Manuel de Ter¨¢n ley¨® su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua
El nuevo acad¨¦mico fue presentado por Juli¨¢n Mar¨ªas
En la ¨²ltima sesi¨®n de la Real Academia Espa?ola, celebrada el pasado domingo, ha le¨ªdo su discurso de ingreso el reci¨¦n nombrado Acad¨¦mico de N¨²mero Manuel de Ter¨¢n, que fue presentado por el fil¨®sofo y acad¨¦mico Juli¨¢n Mar¨ªas. El se?or Ter¨¢n, cuyo texto trataba de Las formas del relieve terrestre y su lenguaje, tras el recuerdo dedicado a Carlos Mart¨ªnez Campos, su antecesor en la Silla de la Academia, se refiri¨® a la geograf¨ªa, de la que dijo que ?es ciencia que, rebasada hace tiempo la fase puramente enumerativa y descriptiva de accidentes de todo g¨¦nero, se ha constituido hoy en un saber interdisciplinario?, basado, dijo, en las ciencias naturales y tambi¨¦n en las ciencias del hombre. El discurso, propiamente dicho, en un lenguaje que recuerda el de los antiguos ge¨®grafos, el de las mentes totales del renacimiento, a los que cit¨® profusamente, fue una creaci¨®n viva, reflexiva, sobre la totalidad de esa piel de una estrella apagada, en la que dijo que viv¨ªamos. La monta?a como fuerza que llena al hombre de admiraci¨®n, que le hace poblarla del misterio de los infiernos que son casi para¨ªsos, fue el objeto de esta pieza bella, un recorrido por las literaturas y los mitos de la altura. Para terminarlo hizo un paseo literario y filos¨®fico por los nombres de los montes y por las palabras con que nombramos las alturas. Se detuvo el se?or Ter¨¢n en el nombramiento anal¨®gico, y casi siempre antropol¨®gico, de los paisajes: ?Es muy frecuente -dijo- que la idea inspiradora en la terminolog¨ªa popular, se gu¨ªe por su analog¨ªa con formas del organismo humano o animal, sin que para ello sea necesario recurrir, como han hecho algunos autores, a la inspiraci¨®n de la fillosof¨ªa, de la antig¨¹edad, y concretamente al postulado estoico de la analog¨ªa del microcosmos y el macrocosmos, que asimila la tierra un cuerpo viviente. Estas analog¨ªas -afirm¨®- nacen espont¨¢neamente en la mentalidad popular. Son las de garganta, cabeza, teta, muela, colmillo, diente y otras muchas.?Y as¨ª como comenz¨® recordando al renacentista Nicol¨¢s de Cusa, termin¨® su discurso a la manera cl¨¢sica, con estas palabras: ?La verdad es siempre evasiva y el hombre de ciencia, movi¨¦ndose con el apoyo de hip¨®tesis y contrahip¨®tesis, es un cazador de la verdad, un venator sapientiae, pod¨ªamos decir, inspir¨¢ndonos en el sugestivo t¨ªtulo de un tratado de Nicol¨¢s de Cusa.?
?Nuestra Academia necesita -dijo Juli¨¢n Mar¨ªas, en respuesta al reci¨¦n entrado- escritores, maestros del lenguaje creador, que hacen avanzar la lengua, como la palabra hablada, pero que al mismo tiempo la fijan, establecen formas que la enriquecen de modo duradero; necesita igualmente fil¨®logos, lexic¨®logos, gram¨¢ticos, estudiosos de la lengua, en suma, capaces de considerarla en el rigor de las disciplinas lingu¨ªsticas, y necesita, en tercer lugar, especialistas en los distintos campos del saber, conocedores del vocabulario de los distintos dominios, y todav¨ªa m¨¢s, de sus necesidades crecientes. Porque no s¨®lo es menester definir con rigor en el diccionario las voces usadas en ciencias, t¨¦cnicas, profesiones y oficios, sino que es necesario rechazar los usos ambiguos o impropios, adaptar palabras extranjeras, forjar voces nuevas para expresar nuevas ideas, denominar nuevos objetos, propiedades u operaciones.? Tras fijar, pues, en tan pocas palabras, las necesidades y tareas de la Academia de la Lengua, Juli¨¢n Mar¨ªas hizo un esbozo de la personalidad del reci¨¦n ingresado se?or Ter¨¢n, haciendo hincapi¨¦ en su amplia formaci¨®n human¨ªstica, en el sentido de sabio total que los sabios tuvieron en otros tiempos. ?La formaci¨®n de Ter¨¢n -dijo- cubre el conjunto de las ciencias de la naturaleza y una buena parte de las llamadas humanas, y la inevitable limitaci¨®n de sus conocimientos coincide, afortunadamente, con los intereses de esta Academia. ? Se refiri¨® despu¨¦s al discurso del nuevo Inmortal, del que dijo que ?es una buena muestra de la actitud intelectual y vital del nuevo acad¨¦mico?.
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