios m¨¢s bajos.
- Asegurar que las alzas de precios no superen los l¨ªmites tolerables, que para 1978 han de estar en ese mismo tope del 22 %. Para lograr este objetivo habr¨¢ que conseguir una desaceleraci¨®n, es decir, una reducci¨®n en el ritmo de crecimiento mensual de los precios durante todo el a?o 1978, de forma que ese ritmo de crecimiento sea al final del a?o la mitad del de los ¨²ltimos meses de 1977.
- Garantizar que la pol¨ªtica fiscal haga pagar m¨¢s a quien m¨¢s tiene y recibir m¨¢s del Estado a los que tienen menos.
- Introducir toda una serie de modificaciones en nuestros comportamientos, de manera que el sistema econ¨®mico sea mas eficiente, m¨¢s justo y m¨¢s progresivo.
- Conseguir que exportemos m¨¢s y que limitemos las importaciones a los m¨ªnimos necesarios para no frenar la producci¨®n.
- Si todo esto se cumple -y es seguro que se cumplir¨¢- habremos conseguido frenar la inflaci¨®n, equilibrar nuestro comercio con los dem¨¢s pa¨ªses y, en definitiva, sanear nuestra econom¨ªa y reformar sus estructuras.
Invertir: necesidad ineludible
Pero hace falta mucho m¨¢s, se?oras y se?ores. Hace falta, aunque no sea m¨¢s que para paliar ese gran c¨¢ncer social que es el paro, invertir y crear nuevos puestos de trabajo. El Estado va a dar ejemplo, aumentando los gastos de inversi¨®n y limitando el crecimiento de sus gastos de consumo. Pero la labor del Estado ser¨ªa ineficaz sin la colaboraci¨®n de todos los ciudadanos.
Ustedes se preguntar¨¢n c¨®mo han de prestar esta colaboraci¨®n. La respuesta es muy sencilla: para relanzar las inversiones, entre otras medidas, es absolutamente imprescindible aumentar el ahorro. No existe -quiero que quede perfectamente claro- otra f¨®rmula m¨¢gica. Los espa?oles, todos los espa?oles, tenemos que ahorrar m¨¢s.
Sobre la base de una estabilidad asegurada y de un equilibrio econ¨®mico real, es esencial para el futuro de nuestra econom¨ªa promover y reactivar las inversiones canaliz¨¢ndolas hacia los sectores m¨¢s productivos y hacia aquellas actividades capaces de generar un mayor n¨²mero de puestos de trabajo.
Ahora bien, este planteamiento tan sencillo, aparentemente elemental, debe tener un motor b¨¢sico que lo anime: un renovado esp¨ªritu de trabajo por parte de todas las clases sociales.
Porque, se?oras y se?ores, seamos sinceros: tenemos que trabajar m¨¢s. Espa?a no puede permitirse el lujo de seguir perdiendo decenas de millones de horas de trabajo al a?o. Espa?a no puede permitirse el lujo de seguir teniendo una de las productividades m¨¢s bajas de Europa.
De nada servir¨¢n pactos y acuerdos, por muchos votos que hayan tenido detr¨¢s los firmantes, si el conjunto de los ciudadanos, hombres y mujeres, todos nosotros, no ponemos la parte que nos corresponde en la recuperaci¨®n de la econom¨ªa, con un consumo adaptado a las posibilidades de cada uno; con un estricto cumplimiento de las funciones p¨²blicas; con un pago puntual e ¨ªntegro de los impuestos; con una clara conciencia de nuestra responsabilidad, evitando gastos superfluos y reduciendo el uso de la energ¨ªa a lo imprescindible.
Si hablo as¨ª, se?oras y se?ores, es porque estoy seguro de que lo podemos conseguir. Porque el acuerdo de la Moncloa permitir¨¢ que sean corregidos los comportamientos viciosos de nuestra econom¨ªa. Porque vamos a convertir la austeridad en protagonista de nuestra vida en los, pr¨®ximos meses. Pero vamos a ser austeros todos.
Como he dicho antes, la situaci¨®n econ¨®mica es grave; pero no es insoluble. Es dif¨ªcil, pero es superable si se parte de la colaboraci¨®n y el esfuerzo de todos y si se llega por esa v¨ªa a un aut¨¦ntico clima de solidaridad social, desde el que toda empresa com¨²n ser¨¢ factible.
Llamada a la solidaridad
He citado la palabra ?solidaridad?. Antes de escribirla he reflexionado mucho sobre ella. Supone un gran compromiso ap elar a su significado. ?Podremos utilizarla cuando nuestra historia demuestra que s¨®lo se consigui¨® a trav¨¦s de instrumentos de autoridad? ?Podemos utilizarla cuando centenares de normas se quedaron sin cumplimiento, porque les falt¨® el apoyo social? ?Es l¨ªcito que apelemos a ella cuando, sin ning¨²n tipo de demagogia, muchos de nuestros males se basanjustamente en la m¨¢s absoluta ausencia de solidaridad?
Mi respuesta es que s¨ª; que podemos apelar a la solidaridad, porque esta palabra y esta llamada no vienen, en esta ocasion, solas. Vienen acompanadas de unas reformas profundas que hasta ahora siempre faltaron cuando a los ciudadanos se les pidi¨® alg¨²n sacrificio y alguna renuncia. Y lo que es tanto o m¨¢s importante: vienen secundadas por todas las fuerzas representativas de la izquierda, de la derecha y del centro.
Les pido, se?oras y se?ores, la comprensi¨®n y el sacrificio. Pero tengan la aboluta seguridad de que el Gobierno est¨¢ decidido a que ese sacrificio sea repartido equitativamente.
Se?oras y senores:
Es bien sabido que la forma espa?ola de contruir una democracia asombr¨® al mundo. Tambi¨¦n existe expectaci¨®n por la forma espa?ola de iniciar la soluci¨®n de la crisis econ¨®mica. Pero no s¨®lo de esos testimonios podemos vivir, sino de nuestra propia capacidad para consolidar lo que con tanto esfuerzo y renuncia hemos logrado crear entre todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.