Cinco preguntas entorno al "pacto de la Moncloa"
En toda teor¨ªa del conocimiento se destaca la significaci¨®n que en el ?conocer? tiene el preguntar. De la firma de enunciar la pregunta puede hasta cierto grado, condicionarse la respuesta E! saber es un constante esfuerzo interrogativo. Todo lo dicho tiene m¨¢s valor trat¨¢ndose de la vida pol¨ªtica. En ¨¦sta lo determinante es alcanzar unas cuantas claves con las que, a manera de utillaje, podamos intentar captar y maniobrar la misma realidad de los puros hechos. Es por esto por lo que he entendido que no ser¨ªa labor superflua preguntar, al igual que hace el m¨¦dico antes de todo intento de proceder al diagn¨®stico. Yo voy a preguntar, o tal vez, seria m¨¢s apropiado decir: voy a sugerir que nos preguntemos colectivamente, a nivel de ciudadan¨ªa cinco cosas en relaci¨®n con el pacto de la Moncloa.
Primera pregunta: ?Qu¨¦ razones y qu¨¦ acontecimiento, o qu¨¦ situaciones indujeron al Presidente Su¨¢rez a proceder a ese llamamiento, a esa convocatoria de las fuerzas pol¨ªticas, y m¨¢s en segundo t¨¦rmino de las sindicales, que conocimos por la lectura de la prensa al comunicar el texto de la carta de Su¨¢rez? M¨¢s de un lector se sentir¨¢ instintivamente obligado a decirme (en el supuesto de que pudiera hacerlo) que la respuesta est¨¢ dada desde tres niveles: arrancando del mismo programa inicial del Gobierno Su¨¢rez, repetido en no pocas ocasiones (desdramatizar, concordia, nuevas formas de entendimiento entre los espa?oles, visi¨®n de futuro, confianza en el pueblo espa?ol y en sus fuerzas pol¨ªticas, etc¨¦tera), acudiendo a la lectura de los textos en los que ha cristalizado la negociaci¨®n, simplemente releyendo la intervenci¨®n del Presidente al cerrar el turno de oradores en la sesi¨®n del Congreso. No margino esos razonamientos. Los estimo insuficientes y no ser¨ªa nada dif¨ªcil alegar otros para demostrar que hay m¨¢s bien una ruptura con la l¨ªnea de direcci¨®n de Gobierno que Su¨¢rez hab¨ªa fijado despu¨¦s de las elecciones. Yo, por mi parte, y siempre a t¨ªtulo de pregunta, aludir¨ªa a estas cuestiones ?pudo influir la sensaci¨®n de que se estaba frente al peligro de una operaci¨®n de desestabilizaci¨®n, que actuaba con protagonistas, medios y razones muy diversas? ?Es l¨ªcito ignorar la parte al¨ªcuota de influencia que en la decisi¨®n de Su¨¢rez pudo tener la situaci¨®n de crisis econ¨®mica, que lo es igualmente pol¨ªtica? Su¨¢rez no pudo pensar lo que en el hemiciclo dir¨ªa Revent¨®s recordando la c¨¦lebre exclamaci¨®n de Carner y comprender que era necesario que la democracia acabase con las crisis de no querer suicidarse? ?Podr¨ªa omitirse la faceta internacional, los condicionamientos de la negociaci¨®n con las Comunidades Europeas? No podemos olvidarnos que uno de los ?puntos fuertes? es el relacionar la admisi¨®n con el proceso de democratizaci¨®n de Espa?a... Y no ser¨¦ yo quien excluya de este ejercicio intelectual el dato de la misma crisis o de la dif¨ªcil tarea de maduraci¨®n que est¨¢ realizando la UCD. Me remito a lo dicho por miembros nada marginados del pensar pol¨ªtico como son los destacados miembros de UCD se?ores Meil¨¢n y La Cierva.
Segunda pregunta: ?Qu¨¦ elementos objetivos y subjetivos, accidentales o de mayor sustantividad, se conjugaron para que la Oposici¨®n aceptara la negociaci¨®n, especialmente la de matiz nudamente socialista? ?Estamos simplemente ante un ?gesto?, muy en consonancia con esa interpretaci¨®n teatral y representativa de la pol¨ªtica de la que desde estas mismas p¨¢ginas de EL PAIS se viene hablando? No descarto la influencia que haya podido tener en la actitud de la Oposici¨®n el malestar que se palpa en la calle, la extremada sensibilidad con la que muchos reactivan pasadas y tristes ¨¦pocas; pregunt¨¢ndose hasta qu¨¦ punto se estar¨¢ ?siguiendo? un proceso de ?deterioro? como sucedi¨® despu¨¦s de la implantaci¨®n de la Rep¨²blica. La Oposici¨®n quiere presentarse, al mismo tiempo, como continuadora de pasadas legitimidades: pero igualmente como responsable, en el sentido de valorar cr¨ªticamente lo que sobre ella misma puede cargarse pasivamente de aquellas pret¨¦ritas frustraciones. La Oposici¨®n es l¨®gico que no desee que de ella se diga lo que se afirm¨® en Francia al regreso de los Borbones. Y para concluir no ser¨¦ yo quien ahora, al referirme a la Oposici¨®n, descuide su ?condicionamiento? internacional. El ?Eurocomunismo? en el PCE y el Socialismo autogestionario, en libertad y en democracia del PSOE, tiene sus inmediatas implicaciones internacionales y sus exigencias incluso teniendo la vista puesta exclusivamente en la sociedad industrializada del neocapitalismo.
