Toda ha quedado como estaba
El C¨ªrculo Europeo, de Estrasburgo, fue el local neutral del primer encuentro ?tripartito? Londres-Madrid sobre la crisis de Gibraltar.A las seis y media en punto de la tarde llegaron al palacete los protagonistas del encuentro. El primero fue Oreja, escapado de su primer comit¨¦ ministerial del Consejo de Europa. Luego el apuesto doctor Owen, acompa?ado de su troupe gibraltarefia. El ministro principal Sir Joshua
Hassan y el l¨ªder de la oposici¨®n, Mauricio Xiberras. En el hall del palacete una decena de fot¨®grafos persigui¨® a los prenegociadores hasta el primer piso, donde se celebr¨® la reuni¨®n, a puerta cerrada y con el tel¨¦fono cortado (Gibraltar, siempre con los tel¨¦fonos cortados).
All¨ª, ante la prensa gr¨¢fica, se rompi¨® el hielo:
Owen. ? ?Cu¨¢nto fot¨®grafo!, parece que ¨¦sta es una reuni¨®n hist¨®rica ... ?Hassan. ?Es la primera vez que se celebra.?
Oreja. ?La ¨²ltima fue en 1704. ?
Reparto de sillas, fot¨®grafos fuera, periodistas abajo (en un peque?o comedor del C¨ªrculo discurr¨ªa una cena femenina como pr¨®logo a una conferencia sobre El hombre moderno y el museo. La primera negociaci¨®n tripartita sobre Gibraltar, aunque la f¨®rmula escogida, de cara al p¨²blico, fuese la de contacto bilateral entre los reinos de Espa?a y Gran Breta?a.
Dos horas y cuarto despu¨¦s se abr¨ªan las puertas. Al pie de la escalera Owen y Oreja daban lectura a un protocolario e insulso comunicado con las frases de rigor (reuni¨®n constructiva cordial, etc¨¦tera) y con una peque?a noticia: volver¨¢ a existir una reuni¨®n similar en los primeros meses de 1978. ?Qu¨¦ ha pasado? Los prenegociadores hab¨ªan acordado el cerrojazo informativo. El cierre en banda total. Un no coment del que Oreja, en la residencia de su embajador, intent¨® sacar punta a su favor: ? Es la primera vez que hubo un comunicado, con Castiella y L¨®pez Bravo nunca hubo una cosa as¨ª; el hecho de que exista otra reuni¨®n programada es ya positivo. ?No vieron el ambiente simp¨¢tico y cordial a la bajada de la escalera?? Algunos ¨ªnformadores, como ni?os, no se creyeron el total de esta historia, en la que Ore* se neg¨® a decir s¨ª o no a la posi ilidad de que Espa?a afloje el cerco al Pe?¨®n, lo que es significativo.
Fuga informativa
Luego vino la fuga informativa, el malestar de unos y otros y la caza de la v¨ªctima o del culpable.
En ello influy¨® m¨¢s la furia espa?ola que el selft control del Reino Unido: ?Oreja supo controlar la situaci¨®n, que roz¨® la ruptura. Xiberras se pas¨® de tono y contenido, Owen lo llam¨® al orden. Oreja pidi¨® paz y vista al futuro.? La fuga trajo, una vez publicada, reacciones y contrarreacciones: ?Fue un incidente -min¨²sculo en dos horas de conversaci¨®n?, dir¨ªan los espa?oles. ?Owen dio libertad de palabra a los gibraltare?os?, dir¨ªan los de la Roca.
Y as¨ª, Oreja, molesto por la fuga; Owen, sorprendido, ya en Londres; Xiberras, contrar¨ªado por la idea de que Owen le ri?¨®, y Hassan, preocupado por la ?mpresi¨®n de que s¨®lo Xiberras cara, como todo un h¨¦roe, a los espa?oles ?opresores?, termin¨® el episodio de Estrasburgo.
Poco a poco surgieron m¨¢s detalles sobre esta diplomacia concreta: Owen, dedicado al ?ecologismo? pintaba, arbolitos, hasta construir casi un bosque, en su bloc de notas. Oreja se dedic¨® al cubismo en busca de cuadrados y rayados de tri¨¢ngulo. Owen apaciguaba ¨¢nimos en favor de una conversaci¨®n pol¨ªtica. Oreja recib¨ªa centenares de papelitos mensajeros de sus mudos colaboradores (papelitos que, al parecer, provocaban respuestas m¨¢s duras del ministro a las increpaciones de los gibraltare?os). Hassan paraba su discurso cuando Oreja se dedicaba a leer los mil y un mensajes. Oreja puso un ejemplo en espa?ol y Owen busc¨® la traducci¨®n sin mucho inter¨¦s. En definitiva, todo qued¨® tal y como estaba. Los gibraltare?os se desahogaron en una violenta clarificaci¨®n de sus posiciones. Espa?a no dej¨® cerrada la puerta del di¨¢logo y de las concesiones, acuerdo de fondo no hubo ninguno a la vista (las nuevas contraofertas, generosas, de Espa?a no pudieron ni salir sobre el tapete). La celosa delegaci¨®n hispana estuvo a punto de empeorar, con sus notas, el debate, y al final, Owen y Oreja aparec¨ªan como compinches de una operaci¨®n destinada a quitar hierro y a enganchar el di¨¢logo. Los gibraltare?os quer¨ªan s¨®lo tiempo y concesiones para su pueblo y electorado. En el tema de fondo, la soberan¨ªa de Gibraltar, nada se ha movido. Estamos, comunicado m¨¢s o menos, como en tiempos de Castiella, aunque ahora ya no se le llama contrabandista en la ONU al simp¨¢tico -pueblo de Gibraltar
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