Qui¨¦n representa a los telespectadores?
Apoyo el editorial aparecido el viernes d¨ªa 18 de noviembre pidiendo que se aceptara la dimisi¨®n de Rafael Ans¨®n como director general de RTVE, y le apoyo frente a la carta dirigida contra ese editorial, aparecida en EL PAIS del d¨ªa 12, criticando su actitud por publicar dicho editorial. Se justifican los se?ores que la escriben, en que el editorialista no era representativo de los millones de telespectadores. ?Acaso, me pregunto yo, son ellos representantes de los millones de telespectadores? Que yo sepa, nadie los ha elegido, por sufragio universal, para estar donde est¨¢n. ?Conocen, esos se?ores, realmente la opini¨®n de los telespectadores? Aqu¨ª tienen la m¨ªa y creo, sin temor a equivocarme, la de muchas personas m¨¢s:Estamos hartos de los programas musicales que no son m¨²sica; estamos hartos de los espacios culturales que no son cultura; estamos hartos de los Marcos y de las Heidis fundamentados en un falso sentimentalismo, propio de mentes enfermas, que` tanto sufrimiento, tortura y ansiedad pueden causar en los ni?os, a quienes mal¨¦ficamente va dirigido; estamos hartos de los informativos que no informan; estamos hartos de los cambios arbitrarios de programaci¨®n, aduciendo razones paternalistas; estamos hartos de las pel¨ªculas de propaganda de los superhombres niarteamericanos; estamos hartos de que se nos trate con infantilismo y como si fu¨¦ramos unos ignorantes; estamos hartos de que a pesar de ser los que con nuestros impuestos sustentemos el medio, no se tenga en cuenta, e incluso se desprecie, nuestra opini¨®n a la hora de elaborar la programaci¨®n. As¨ª podr¨ªamos seguir y no acabar nunca.
La Televisi¨®n no ha de ser un trampol¨ªn de ¨¦xito para aquellos quienes, por circunstancias de personas y tiempos, no juzgo su profesionalidad, se han servido de ella en contra de la dimensi¨®n real de sus funciones, que no son otras que las de informar y formar con la verdad y la objetividad dignas de una verdadera democracia.
La Televisi¨®n ha de ser el reflejo de la imagen democr¨¢tica de un pa¨ªs y debe representar a la opini¨®n p¨²blica, que es, en definitiva, quien la sustenta. Y quien no la sirva o se valga de ella para defender sus intereses o el inter¨¦s de particulares, a la calle, porque as¨ª, actuando de esa manera, no se sirve a la democracia en un pals democr¨¢tico.
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