Estados Unidos, decididos a renovar su industria sider¨²rgica
Una comisi¨®n norteamericana, presidida por el subsecretario del Tesoro, Anthony Solomon, deber¨¢ proponer en las pr¨®ximas semanas una serie de recomendaciones para trazar una nueva pol¨ªtica sider¨²rgica en Estados Unidos.
Esta comisi¨®n, integrada por funcionarios del Gobierno, miembros del Congreso, de la industria y de los sindicatos, y especialistas en cuestiones de control ambiental, fue creada por el presidente Jimmy Carter a mediados de octubre, con el prop¨®sito de hacer frente a la m¨¢s grave crisis de la siderurgia norteamericana en los ¨²ltimos treinta a?os. El propio se?or Carter reconoci¨® p¨²blicamente, el 18 de septiembre pasado, que la industria del acero, que constituye la columna vertebral del poder¨ªo econ¨®mico de Estados Unidos, se ha convertido hoy en ?un gigante enfermo y envejecido?.Esta iniciativa de la Casa Blanca puede amenazar a corto plazo las crecientes exportaciones del Jap¨®n, y tambi¨¦n las de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE). En el proceso pueden verse involucradas las ventas de Espa?a, ya bastante recortadas en los mercados de aceros especiales del Mercado Com¨²n y de Estados Unidos. Algunos expertos europeos est¨¢n considerando la posibilidad de establecer un sistema de participaci¨®n, o de integraci¨®n, a escala internacional, en el esquema de reconversi¨®n sider¨²rgica norteamericana. Se trata, en pocas palabras, de aprovechar la ocasi¨®n para tratar tambi¨¦n de ?reconvertir? el mercado mundial, o por lo menos ?racionalizarlo?, tal como hace ya m¨¢s de treinta a?os ped¨ªa el propio Schumann, y sus colegas fundadores de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero, piedra angular de la CEE. Las perspectivas de conseguir ahora esa ?racionalizaci¨®n? parecen interesantes, sobre todo si se tiene en cuenta que la siderurgia europea, o sus fuentes financieras, han invertido en la norteamericana, entre 1974 y 1976, m¨¢s de 5.000 millones de d¨®lares.
Sea como fuere, a Estados Unidos no le queda otro camino que llevar adelante su plan de trasformaci¨®n de la industria del acero. Una de sus principales empresas sider¨²rgicas, la Bethlehem, sufri¨® en el tercer trimestre de este a?o la mayor p¨¦rdida que compa?¨ªa alguna de Estados Unidos haya tenido en su historia: casi quinientos millones de d¨®lares. Seg¨²n acaban de anunciar los sindicatos, las acer¨ªas se han visto obligadas a prescindir, desde agosto ¨²ltimo, de unos 25.000 trabajadores, y se calcula que de seguir as¨ª las cosas tendr¨¢n que despedir a 50.000 m¨¢s en los pr¨®ximos cuatro meses. Los especialistas reiteran que el mercado seguir¨¢ debilit¨¢ndose durante el primer semestre de 1978, lo que obligar¨¢ a cierres peri¨®dicos-aunque no demasiado prolongados- del 20-25 % de las plantas sider¨²rgicas del pa¨ªs. Las firmas que a¨²n no se han encontrado con p¨¦rdidas, como las de la Bethlehem, anticipan que sus ?beneficios normales? se ver¨¢n reducidos en un 60 %, o m¨¢s, al cabo del trimestre actual.
Presi¨®n sindical
Quiz¨¢ por razones de pol¨ªtica internacional, la Casa Blanca, secundada indirectamente por algunos sindicatos, se?alan que el origen de esta crisis se explica no s¨®lo por la competencia de los productores japoneses y europeos, sino tambi¨¦n por el impacto inicial de las nuevas leyes promulgadas por Washington contra la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica, que est¨¢n obligando a la siderurgia norteamericana a costosas inversiones (se habla de m¨¢s de 8.000 millones de d¨®lares en dos a?os). Con este argumento, y el de la ?desorganizaci¨®n general del sector?, el se?or Carter se ha negado hasta ahora a restringir sustancialmente las cuotas de importaci¨®n. El presidenteha hecho hincapi¨¦ tambi¨¦n en los elevados salarios que predominan en la industria, lo cual, ante el fantasma del desempleo y una tasa de inflaci¨®n del 8-9 % anual, recibi¨® inmediatamente una reacci¨®n airada del poderoso Sindicato de Trabajadores del Acero.Este sindicato, que en principio se mosiraba dispuesto a plegarse a los argumentos de Carter en contra de las demandas de los empresar¨ªos, presiona ahora, dentro de la comisi¨®n presidida por Solomon, en una sola direcci¨®n: la limitaci¨®n efectiva de las importaciones. Solomon lleg¨® a admitir hace unos d¨ªas que frente a estas presiones, la modernizaci¨®n de la tecnolog¨ªa sider¨²rgica norteamericana, al socaire de la crisis, objetivo de fondo de la comisi¨®n, puede quedarse al final en agua de borrajas. En ese caso, el ?gigante enfermo y envejecido? de Estados Unidos s¨®lo servir¨ªa para encender una guerra internacional del acero, en la que, por razones ajenas al acero, Jap¨®n y Europa occidental podr¨ªan llevar la peor parte. ?Se conocen los detalles de esta realidad en los medios sider¨¢rgicos espa?oles.? ?Qu¨¦ se est¨¢ haciendo para afrontarla?
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