Jos¨¦ Luis S¨¢nchez
Recuerdo haber comentado, durante una visita al Sal¨®n de Tapices del Alc¨¢zar de Sevilla, cu¨¢n adecuada resultaba la t¨¦cnica de ¨¦stos a la narraci¨®n ¨¦pica. Aun cuando en ello se encerrara quiz¨¢ cierto anacronismo, al que nuestra condici¨®n de modernos frecuentemente nos invita, pens¨¢bamos que el aire de vi?eta que los tapices suelen poseer insin¨²a, en mayor medida que la aparente inmediatez de la pintura, la presencia del narrador en la misma l¨ªnea de los cromos y grabados populares que necesitan del canto del ciego o, lo que aqu¨ª puede resultar m¨¢s interesante, del conocimiento previo de lo narrado por parte de la comunidad en que se insertan.De este modo la imagen no es sino una sombra que se refiere o, mejor, que pone en marcha algo que est¨¢ ya presente en la mente de todos. Puede que la buena servidumbre para con la ¨¦pica que el tapiz parece ofrecer se deba a que mientras el artificio de la pintura escamotea el lienzo que le sirve de base, en aqu¨¦l la imagen se confunde con el tejido mismo. As¨ª ser¨ªa lo representado, en su identificaci¨®n con el soporte, la base en la que el relato se apoya.
Jos¨¦ Luis S¨¢nchez
Galer¨ªa Seiquer. Espa?oleto, 23.
La visi¨®n de un tapiz de Roy Lichtenstein trajo estas reflexiones hacia un marco de problemas contempor¨¢neos. En cuanto que el pop se apropia im¨¢genes de esos dos veh¨ªculos por excelencia de la mitolog¨ªa moderna que son el cine y el comic, la t¨¦cnica del tapiz bien pudiera resultar en ¨¦l un soporte adecuado.
Pero con un esp¨ªritu no tan directamente iconoclasta y en el deseo de aprender a convivir con los monstruos de nuestro entorno que Scott Brown y Venturi pregonaran, el tapiz se presenta como un medio profano frente a la grandilocuencia de la pintura que sirve bien al car¨¢cter objetivo de las im¨¢genes representadas, esto es, a unas im¨¢genes que son inseparables de la base material en la que com¨²nmente se insertan. Y es este tipo de adecuaci¨®n el que confiere inter¨¦s a los trabajos de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez.
Habiendo tomado anteriormente referencias en el comic, se ci?e ahora, en esta primera exposici¨®n, exclusivamente a la esfera de la mitolog¨ªa cinematogr¨¢fica. Dejando aparte la relaci¨®n ya apuntada de esta t¨¦cnica con la ¨¦pica que da tambi¨¦n aqu¨ª buen juego, resulta asimismo interesante esa no inmediatez del tapiz, de la que hablamos, sirviendo en este caso para traducir el ambiguo status de realidad que la estrella adquiere a trav¨¦s de su figura en el celuloide. Pero incluso m¨¢s que por referencia al filme, dicha realidad resulta problem¨¢tica en las im¨¢genes que de la estrella se dan fuera de la pantalla.
Por ello creo acertada la elecci¨®n, por parte de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez, de fotograf¨ªas como la de Marilyn di Maggio, y no de fotogramas de pel¨ªculas.
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