Una lengua m¨¢s que milenaria / 1
De la Real Academia de la LenguaBueno es que haya surgido la idea de conmemorar el milenario de la lengua castellana. Aunque nada obliga a pensar que el a?o 977 fuera decisivo para su historia, la celebraci¨®n invita a reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de ese excepcional veh¨ªculo de comunicaci¨®n y de cultura que guarda viva la esperiencia multisecular de veinte pueblos.
No s¨¦ por qu¨¦ se ha elegido esta fecha. Las lenguas romances no nacieron del lat¨ªn mediante partos que pusieran t¨¦rmino a las respectivas gestaciones e iniciasen sus vidas aut¨®nomas; fueron resultado de lenta y gradual evoluci¨®n. Por eso es imposible datar con exactitud el nacimiento de cada una. No poseemos testimonios de los siglos VI al VIII respecto al habla vulgar de las comarcas que a partir del IX iban a agruparse en la Castilla primitiva. Los documentos del X, aunque escritos en lat¨ªn, dejan escapar palabras o frases sueltas donde apuntan t¨ªmidamente algunos caracteres fon¨¦ticos o gramaticales del romance regional; pero estas manifestaciones del rusticus sermo o vulgale eloquium s¨®lo se dan por descuido o ignorancia de los escribas o por imposibilidad de latinizar realidades inmediatas. Cosa distinta ocurre en las Glosas Emilianenses y Silenses, los primeros textos hoy conservados que revelan deliberado prop¨®sito de usar el romance con plena conciencia de que ya no es lat¨ªn. No sabemos con precisi¨®n cu¨¢ndo, pero probablemente hacia 950, un monje de San Mill¨¢n de la Cogolla anota entre l¨ªneas o al margen, las equivalencias romances de vocablos y frases que le resultan dif¨ªciles de entender en unas homil¨ªas latinas; en una ocasi¨®n traduce y ampl¨ªa en romance una breve plegaria. Poco despu¨¦s, otro monje glosa de igual manera un penitencial latino que perteneci¨® al monasterio de Silos y hoy se encuentra en el Museo Brit¨¢nico.
Los dos acuden a primitivos diccionarios que no conservamos; pero cuya existencia est¨¢, asegurada por errores comunes en algunas glosas. Indudablemente no son las primeras tentativas de escribir conscientemente en lengua vulgar. Por otra parte, ni las Glosas Emilianenses ni las Silenses est¨¢n en castellano. El santualio de San Mill¨¢n de la Cogolla pertenec¨ªa al -reino de Navarra desde que el rey de Pamplona, Sancho Garc¨ªa, reconquist¨® la Rioja hacia el a?o 923; el monje glosador deb¨ªa de ser navarro, pues se vale del dialecto navarro-aragon¨¦s, al que a?ade en dos glosas equivalencias vascas. M¨¢s extra?o es que las Glosas Silenses sean tambi¨¦n navarro-aragonesas en cuanto, a lenguaje, a pesar de que Silos est¨¢ situado en el coraz¨®n de Castilla; la estrecha relaci¨®n que lig¨® a los dos monasterios autoriza a suponer que el penitencial de Silos fuera escrito o glosado en el cenobio riojano o por un monje procedente de ¨¦l. Lo cierto es que unas y otras glosas escriben geitar, feito, muito, spillu, siegat :(sieyat), naiseren, etc¨¦tera, en lugar de las formas castellanas ,echar, fecho, o hecho, mucho, espejo, sea, nacieren. Para encontrar abundante presencia escrita de rasgos netamente castellanos te nemos que acudir a documentos del siglo XI, cuando la personalidad hist¨®rica de Castilla estaba ya plenamente afirmada; pero la multiplicaci¨®n de ejemplos que se registra entonces exige un largo proceso de incubaci¨®n, durante el cual las caracter¨ªsticas del habla castellana apenas se hab¨ªan reflejado en la escritura.
As¨ª, pues, la fecha de 977 es arbitraria: no corresponde con seguridad a las Glosas Emilianenses ni Silenses, ni ¨¦stas son propiamente castellanas. Ahora bien, no podemos negar que en el fondo es una fecha verdadera, pues el castellano exist¨ªa ya entonces, y antes de un siglo empezar¨ªa a propagarse por tierras riojanas. El dialecto navarro-aragon¨¦s en que est¨¢n escritas las Glosas es afin al castellano y fue absorbido por ¨¦l. S¨ª, nuestra lengua es m¨¢s que milenaria en 1977 y bien merece que nos ocupemos de ella.
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