Pol¨ªtica monetaria y control parlamentario
He de comenzar diciendo que no es mi intenci¨®n polemizar con el se?or Bar¨®n, y ello por dos razones. Primero, porque siendo yo funcionario del Banco de Espa?a, mi deber es ejecutar leal y eficazmente las directrices del Gobierno de la naci¨®n y las instrucciones de la administraci¨®n del banco y no discutir las opiniones de un miembro del legislativo, representante, por tanto, del pueblo espa?ol; segundo, porque de antemano reconozco la superioridad dial¨¦ctica del diputado del PSOE. S¨®lo su amable referencia a una frase que pronunci¨¦ en diciembre de 1976 -la pol¨ªtica monetaria empleada de cierta forma ser¨ªa ?una pol¨ªtica de rentas metida por la puerta trasera?-, durante un coloquio presidido por el actual vicepresidente para Asuntos Econ¨®micos y el deseo de aclarar algunos puntos interesantes que toca en su art¨ªculo Pol¨ªtica Monetaria y salida de la crisis (EL PAIS, 2-XII-77), me han impulsado a escribir estas l¨ªneas.Ante todo, quiero expresar mi acuerdo con las opiniones del se?or Bar¨®n respecto a la conveniencia de crear una subcomisi¨®n de pol¨ªtica monetaria dentro de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso, ante la cual el Banco de Espa?a compareciese regularmente, a fin de rendir cuentas de su gesti¨®n y exponer las opiniones del banco central respecto a la coyuntura econ¨®mica, en general, y la evoluci¨®n de la pol¨ªtica monetaria, en particular. Dicho en forma m¨¢s escueta, y ¨¦sta es una opini¨®n personal, como todas las de este art¨ªculo, el Banco de Espa?a debe, al igual que el Gobierno, ser responsable ante el Congreso. Ahora bien, lo importante es c¨®mo se instrumenta esa responsabilidad, ya que la plasmaci¨®n apresurada de unas ideas poco medit¨¢das podr¨ªa acarrear consecuencias funestas, no s¨®lo para el propio banco, sino tambi¨¦n para una instrumentaci¨®n adecuada de la pol¨ªtica econ¨®mica de ¨¦ste o de cualquier Gobierno futuro.
En alguna parte de su art¨ªculo, el se?or Bar¨®n hace referencia a la ?capacidad pol¨ªtica? del banco central. Pero como el diputado del PSOE sabe muy bien, y as¨ª lo denotan los ejemplos que cita, el caso del de Espa?a es el de un banco central sometido a los dictados del Gobierno, representado a lo largo de su historia por el Ministerio de Hacienda, hasta grados inveros¨ªmiles. Opino, por tanto, que la l¨ªnea de reforma deber¨ªa ir en el sentido diferente; es decir, en el de dotar de mayor independencia al banco central respecto al Gobierno. Quiero decir con esto que soy partidario de que el Banco de Espa?a sea independiente dentro del Gobierno, pero no independiente frente al Gobierno. En realidad, as¨ª es como sucede en Alemania Federal y en Estados Unidos.
Pienso que el mejor medio de conseguir ese importante objetivo consistir¨ªa en introducir un breve art¨ªculo en el texto de la Constituci¨®n definiendo los objetivos del banco central y regulando su grado de independencia en funci¨®n de la consecuci¨®n de los mismos. Imagino que no pocos entre quienes lean estas l¨ªneas sospechar¨¢n inmediatamente en ellas la tentaci¨®n del ?tecn¨®crata?, miembro de una gran instituci¨®n, para atrincherarse en un reducto de poder exento de toda cr¨ªtica. Nada m¨¢s lejos de la verdad. No soy, para empezar, un ?tecn¨®crata?, sino un simple funcionario que, adem¨¢s, durante doce a?os ha podido vivir de cerca el da?o que a la pol¨ªtica monetaria y crediticia del pa¨ªs ha originado la ausencia de una esfera bien definida de autonom¨ªa del Banco de Espa?a.
Esa misma experiencia me hace temer que se peque ahora en sentido contrario, pues ser¨ªa una equivocaci¨®n pretender reformar el Banco de Espa?a mediante un intento de despojarle de su car¨¢cter t¨¦cnico y recortar su actual margen de independencia, nada excesivo por otra parte, buscando alterar la composici¨®n de sus ¨®rganos de gobierno para dar entrada a intereses o personas que, por definici¨®n, no son pol¨ªticamente neutrales. Por otro lado, respecto a la ?fiscalizaci¨®n por los partidos? que menciona el se?or Bar¨®n, lo ¨²nico que deseo decir es que la frase parece expresar una concepci¨®n de lo que debe ser la representaci¨®n parlamentaria que personalmente no comparto. Siempre he cre¨ªdo que al ser elegido parlamentario el diputado deja de ser meramente miembro de un partido para convertirse en representante de los intereses de la naci¨®n, a la que debe su independencia de criterio respecto a cualquier tipo de objetivos particulares. De ah¨ª mi extra?eza por la f¨®rmula ?fiscalizaci¨®n por los partidos?, en lugar de ?fiscalizaci¨®n por el Congreso?.
Dentro de esa concepci¨®n, el banco central debe, ?qui¨¦n lo niega!, rendir cuentas y ser fiscalizado por los representantes de la naci¨®n; pero ser¨ªa un grave error someterle a la presi¨®n de las distintas ideolog¨ªas de partido o dejarle desarmado ante el fuego cruzado de qu¨¦ debe hacerse en cada momento con el control del dinero y del cr¨¦dito. Si as¨ª sucediera, me temo que nada se hubiera ganado respecto a la situaci¨®n actual.
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