Antonio Saura fue expulsado de Francia por pertenecer a la Asociaci¨®n Espa?ola de Amigos del Sahara
?Estoy muy desconcertado al enfrentarme con una realidad que desconoc¨ªa. Me parece que esos m¨¦todos deber¨ªan estar ya superados por pertenecer a otros mundos y ¨®rbitas diferentes, pero en realidad, lo que m¨¢s me duele de una situaci¨®n semejante que, por supuesto, no es tan grave pensando en el privilegio que supone ser un artista conocido en c¨ªrculos limitados, lo preocupante, es pensar en la gente que se encuentra en una situaci¨®n similar y que no tiene posibilidad de acceder a esta defensa, a este privilegio que se me otorga, que en realidad deber¨ªa ser el privilegio de todos.??Por otra parte pienso que dado que las reacciones de solidaridad por parte de destacados intelectuales franceses, reacciones realmente espont¨¢neas, me hace pensar que situaciones como las que me han sucedido no son m¨¢s que el resultado de actitudes personales err¨®neas y de la presencia de un estado larvario de una mentalidad que podr¨ªamos calificar pr¨¢cticamente de fascista, cuya explicaci¨®n no atisbo a barruntar y que, desde luego, no se corresponde con la tradici¨®n liberal y democr¨¢tica de un pueblo como el franc¨¦s, que ha demostrado, a trav¨¦s de la historia m¨¢s reciente, una defensa de los derechos humanos en situaciones verdaderamente cr¨ªticas.?
Otros casos
Lo cierto es que en Francia a¨²n subsiste la pol¨¦mica nacional por la decisi¨®n del Ministerio del Interior de conceder la extradici¨®n del abogado de la Rep¨²blica Federal Alemana Klaus Croissant, defensor del grupo de Andreas Baader. Cabe citar tambi¨¦n, la en¨¦rgica negativa de las autoridades galas a conceder la extradici¨®n de Apala, solicitada por el Gobierno espa?ol. En cualquier caso, la imagen, casi m¨ªtica, de la Francia acogedora de exilios voluntarios o involuntarios, comienza a trocearse.?Confrontando mi caso con otros muchos m¨¢s espec¨ªficamente pol¨ªticos -a?ade Antonio Saura- el pesimismo con el cual observo la realidad de un pa¨ªs precisamente escogido por su liberalismo, me parece todav¨ªa m¨¢s grave. Durante los veinte a?os que viv¨ª en Francia, donde manifest¨¦ sin ambages una actitud cr¨ªtica y de franca oposici¨®n al franquismo, no fui nunca molestado por el aparato policial. Esa actitud, por supuesto, ha desaparecido desde el advenimiento de la fase predemocr¨¢tica en que vivimos. Es cierto que frente a ciertos hechos de la pol¨ªtica gubernamental francesa no puedo sentirme solidario, pero no es menos cierto el que nunca me he inmiscuido en estos problemas, frente a los cuales mi actitud no ha podido formularse bajo la esperanza de que este pa¨ªs, en el cual me he sentido tan libre durante tantos a?os, continuara siendo el refugio privilegiado de las ideas y los hombres realmente creadores de universos constructivos de los que precisamente, tanto obtuvo Francia. Este pa¨ªs, y sobre todo Par¨ªs como capital de una encrucijada europea, ha sido la primera beneficiada con tantos aportes positivos, y justamente el m¨¦rito de la cultura francesa fue el de hacerlos propios sin que por ello la propia vitalidad cultural perdiera su dimensi¨®n universal. ?
?Ahora estaba trabajando en m¨²ltiples proyectos que ¨²nicamente pod¨ªan realizarse en Francia y que se ven interrumpidos dada esta humillante e irracional decisi¨®n de la que no me siento el ¨²nico afectado. En cierto modo, aquel pa¨ªs tiene una serie de recursos t¨¦cnicos y humanos que ha sabido conservar y fomentar, y de los cuales no dispone, pr¨¢cticamente, ning¨²n otro pa¨ªs del mundo. Me refiero a talleres y artesanos de la edici¨®n y estampaci¨®n de obra gr¨¢fica, en la que trabajaba. Pero lo m¨¢s grave -a?ade el pintor- no es, por supuesto, esto, sino el hecho de la identificaci¨®n personal a un universo del cual te has sentido enriquecido a pesar de no haber perdido nunca los contactos con mi propio pa¨ªs y que, precisamente por ello, por el hecho de que nunca me he sentido exiliado, esa reciprocidad y ambivalencia vital constituy¨® un elemento fundamental en mi vida. Es divertido constatar que en una ¨¦poca dram¨¢tica para la historia de Espa?a como fue el franquismo, una medida semejante a la que estoy viviendo hubiera sido, sino impensable, por lo menos, fuente de esc¨¢ndalo para los pa¨ªses civilizados y bochornosa para el pa¨ªs ejecutor. ?
?La cat¨¢strofe -concluye Antonio Saura- para personas como yo es que pr¨¢cticamente tenemos una dualidad que nos marcar¨¢ para el resto de nuestras vidas, puesto que, para empezar, el verdadero descubrimiento de la realidad espa?ola se oper¨® fuera de la alienaci¨®n y de la mortecina tristeza de la posguerra espa?ola, justamente con la decisi¨®n dif¨ªcil y penosa de un exilio voluntario, situaci¨®n que se ve truncada por esta ¨²ltima orden gubernativa francesa. ?
Al margen de las reacciones en c¨ªrculos intelectuales que comienzan a producirse en Par¨ªs, cabe mencionarse la negativa del catedr¨¢tico de Historia del Arte de la Universidad Complutense, Antonio Bonet, a pronunciar, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, una conferencia en el marco de la Quincena Cultural Francesa, salvo que se resuelva favorablemente el ?caso Saura?.
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