Tercera pregunta: ?Qu¨¦ puede suponer el pacto de la Moncloa en la ?din¨¢mica? de los partidos pol¨ªticos, especialmente en los verdaderamente democr¨¢ticos? Por de pronto, una tensi¨®n dial¨¦ctica entre una concepci¨®n nudamente democr¨¢tica del mismo partido y una rigurosidad en cuanto a la disciplina de sus militantes: y a¨²n m¨¢s de sus ?cuadros? y parlamentarios. No se trata ahora de resucitar pol¨¦micas conocidas en cuanto al concepto del centralismo democr¨¢tico, de la democracia interna en el partido, de la carta de libertades de sus militantes, de la pluralidad de concepciones, etc¨¦tera. Lo que es urgente es plasmar en la realidad actual estas cuestiones. Hay que hacerlas descender del nivel de un mero debate te¨®rico, que por cierto no est¨¢ resultando demasiado enriquecido por nuevas aportaciones igualmente te¨®ricas. Lo que resulta imprescindible es ?emplazar? la cuesti¨®n en nuestra hora. Es decir, saber como vamos a plantear el problema en una fase preliminar tanto en relaci¨®n a la democratizaci¨®n de la sociedad, como respecto a la normalizaci¨®n en la vida de unos partidos, en los cuales la larga noche de la clandestinidad ha ejercido sus efectos. Y en este clima o entorno social hay que insertar las secuelas, las exigencias que lleva consigo el pacto de la MoncIoa. Los partidos se han obligado como tales. Es la hora en que los ?cuadros? de los partidos se mentalicen de tal modo que comprendan hasta qu¨¦ grado es cierta la afirmaci¨®n gramsciana de que el partido tiene que ser, entre otras cosas, un gran educador, algo as¨ª como un alertador de voluntades y conciencias...
Cuarta pregunta: ?Qu¨¦ influencia puede tener en la acci¨®n de las Cortes, en la misma forma de articular sus dos C¨¢maras, el precedente creado por el pacto de la MoncIoa? M¨¢s de un lector se dir¨¢, ?no est¨¢ explicado hasta la saciedad el modus operandi en la ejecuci¨®n del pacto en lo que a este punto se refiere? Y, efectivamente, se nos ha dicho, y hay elementos m¨¢s que suficientes en los textos para apoyar estas afirmaciones, que el pacto de la MoncIoa no menoscaba en modo alguno la acci¨®n de las Cortes. ?Esto es igual a decir que en nada les afecta en el sentido estricto del t¨¦rmino afectar? Perm¨ªtaseme que acuda a los conocimientos que me da mi profesi¨®n. Como internacionalista, tengo que decir que cuando unos sujetos internacionales se comprometen en un acuerdo, ese compromiso muy posiblemente influya en la actuaci¨®n legislativa, y puede hacer responsable internacionalmente al sujeto de los actos del legislativo, tanto por haber aprobado normas que contradicen lo estipulado en el acuerdo como por no haber promulgado aquellas de las que puede depender su ejecuci¨®n y cumplimiento. No neguemos la realidad. Persiste la iniciativa legislativa de las Cortes, pero esta iniciativa tiene que moverse ?dentro? del cuadro impuesto por Ia aceptaci¨®n del pacto de la MoncIoa.
He hablado de la influencia que el pacto de la MoncIoa puede tener incluso en relaci¨®n con la diversificaci¨®n de tareas entre las dos C¨¢maras. ?No podr¨ªa pensarse que el Senado ser¨ªa un adecuado protagonista en cuanto a dotarle de iniciativa respecto a la descubierta de nuevas ¨¢reas de negociaci¨®n y de consensus? La negociaci¨®n ha comenzado?; hay que seguir negociando, se ha dicho en el Congreso. Y si es as¨ª, ?no estar¨ªa justificado que en esa negociaci¨®n el Senado participara, no ya como interlocutor, pero s¨ª como sugeridor?...
Quinta pregunta: ?Qu¨¦ influencia puede ejercer el pacto de la MoncIoa en la din¨¢mica pol¨ªtica futura? S¨®lo quiero hacer una llamada de atenci¨®n a esta cuesti¨®n, y lo har¨¦ siguiendo el mismo g¨¦nero discursivo que he elegido en esta colaboraci¨®n. La actividad pol¨ªtica, al menos la ?grande? la que corresponde representar a los principales ?actores? est¨¢ sometida a unas dimensiones de escenario, y ¨¦stas, en cuanto a planos y decorados, quiero proyectarlas fundamentalmente sobre este nuevo c¨ªrculo brechtiano: negociaci¨®n, consensus y alternativa democr¨¢tica. ?Qu¨¦ puede suponer en estos tres centros de gravedad el pacto de la MoncIoa? Evidentemente, estamos ante un buen tema de reflexi¨®n pol¨ªtica.
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