Robert de Niro, de "Novecento" a "New York, New York"
De Niro ha vuelto a Par¨ªs corno triunfador de la vida, a?orando quiz¨¢ aquellos d¨ªas junto a Marcel Carn¨¦, director de una pieza teatral de cuarta categor¨ªa como Trois Chambres a Manhatan. De Niro es ya uno de los m¨¢s afamados y profesionales actores norteamericanos. Sus papeles son preparados bajo unos c¨¢nones de perfecci¨®n que hace que Martin Scorssese, el director-realizador de Malas calles, Taxi-Driver y la ¨²ltima superproducci¨®n, de ocho millones, de d¨®lares, New York, New York, le denomine familiarmente ?el meticuloso?.Robert de Niro. Mire, el trabajo de actor es maravilloso y, desde luego, amo lo que hago. Reconozco perfectamente que estoy en un boyante momento profesional, pero s¨¦ tambi¨¦n que de nada vale un boom. S¨®lo el tiempo y la perspectiva me har¨¢n ver lo que realmente es mi trabajo. Entretanto debo esforzarme en mis desdoblamientos de personalidad con los personajes que encarno. Por otro lado, no crea que es f¨¢cil ?cubrir el expediente? con papeles que igualmente pueden cubrir el tipo Pacino, Hoffman, O'Neal o, inclusive, Silvester Stallone. Los cr¨ªticos y los productores se han inventado todo ese aparato del anti-star y el anti-divo, que no deja de tener la misma carga de comercialidad y consumismo que todo lo anterior.
EL PAIS. Efectivamente, parece que esta etiqueta se explota desde aquel Marthy de Delbert Mann en 1955. Pero para usted que desde los diez a?os, inscrito en la escuela de arte dram¨¢tico de Stella Adler, para m¨¢s tarde acceder al Actor's Studio de Lee Strasberg, se dedica a la interpretaci¨®n, ?qu¨¦ es ser un buen actor?
'El "star-system" muri¨®'
R. N. Cuando uno no se da cuenta del mecanismo de trabajo, del m¨¦todo interpretativo. Siempre hay que hacer lo justo, nunca se debe uno pasar y sobreactuar. Un actor debe conseguir hacernos creer que ¨¦l es lo que est¨¢ interpretando. Tampoco creo excesivamente en las modas del show-bussines. El star-system muri¨® cuando sus principales nombres se convirtieron en estrellas errantes. Fue la muerte de un Hollywood que hab¨ªa basado todo su poder en aquel juego de rostros impares. La suerte tambi¨¦n es vital. Yo sustitu¨ª a Al Pacino en The Gang That Couldn't Shoot Straight por tener ¨¦ste que ir a El padrino. Semanas m¨¢s tarde hice un peque?o papel en el filme sobre Vito Corleone y el p¨²blico se fij¨® m¨¢s en m¨ª que en Pacino. Esta es la chispa y la magia del espect¨¢culo.Robert de Niro, a pesar de ser un hombre sencillo, es consciente de su poder. No puede efectuar un solo movimiento sin que sea observado, juzgado y diseccionado. Es modesto. Habla de un peque?o papel y eso le dio en el 74 el Oscar al mejor actor secundario. Con Elia Kazan hizo The Last Tycoon, y dice Kazan que ?Brando manifiesta una profunda rebeld¨ªa contra el esp¨ªritu burgu¨¦s. James Dean era algo excesivamente col¨¦rico y agresivo contra la instituci¨®n familiar y contra pap¨¢ y mam¨¢. Brando, alegre y arrogante. Dean, triste, enfermizo e ind¨®cil. De Niro es dif¨ªcil de clasificar. Es un personaje de m¨²ltiples facetas, pero siempre con mucha emotividad.?
R. N. Me ha encantado volver a trabajar con Scorssese, en New York, New York, porque ambos procedemos de Little Italy, el famoso barrio neoyorquino junto al Greenvillage, escenario que le sirvi¨® de fondo escenogr¨¢fico e ideol¨®gico para la pel¨ªcula Malas calles.
EL PAIS. Lo mismo que a Pacino, cierto p¨²blico europeo no le perdona su trabajo en Serpico, por las connotaciones que lleva un personaje que es polic¨ªa y se disfraza de hippie, de misionero, de..., por atrapar m¨¢s y mejor fumadores de hashis y prostitutas de esquina, a usted, se?or De Niro, no se le perdona ese papel reaccionario de taxista moralizador que la emprende a tiros con las prostitutas y los ad¨²lteros. ?C¨®mo se defiende a estas anotaciones?
R. N. Desde luego, mis dos anteriores generaciones son de italianos y, con todo, me siento cada vez m¨¢s distante del pensamiento europeo. No s¨¦ cu¨¢l es la causa que hace ver fascistas y s¨ªmbolos decadentes por todos sitios. Estoy asumiendo un personaje a quien no me interesa emular sino introducirme en su pellejo para darle vida. No me diga ahora que por haber hecho al hijo del hacendado Berlinghieri en Novecento, de Bertolucci, se me acuse de ser un gran terrateniente. ?Ustedes habr¨¢n visto qu¨¦ bien me llevo con mi amigo el bastardo Olmo Daco!, ?no? Olmo Daco lo hac¨ªa Gerard Depardieu y pueden preguntarle lo bien que me llevo con ¨¦l.
EL PAIS. En New York, New York encarna a un m¨²sico (Jimmy Doyle) que toca el saxof¨®n. En el filme parece que usted mismo se da cuenta que el instrumento es una extensi¨®n del sentimiento musical del ejecutante de jazz...
R. N. Efectivamente. Georgie Auld fue uno de los m¨¢s grandes saxofonistas de swing, junto a Benny Goodman, por los cuarenta. El ha sido mi mejor profesor. Hay momentos en los que, junto a Lizza Minelli cantando, parece que lo hago de verdad.
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